Un 8 para la libertad

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Uxia 135

 Marzo de 1857. Las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York salen a la calle a protestar por las duras condiciones de trabajo. La precariedad se ceba especialmente con la parte femenina del sector, con salarios que pueden llegar a ser menos de la mitad que los de los hombres. Tan solo por el hecho de ser mujeres.


    Esto es solo el punto de inicio de unos sucesos que marcarán un largo camino en la historia.


    Una historia que continúa con las posteriores huelgas de 1908 y 1909, siendo en esta última, en la que una organización de Mujeres Socialistas celebró en EE.UU el primer Día Internacional de la Mujer. Pero no será hasta1910, cuando se produzca el segundo encuentro Internacional Socialista de Mujeres, en Dinamarca. Se propone ahí fijar un día simbólico, el  8 de marzo, como día central para reivindicar los derechos de todas las mujeres, principalmente el derecho al voto.


     No podemos olvidar que somos el eco de la lucha que cada una de esas mujeres han dejado. Un jardín que sigue floreciendo con las semillas de su batalla.


    Como sociedad jugamos un papel fundamental en pro de la igualdad y, como legisladoras, debemos continuar trabajando en la implementación de políticas y medidas que garanticen los mismos derechos para hombres y mujeres.


    Cada 8 de marzo, pero también cada día, queremos que nuestras proclamas tengan voz en cada rincón de nuestro país y más allá de nuestras fronteras.


    Queremos equiparación laboral y salarial, queremos presencia igualitaria en puestos políticos y empresariales relevantes, queremos erradicar la lacra de la violencia de género.


    El empoderamiento completo de las mujeres en el marco de la sociedad actual ha de darse en todas las esferas con una reflexión sobre las diferencias que nos distancian cada día. Unas diferencias que han de ser las que nos unan.

La Democracia no es plena sin las mujeres. Una sociedad no es plena sin su mitad.

     Es ineludible la adopción de todas las medidas necesarias a todos los niveles, para conseguir una participación igualitaria de mujeres y hombres. En cada proceso y con un puesto central en la agenda política.


    Ya lo decía ella, Claro Campoamor, que “el feminismo es una protesta valerosa de todo un sexo contra la positiva disminución de su personalidad”.


    Sigamos luchando. Icemos el morado por bandera.

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