Los elegantes pingüinos y las mamá ballenas de península Valdés

      Poner rumbo a la Patagonia lleva al ideario colectivo la palabra aventura y así hay que tomarlo por la cantidad de maravillas que se han de descubrir. Si bien, junto a ella, resuenan nombres tan turísticos como El Calafate o Perito Moreno, donde ya llegaremos más adelante, hay muchos otros rincones donde la naturaleza ha echado raíces y marcado su territorio.

      Comenzamos por la Península Valdés en la Provincia de Chubut que entró en la historia cuando Magallanes, puesto de actualidad al celebrar recientemente el V Centenario de su hazaña, la colocó en ella. La provincia de Chubut está limitada artificialmente por lo paralelos 42º y 46º y la Península Valdés se sitúa a 43º18’ S y a 65º06’ W, lo cual nos da una latitud comparable con la de A Coruña en el hemisferio norte, que dar una referencia gallega en Argentina provoca familiaridad.

Caleta Valdés. Elefantes marinos sobre la arena

       Si bien Hernando de Magallanes nació en la portuguesa villa de Sabrosa, se puso al servicio de España, que en aquel momento ostentaba el poderío naval sobre todo en lo concerniente al Nuevo Mundo, y capitaneó la expedición española que bordeaba aquellas nuevas tierras llenas de secretos. Avistó Península Valdés en 1520 y continuó hacia el Sur sin saber que al año siguiente perdería la vida sin haber regresado a España. Quince años después, Simón de Alcazaba y Sotomayor tomó tierra y se internó en el territorio fundando Puerto Leones, la primera población española en la Patagonia que duró poco porque enseguida su fundador fue asesinado seguramente por los indígenas. En siglos posteriores el territorio fue visitado por numerosos misioneros; pero los intentos de colonización fueron obstaculizados por los nativos, hasta que a mediados el siglo XIX los galeses se asentaron en el Valle Inferior del Río Chubut y comenzaron la construcción de un ferrocarril para unir la Bahía Nueva con el valle inferior del río Chubut. Como consecuencia de esa construcción, surgieron en sus cabeceras las ciudades de Puerto Madryn (Bahía Nueva) y de Trelew, que son los dos enclaves base para visitar la Península Valdés.

       La naturaleza es sabia y allí, por instinto natural fueron buscando refugio distintas especies. El tesoro de animales de Valdés es el resultado de la colisión de dos corrientes oceánicas, aguas ricas en nutrientes que crean el hábitat natural de las ballenas. La Península está flanqueada por dos bahías, el golfo de San José al norte y el Golfo Nuevo al sur, que suponen un hábitat natural para la reproducción de la ballena franca austral, lobos y elefantes marinos y gran diversidad de aves.

     El Ministerio de Turismo y AP del Chubut, a través de la Dirección General de Comunicación y Marketing nos presento a la guía Ana Laura Criado, gran conocedora de las distintas especies que nos explicó la gran labor que están haciendo en este área protegida.

      En el istmo Carlos Ameghino que une la península al continente, y punto más alto de la zona, han establecido un Centro de Interpretación y Museo en el que se detalla el ciclo biológico de las especies que abundan en la zona y una torre que resulta una magnífica atalaya para hacerse idea de la geografía de la zona, pudiendo verse simultáneamente los dos golfos y la isla de los Pájaros, que actualmente no es visitable pero que acoge gran cantidad de fauna voladora.

     La siguiente parada nos llevó a Puerto Pirámides donde excursiones organizadas nos llevan a ver las ballenas que han buscado refugio en sus aguas. 

Entrada en Puerto Piramides

      La ballena franca austral tiene un ciclo que, aunque su vida transcurre en el hemisferio Sur, cercanas al Polo, durante el invierno acuden a aguas cálidas para aparearse y a donde regresan para tener a sus crías. Sobre su cabeza aparecen unas callosidades de consistencia córnea que son características de cada ejemplar que son desarrolladas en etapa fetal y no cambian durante el crecimiento, lo que les funciona como huella identificativa. Hay seis empresas debidamente reguladas que tienen salidas programadas para realizar estos avistamientos. En cada salida solo un barco se dedica a avistar una de las ballenas, pues si fueran más los intrusos que se acercaran se podría perturbar al animal.

Puerto Pirámides. Lobos marinos

      También vimos lobos marinos de un pelo y, acercándonos a Caleta Valdés, una colonia de elefantes marinos con su harén.

      Un poco más al sur de Península Valdés está el Área Protegida Marina de Punta Tombo, una reserva de fauna donde se ubica una de las principales y más numerosas colonias continentales de pingüinos de Magallanes. Su temporada se extiende de septiembre a abril y cuando llegamos, en el mes del noviembre, estaban en él proceso de empollar sus huevos que nacerán en marzo, siendo el momento de mayor concentración de pingüinos el mes de abril, comienzos del otoño austral. No obstante, también tuvimos ocasión de ver algún cortejo identificado por su algarabía de sonidos y aleteo de sus plumas.

Pingüenera de Punta Tombo

      Resulta chocante, para el profano en estas lides, el escenario en que se ve a estos pingüinos pues generalmente lo asociamos a caminar sobre placas de hielo y aquí caminan con un suelo de monte bajo con escasa vegetación que no desaprovechan para hacer sus nidos que reconocen temporada tras  temporada.

     A mediados del siglo pasado se comenzó a manejar esta península como reserva natural y en 1979 el gobierno de Chubut la designó como Área Natural Protegida controlando el número de visitantes y creando un servicio permanente de vigilancia.

Se seguirá informando. 

Autora: Susana Ávila Gómez

Fotografías: Eugenia Malea y Pilar Rudilla