Elitismo

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Uxia 135

Que no hay pacto educativo posible, se sabe desde los años 70. Supuso el comienzo del fin para el intento de llegar al más mínimo consenso de cómo había de ser la educación pública en este país, que no ha hecho si no que sesgarla y vapulearla, hasta crear una especie de ente, cuya duración no sería mayor que la legislatura que aguantase el partido de turno.


Esto no es un problema que atañe solo a España, sino que afecta a la mayoría de los países de la Unión Europea. Aunque aquí, siempre sabemos que la balanza oscila hacia lo público o lo privado, y que dicha brecha cada vez se hace mayor.


Nos estamos acostumbrando a las manifestaciones desde los coches de lujo, y a los golpes de efecto del “alto standing”, como una especie de lucha del privilegio, abandonando los valores de la equidad y solidaridad. Y esto no podía ser de otra manera, cuando la LOMLOE se ha puesto encima de la mesa.


Le llaman falta de libertad, pero cuando se manipulan conceptos, todo se confunde. A cada momento le corresponde su adaptación: Después del desfalco Wert, una educación pública, universal y de calidad. Y se lo dice una, que con orgullo ha podido saborear lo bueno de lo público y lo concertado.


Los tiempos de Felipe, cuando la necesidad apretaba, fueron propicios para valerse de esta herramienta, que a día de hoy, con ingresos propios, no puede restar calidad a lo que es de todos. Por justicia social, lo que una ley retrógrada potenció, hay que redistribuirlo. Que todo el mundo pueda decidir cómo ha de ser la formación académica de sus hijos e hijas, no ha de convertirse en propaganda oficial de la derecha.


Una ley cargada de bulos fabricados por  aquellos que querían destruir la educación especial, y que ahora son sus mayores defensores. Suena a falacia, pero es que defienden la nada, y esa nada confluye con la necesidad de potenciar y adaptar los centros ordinarios a la educación inclusiva, no a la  desaparición de los centros especiales. Algo por lo que Europa nos dio hace unos años un buen tirón de orejas. Menos segregación y más atención al interés superior del menor y a sus necesidades.

Un país solo puede ser rico, cuando cuenta con una educación por y para todos

Como buen ingrediente de debate, no podía faltar el tema lenguas. Si le quito el adjetivo “vehicular” pero quiero que se regule como nuestra Santa Constitución dispone, mal. Ellos, los constitucionalistas. Mucho orgullo patriota, pero cuando se trata de reivindicar cultura, se olvidan de lo que somos y lo que tenemos. Ser español es más que una tela tricolor que se pronuncia en castellano.


Detrás de la crítica, viene el ponderar la sugerencia. Por desgracia, enfrente solo hay barullo, un ruido estremecedor que se construye en la cultura del NO.


Puede gustar más o menos esta ley, pero es necesaria para cubrir los profundos agujeros de la previa.  No disputamos el privilegio, sino el futuro de nuestras generaciones venideras. En definitiva, el progreso.


Un país solo puede ser rico, cuando cuenta con una educación por y para todos.

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