Sin miedo pero con responsabilidad

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Fernando Gonzalez

El proximo lunes, 7 de junio, la inmensa mayoría de la población española pasará a las fases 2 o 3 del proceso de desescalada. Nuestro país, ha sido uno de los más castigados a nivel mundial por el Coronavirus, aunque el número de nuevos fallecidos, ingresos en la UCI y contagios durante los últimos días, es muy bajo.


   A medida que se van recuperando, poco a poco, los derechos y libertades fuertemente restringidos desde el 14 de marzo, vengo observando en la sociedad española dos grandes posturas a la hora de enfrentar esta  inminente "nueva normalidad". Unos, se resisten a volver a su estilo de vida anterior al Estado de Alarma y prefieren que la desescalada se ralentice. Mantienen esta actitud, una gran parte de las personas vulnerables al Covid-19 por edad o/y patologías, y muchas de las que no van sufrir una merma importante de su poder adquisitivo a corto o medio plazo. Otros, como la gran mayoría de las familias afectadas por el parón económico, están deseosos de todo lo contrario.


  ¿Se puede conjugar la seguridad de la salud de nuestros ciudadanos, con la vuelta a la práctica de la casi totalidad de nuestros hábitos de vida anteriores?. Tras realizarse una importante ampliación de infraestructuras sanitarias, acompañada de una gran mejora de la capacidad de respuesta ante un posible repunte de este virus, y analizando las contundentes cifras descendentes, que ya son mejores que las de la mayoría de los países de la Unión Europea, entiendo que sí, siempre y cuando, la inmensa mayoría de los habitantes se encuentren concienciados en mantener la distancia social, el frecuente lavado de manos y el uso de la mascarilla en situaciones peligrosas, además de reprender sin tapujos a las personas que no cumplan con esto. Asimismo, se debe potenciar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad dediquen más plantilla y tiempo, a la vigilancia y actuación contra los incautos que todavía pululan en  muchas localidades españolas.

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