Con la sensación de estar lejos de todo. Cuando el GPS dice: «Ya ha llegado a su destino» y miras alrededor para ver un paisaje precioso, pero en medio de la nada, y no queda otra que seguir porque la carretera no permite ni dar la vuelta… Pero no es grave, apenas faltan tres kilómetros para ver desde el cerro las primeras casas de As Veigas, un pueblecito en un entorno de un gran valor ambiental. La primera sensación es que el tiempo se ha detenido y un mundo perdido aparece ante nosotros.
As Veigas, Taramundi, Asturias
El concejo de Taramundi, en los límites de la provincia de Asturias con Galicia está lleno de rincones que al descubrirlos por primera vez ofrecen un paisaje de otrora. La presencia de un hórreo asturiano pegado a uno gallego, del tipo cabazo, nos ubica en el límite de las provincias, mejor que el despistado GPS.
Horreo Gallego(el posterior) y Asturiano
As Veigas tradicionalmente ha sido una de las zonas menos pobladas y más aisladas del concejo. Está conformado por unas pocas construcciones de piedra oscura que se distribuyen linealmente a lo largo de un profundo y estrecho valle formado por los ríos Pasada y Turia y rodeado de bosques. Varios de esos edificios, denominados con llamativos nombres como Casa de Pinos, Casa del Cura y hasta Casa Corte das Cabras –más que nada porque fue una antigua cuadra de cabras– han sido rehabilitados cuidadosamente manteniendo su estilo hasta en los más mínimos detalles para convertirlos en un complejo de turismo rural, en el que no falta la taberna y un excelente restaurante de platos típicos: fabada, cachopo, chorizo a la sidra o una estupenda tortilla de cabrales regado con la sidra puesta a refrescar en el río que para eso lo bordea. Por cierto, un río que hay que cruzar por un puente de tablas con un cartel que anuncia: “El puente resiste” y pone a prueba nuestra fe.
Puente de madera, Taramundi
Pero más allá, el concejo de Taramundi es un gran museo etnográfico que se afana en conservar las viejas tradiciones artesanales. En la localidad de Bres, se ha abierto una Escuela de Artesanía en la antigua casona de Villanueva, todavía infrautilizada y con muchas posibilidades a la vista. Allí, en dos antiguos telares, uno de ellos con más de 200 años se puede ver el trabajo de la tejedora, digna discípula de Pilar Quintana, una institución en la comarca, galardonada con la Medalla de Plata del Principado de Asturias en el año 2000 por su trayectoria laboral y profesional con técnicas que aprendió de su abuela y se las han mostrado a sus sucesores. También se muestra interés por la artesanía del cuero, aún cuando actualmente sólo se utiliza para la elaboración de complementos, como fundas de los cuchillos y navajas que constituyen otra actividad verdaderamente interesante en la región.
Quizá el más conocido de todos los oficios artesanos que se cultivan en la región sea el de los llamados “ferreiros”, que se dedican al trabajo en hierro, materializándose en la fabricación de navajas y cuchillos, con hojas de acero al carbono y mangos de madera decorados con dibujos y colores que identifican al autor.
Os Teixois es un antiguo caserío que reúne un conjunto de artefactos hidráulicos en buen estado que se han recuperado y abierto al público. Con ello comenzamos la llamada Ruta del Agua que a lo largo de 14 kilómetros recorre varios municipios, pasando por Taramundi, Mazonovo, La Granda, Cascada, Esquíos, Veigas, en los que ver todas estas máquinas en funcionamiento. Solamente el Museo de los Molinos de Mazonovo contiene diecinueve piezas que se pueden ver en movimiento y accionarlos por el propio visitante convirtiéndolo en una exposición interactiva.
A pesar de estar incluido en el proyecto “el hombre y la biosfera” iniciado por la UNESCO en 1971, el Museo es de titularidad privada, cuyos propietarios constituyen la cuarta generación de una saga de molineros.
Museo de loa Molinos, (Taramundi)
Bres, Ox Teixois, As Veigas, la capital Taramundi son algunos de los municipios que configuran este peculiar museo etnográfico que mantiene vivos oficios que, sin esa inyección de empeño y tesón, podrían desaparecer en pocos años.
En definitiva, un rincón en el que la naturaleza, la artesanía y la gastronomía se alían para recibir a un viajero que si no lo conoce no debe dejar de hacerlo y si ya lo conoce no sé qué está esperando para volverlo a disfrutar.
Autora: Susana Ávila
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