​Un hombre sin florituras

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Sobrado 189X 200

    Mis años de la niñez me traen al recuerdo el comercio textil en Ourense y la cordial relación que había entre los comerciantes. De modo especial recuerdo la relación de mi padre con otro de los comerciantes de la plaza, Adolfo Domínguez. Y retornan a mi memoria las conversaciones sobre temas comerciales y otros asuntos varios, tanto en Ourense como en Barcelona asistiendo a los certámenes de la moda, cuando la ciudad condal era el centro de la moda española.


            En la remembranza está la calificación y la consideración de mi padre por aquel hombre, con quien llegó a unirle algo más que una simple relación de comerciantes. Así calificaba a Adolfo Domínguez, como un hombre emprendedor,  audaz, visionario y soñador.


            Y resulta que en esa niñez coincidí con uno de sus hijos como compañero de colegio, Jesús Domínguez, Suso para nosotros. Persona a la que nunca vi enfadado, un chaval discreto y sin estridencias.


            Más tarde, Suso continuó su vida en el negocio de su padre y se convirtió en un gran empresario. Yo abandoné esa senda para discurrir por otros derroteros. Cuando hablo de empresario, me refiero a una persona que emprende y sabe mandar porque conoce la empresa desde abajo. Tradicionalmente, en el comercio se empezaba barriendo el local con serrín mojado para no levantar polvo, para progresivamente ir conociendo todas las demás tareas, colocar, vender...etc. Pues bien, Suso es uno de esos, que aunque no sé si alguna vez barrió con serrín mojado, me consta que conoció y conoce la empresa de abajo arriba.


            Suso, siempre ha sido y sigue siendo discreto, con esa discreción y humildad que le caracteriza, como a los grandes emprendedores. El desarrollo de la empresa que su padre creó, se debe en gran parte a él, trabajando, me consta, duramente. Y luego haciéndolo con los emprendimientos que hizo posteriormente.


            Nunca buscó, como otros, reconocimientos políticos, porque lo suyo es la empresa. De ahí que recientemente su penúltimo desafío empresarial, Petramora, ha sido galardonada con el premio a la mejor tienda gourmet en los premios gastronómicos Metrópoli de El Mundo. Por ese premio tenemos que felicitarnos y felicitarle todos los gallegos.


            Empresarios como Jesús Domínguez, es lo que nos hace falta en este país. Esos son los gallegos egregios. Hombres como él son los que de verdad hacen Galicia y le dan una proyección universal a la que debíamos aspirar desde Galicia. A esa Galicia proyectada al mundo, se refería Castelao en "Sempre en Galiza". Suso no se detiene en la bagatela de banales florituras, no es un hombre de envoltorios, sino de contenidos.

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