La pastorcilla desfigurada

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Fernando Gonzalez

El pasado 11 de noviembre, salía publicado en casi todos los medios de comunicación españoles, el suceso ocurrido en 2017, durante la restauración de un emblemático edificio palentino. Resulta que, en dicho proceso se cometió la gran chapuza de transformar la escultura de una pastorcilla en un monigote. Cuando observé las fotografías comparativas del antes con el después, llegué a la conclusión de que este nuevo desastre artístico estaba a la altura del ocurrido en 2012 con el Ecce Homo del Santuario de Misericordia en Borja (Zaragoza).



Profundizando un poco en la lectura del artículo, me llamaron la atención los comentarios de los descubridores de tal aberración escultural. "Lo raro es que nadie se diera cuenta", apuntaban los gerentes de una floristería. "Es incomprensible que, en un edificio civil tan bonito, de esculturas preciosas, hagan esto. Los operarios trazaron esos burdos rasgos con la esperanza de que nadie se percataría", lamentaba un pintor.


Lo preocupante de esta noticia, es que podría ser un pequeño reflejo de la decadencia moral y cultural de nuestra querida España. La tropelía del hedonismo antihigiénico, imponiéndose a la solidaridad con los más desfavorecidos frente al Covid 19. El placer efímero, ficticio y frívolo, ganando adeptos, frente a los que buscan poder disfrutar de la belleza longeva o eterna del arte humano y divino. Lo chabacano frente a lo elegante. El egoísmo inhumano e individualista, en contraposición con el mensaje de Jesús de amar al prójimo como a uno mismo. Lo políticamente correcto frente a la realidad incómoda. El hacer sin pensar, contra el pensar antes de hacer.


"Lo raro es que muchos se dan cuenta, pero la decadencia avanza aceleradamente". Espero que reconstruyan con profesionalidad el rostro de la pastorcilla desfigurada. 

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