El glifosato es el herbicida más utilizado en todo el mundo, desarrollado por Monsanto. Se introdujo en el mercado en los años 70 y desde entonces ha tenido una gran difusión. En 2001 expiró la patente, y desde entonces muchas otras compañías empezaron a producir herbicidas con glifosato.
Se utiliza en tanto en agricultura como en el cuidado de jardines y espacios verdes, y entre sus particularidades se encuentra que la mayoría de los OGM son resistentes a este producto.
Hace un par de años surgió la polémica en torno a la inocuidad del glifosato.
Con todo, las conclusiones de la comunidad científica no convencen a los contrarios al uso de este herbicida, que consideran que los estudios no son objetivos.
Además del posible efecto en la salud humana, objeto de discusiones políticas y científicas, no se puede pasar por alto el impacto en el medio ambiente (en especial en el suelo y aguas superficiales) de este producto. Hay estudios que concluyen que el glifosato tiene un impacto perjudicial sobre los organismos acuáticos y afecta a organismos terrestres como las lombrices de tierra. Por otro lado, puede resentirse la biodiversidad, y además, su uso masivo da lugar a resistencias.
El tema está de actualidad porque en breve la Comisión Europea tendrá que pronunciarse y decidir sobre la ampliación de la autorización del uso del glifosato en la Unión Europea por otros 15 años. Es el turno de los políticos.
Independientemente de la decisión que se adopte a nivel europeo, los países, regiones o ciudades pueden vetar el uso de glifosato. De hecho, cada vez son más las voces que se alzan contra este herbicida. Países como Francia, Italia o Austria ya han expresado su rechazo a la ampliación de la autorización de uso del glifosato.
En España, hay zonas donde se ha dejado de usar, como Barcelona o Tarragona, pues según la normativa española "la administración competente en cada caso pueda aplicar el principio de cautela limitando o prohibiendo el uso de productos fitosanitarios en zonas o circunstancias específicas".
La incertidumbre rodea al glifosato, y en espera de una decisión concluyente, la Unión Europea ha regulado para evitar el uso incontrolado del producto.
Lo mejor es recurrir a alternativas más sostenibles y menos polémicas… pero normalmente también son menos asequibles. En cualquier caso, la solución ideal pasa por hacer un uso responsable y sostenible de los productos agroquímicos, buscar alternativas que no dañen el medio ambiente y, a la vez, no hagan que se resienta la productividad. ¿Misión imposible?
Fuente: OCU
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