A golpe de silbato

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Sobrado (2)

         España es un país futbolero, eso es un hecho innegable, lo era en la época de Franco, en la que se decía que ponían futbol por televisión para entretener a las masas. Pero ahora lo es mucho más, no sólo hay la liga, sino, la copa del Rey, la Champions Leage y otras que desconozco porque lo mío no es precisamente el futbol. Por el futbol se para el país.


          En el futbol quien decide la alineación es el entrenador, no los jugadores que tienen que seguir las instrucciones del mister a golpe de silbato. Pues bien, en política sucede lo mismo. Es el presidente del partido quien decide cuales son los integrantes de las listas y a los/as que les cae en suerte la elección; quedan encantados/as de haber sido designados/as, sabiendo que se deben a su mentor. La norma es la disciplina de partido, es decir, obedecer ciegamente al jefe. Y la disciplina, nos enseñaron de pequeños y consistía, en el colegio, obedecer sin discusión las órdenes del maestro y en casa, las de nuestros padres.


            En Ourense los/as concejales/as de Democracia Orensana fueron elegidos/as por su jefe y sabían de antemano que tenían que obedecer sus órdenes (disciplina). Los/as concejales/as del PP les pasaba otro tanto de lo mismo, obedecer las órdenes de su jefe (disciplina).


            Lo que ha sucedido en Ourense es que mientras los/as concejales/as del PP siguen rigurosamente obedeciendo las órdenes del jefe, los de DO, son indisciplinados/as, porque, o les han ofrecido algo que creen que es mejor para ellos/as o al verse en el puesto les ha pasado aquello del piojo: "O piollo na roupa limpa corre que arrenega”.


            La política de partidos en España es simplemente una dinámica de lucha por el poder. Nada importan los/as ciudadanos/as. Solamente funciona medianamente bien cuando todos, como en el futbol, actúan a golpe de un solo silbato. Pero esta situación que se plantea en Ourense, es el resultado de haber votado a unas listas con una pandilla de impresentables que solamente buscan su beneficio personal. Y, en consecuencia, lo cierto es que los ciudadanos de Ourense somos los únicos culpables de que esto que está aconteciendo suceda. Ahora hay que seguir apencando con las consecuencias.

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