​Vinos y Caminos…. de África Austral

|

    Tengo que reconocer que me encanta el mundo de los safaris. Fotográficos, por supuesto. Porque cada vez que puedes contemplar la vida salvaje en plena libertad, tienes la sensación de estar como en el paraíso. De descubrir cómo era el mundo antes de que el ser humano lo transformara. Porque cada paisaje, cada comportamiento animal, cada estación del año, cada momento, resulta completamente distinto. Y como amante de la fotografía, cada imagen representa un nuevo reto. Por eso procuro realizar, al menos, dos safaris fotográficos al año.


      Hay 7 países que son los auténticos referentes en cuanto a safaris se refiere. Kenia y Tanzania en África Oriental. Y Sudáfrica, Namibia, Zambia, Zimbabwe y Botswana en África Austral.


      La primera vez que estuve en el Delta del Okavango, en Botswana, el lugar considerado más exclusivo del mundo para realizar safaris fotográficos porque se trata de un río que desemboca en un desierto y se encharca provocando humedales que atraen a numerosa fauna y tiene relativamente pocos campamentos a los que se suele llegar en avioneta, el vecino de la tienda de al lado me decía que no le gustaba Kenia, porque “era un zoológico”. Y esto era en 1991, mucho antes de la masificación actual.


01 Grupo de leones en el Parque Nacional de Taranguire, Tanzania

Grupo de leones en el Parque Nacional de Taranguire, Tanzania


     En África Austral, hay menos masificación, porque hay muchos más parques nacionales y relativamente menos lodges y campamentos. Y la mayoría de viajes suelen iniciarse en Sudáfrica, porque es el país mejor comunicado con el resto del mundo, vuelan más compañías aéreas y por ende, el coste del avión resulta más competitivo.



  • Los viñedos del Cabo



     Yo suelo empezar casi todos los viajes volando a Ciudad del Cabo, alojándome en la zona de viñedos donde las localidades de Stellenbosch, Paarl y Franschoek son famosas por producir buenos vinos blancos de las variedades Sauvignon Blanc, Riesling, Chardonnay,  y tintos Merlot, Pinotage, Syrah, Hermitage y cómo no, Cabernet Sauvignon. Los vinos suelen oler a fruta madura y sedosa presentando sabores terrosos y un final suave; y debido al clima, las uvas tintas maduran bien produciendo vinos plenos y de alta graduación. Esta zona fue poblada por franceses hugonotes que llevaron la cultura del vino a estas tierras, cuyos descendientes habitan las mansiones construidas en el llamado “estilo holandés del Cabo”.


02 Viu00f1edo de la bodega Tokara, Stellenbosch

Viñedo de la bodega Tokara, Stellenbosch


     Un par o tres de días para visitar la propia Ciudad del Cabo, el Cabo de Buena Esperanza y los entornos circundantes que me recuerdan al Mediterráneo, unas buenas ostras y alguna langosta, que sin ser gallega le sigue en buen sabor debido a las aguas frías del Atlántico austral, y, a partir de ahí, ruta hacia el norte para disfrutar de la fauna salvaje en plena libertad.



  • El “hogar del rinoceronte”



     El pasado octubre, tras volver del Paso del Noroeste, me dirigí hacia el Parque Nacional Hluhluwe-Imfolozi que ha sido y es de gran importancia para la preservación de los rinocerontes, jugando un papel clave en los esfuerzos para salvarlos de la extinción. 


03 Tres rinocerontes blancos en el Parque Nacional Hluhluwe Imfolozi

Tres rinocerontes blancos en el Parque Nacional Hluhluwe-Imfolozi


     Ahí, vale la pena hospedarse en el Rhino Ridge Safari Lodge, que se enorgullece de estar asociado con este parque, sintiéndose honrado de llamar al "hogar del rinoceronte" también su hogar. Constituye el primer albergue de safari de lujo que se estableció dentro de esta reserva que posee también leones, elefantes y multitud de otras especies.


04  Piscina del Lodge, con vistas al parque Hluhluwe Imfolozi

Piscina del Lodge, con vistas al parque Hluhluwe-Imfolozi


    El albergue ofrece una sensación elevada de paz y tranquilidad que permite a los huéspedes relajarse por completo. La arquitectura de planta abierta y una terraza que recorre toda la longitud del edificio principal se combinan estratégicamente con el mirador natural para crear vistas inigualables.


  • Las Cataratas Victoria y el río Zambeze


     Tras tres días más en el Parque Nacional Kruguer, era el momento de volar a las Cataratas Victoria. Entre Zimbabwe y Zambia se encuentran estas famosas cataratas a las que llegó el misionero y explorador escocés David Livingstone en 1855 y las bautizó con el nombre de la reina Victoria, aunque son conocidas localmente como Mosi-oa-Tunya, “el humo que truena”. La profundidad de la caída varía entre 60 y 120 metros y la mejor manera de verlas es volando en helicóptero.


05  Las Cataratas Vitoria vistas desde un helicu00f3ptero

Las Cataratas Vitoria vistas desde un helicóptero

   

    Esta vez me alojé en una isla privada bordeada por un hermoso bosque en medio del río Zambeze, poco antes que este se precipite en las Cataratas, donde se levanta el Tsova Safari Island, un campamento de tiendas de lujo con vistas al río que ofrece múltiples actividades por este entorno mágico.


06 Interior de una tienda en el Tsova Safari Island

Interior de una tienda en el Tsova Safari Island


    Sus espaciosas tiendas de campaña se pueden dejar abiertas para que el sonido se aprecie desde la cama vestida con sábanas blancas o contemplar el poderoso Zambeze desde la terraza privada para disfrutar de las vistas al atardecer del propio río y la sabana que se extiende más allá. El crucero fluvial al atardecer en el río permite observar cómo se pinta el cielo con una gran variedad de colores mientras se navega bebiendo un buen vino blanco o cualquier otra bebida refrescante.


07  Puesta de sol sobre el ru00edo Zambeze

Puesta de sol sobre el río Zambeze


  • El Delta del Okavango


    Tras pasar por Kasane, ya en Botswana, para contemplar como los elefantes acuden por la tarde a beber al río Chobe y pernoctar en la zona de Savuti con su prolífica población de leones, era el momento de finalizar el periplo en el Delta del Okavango, un auténtico paraíso exclusivo donde tras el avistamiento de la abundante fauna, bien en barca, bien en canoa o bien en todo terreno, vale la pena detenerse un momento durante la puesta de sol y pararse a pensar en el ajetreo del mundo en el que vivimos, comparándolo con ese momento mágico degustando una copa de buen vino blanco, mientras el astro rey, se pierde por el horizonte, reflejándose tímidamente en el agua. “Hay otros mundos… pero están en este”.


Imagen1

Elefante al atardecer en el Delta del Okavango, Bostwana



Román Hereter, VyC











Texto y fotografías: Román Hereter

Comentarios