Las pesqueiras: un valor etnográfico amenazado por el desinterés de la Confederación Hidrográfica Miño Sil

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Estado de una de Las Pesqueiras en el Río Avia, a su Paso por Ribadavia (Ourense) Foto:Luis Gulín


Las “Pesqueiras” constituyen parte inseparable de la cultura, de la tradición, de la sociedad y del entorno natural y paisajístico del rio Miño y de sus afluentes.


Estos antecedentes de la acuicultura moderna son una suerte de trampas en el río en forma de bloques que se utilizaban para desviar el agua y cercar a los peces, lo que facilitaba su captura en abundancia. Por lo tanto, son un prototipo de asentamiento entre su forma y su función; una síntesis perfecta entre Arquitectura e Ingeniería que se aplicó hasta mediados del siglo XIX, época en la cual las pesquerías dejaron de utilizarse.


Galicia está plagada de este tipo de construcciones, una especie de cetáreas de río o antiguas piscifactorías cuyo origen se remonta a los romanos, que las levantaron fundamentalmente a lo largo del Miño entre Ourense y la zona de Arbo.


Galicia, por aquel entonces, no solo suministraba oro y otros minerales a Roma, sino que también abastecía de pescado en salazón, tanto de mar como de río, a las mesas de las familias acomodadas. El propio Plinio el Viejo relata en su Historia Natural que las lampreas del Miño eran llevadas en vasijas hasta Roma, donde probablemente también acabaron en el paladar de los emperadores.


Lamprea, anguilas, trucha y salmón eran las principales especies pesqueras de río que se suministraban a los comedores romanos, tanto por mar como por tierra. No había ningún problema de conservación porque los romanos eran también unos auténticos expertos en la salazón.


En la Edad Media la posesión de las “Pesqueiras” estaba ligada a los monasterios y a ciertas casas feudales. Muchas eran propiedad privada del Monasterio de Melón. En dicho monasterio, los mojes de la orden del Císter alquilaban las “Pesqueiras” (más bien, el derecho a la pesca) a los habitantes de las tierras de su jurisdicción.


También es de la Edad Media, concretamente, el siglo XII, cuando existen privilegios para la construcción de puestos fijos de pesca, que mencionan el levantamiento hecho de muros de grandes sillares pétreos de uno o varios cuerpos, que incluso llegan a obstruir el cauce del río.


Las “Pesqueiras” con forma de paralelípedos se componen de varios cuerpos llamados Poios, dispuestos en posición paralela o en batería respeto al curso del río. Entre los Poios, existen estrechos callejones por los que se deja discurrir el agua del río, además de conformar el espacio suficiente para colocar el “buiturón”. El “buiturón” es una red cónica con la que se pescan las diferentes especies piscícolas del bajo Miño, en especial a lamprea


Las “Pesqueiras” están realizadas la base de sillares de granito en los que se colocan ganchos de hierro que sujetan varios sillares al mismo tiempo. Estos grandes sillares no son fruto de la casualidad, sino que soportan la fuerza del agua durante las crecidas del río, así como el choque de los diferentes materiales.


Por eso es absolutamente inconcebible que la Confederación Hidrográfica Miño Sil que al cauce del río Avia a su paso por Ribadavia no le preste la más mínima atención en su protección y conservación. La sequía reinante en los últimos meses ha acumulado en varios puntos del cauce del Avia maleza, troncos en diversas pesquerías causando tapones importantes. Por parte del Ayuntamiento de Ribadavia ya viene advirtiendo desde hace tiempo a la Confederación Hidrográfica de la urgente necesidad de limpiar los cauces para evitar, ante las próximas lluvias, desbordamientos por falta de cuidados y también para preservar el patrimonio etnográfico de las pesquerías de las cuales existen bastantes a su paso por Ribadavia.


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Otra de Las Pesqueiras en el Río Avia, a su Paso por Ribadavia (Ourense), en evidente estado de abandono, Foto:Luis Gulín


Fuentes:

http://jesus-manuel.com/2016/01/03/4379/

http://www.concellodearbo.es/eportal/portal/?id_seccion=114

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