El paisaje que discurre entre Reinosa en Cantabria, a través del Puerto de Pozazal, y Aguilar de Campoo en Palencia es de los que dejan huella por sus singularidades paisajísticas y valles abiertos con pueblos sujetos a la montaña donde no falta una iglesia de base románica. Y una de ellas es la de Cervatos a pie de puerto. Esta bella obra de arte, San Pedro de Cervatos, del siglo XII se caracteriza por sus figuras llamativas exteriores donde el erotismo adorna la factura eclesial.
Colegiata de San Pedro de Cervatos
Escenas de la vida cotidiana en sus capiteles y canecillos que llaman poderosamente la atención. Y en esos entornos de paz y verdor destaca Fontibre lugar de nacimiento del río Ebro, el más caudaloso de España. En este sentido hontanar, las aguas límpidas del Fluvium Hiberum marcan un recorrido intenso y vertiginoso hasta Amposta en Tarragona.
Fontibre lugar de nacimiento del río Ebro
En Aguilar de Campoo en el llano palentino esta villa de traza medieval recibe al viajero con sincera hospitalidad castellana. Huele a galleta y a historia. La "María" de Fontaneda de otra época ha dado paso a las modernas empresas Gullón y Siro, emblemas de la producción galletera nacional e internacional. En Aguilar la plaza mayor con su zona porticada bulle animada en sus fines de semana. Sus restaurantes, bares y cafeterías ofertan en sus locales y terrazas el género local y el vermú ambiental de amistad y encuentro.
Plaza Mayor e Iglesia de San Miguel, en Aguilar de Campoo
En las proximidades de esta capital comarcal destacan la iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga, el convento románico de Santa María de Mave y el Monasterio de Santa María la Real. Edificios de visita obligada en unos paisajes de flor de colza y terreno de regadío y cereal.
Iglesia rupestre de San Justo y San Pastor en Oleros de Pisuerga
En Aguilar de Campoo su visita rezuma recuerdos del medievo en sus casas con blasones y los viejos palacios de otro tiempo. Es un placer para el sentimiento espiritual vagar con tranquilidad por sus calles, plazas y callejas. Y tras ese paseo ilustrado siempre es bueno llevarse algo a la boca. Y en estos lares de cordero churro y carnes de la montaña palentina más los excelentes quesos de Cerrato pues todo está perfecto para disfrutar de un fin de semana ahíto de sensaciones. En Valentín, local de larga experiencia culinaria cuenta con una carta variada con lo más genuino de los fogones locales. Y si el viajero está deseoso de una sopa castellana, unas mollejas de cordero lechal o unos caracoles camperos en salsa con nutrientes de aquí, pues el lugar responde al mesón restaurante El Barón. Cocina doméstica cuidada donde el gerente Juan Carlos, un técnico en estructuras mecánicas y gran artista plástico en los dibujos a carboncillo, graduado en la Universidad Laboral de Gijón, orienta con sapiencia al respetable lo que satisface al comensal. Y vivir estos entornos del Alto Campoo es encontrarse con viejas evocaciones sujetas al arte románico y naturaleza envuelta en bosque animado y caminos infinitos...
Caracoles camperos, Restaaurante El Barón, e Aguilar de Campoo
Autor: Carlos Cuesta, Periodista.
Presidente de la Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo (ASPET)
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