Estimado Luis Eduardo, no sé por donde empezar, he dejado pasar varios días, desde que nos dejaste, fue el amigo común, que me animó a que nos pudiéramos despedir así de ti. Se me agolpan los recuerdos, me pidió que hablara de como nos conocimos, los tres, y con estas apresuradas palabras quiero darte gracias por los momentos regalados y por tu amistad.
Me aflige tu tránsito, voy a contar en presente, el día de nuestro primer encuentro en Bilbao, se que te gustaba recordarlo, aún omitiendo nombres, hasta que nos dejaste tu, todos vivos, porque te viste metido en una aventura que contaste varias veces como broma pero fue una de tantas licencias que se tomaba el franquismo, que tenía un poder omnímodo, lo dejo aquí como el mas sentido homenaje y que Albanta te sea leve.
Aún no hace mucho, en Ourense, en una reunión a la que fuimos convocados varios amigos, en torno a una mesa, con excelentes viandas y variados y selectos vinos, a los postres se suscitó la oportunidad de cantar y entonamos varias canciones, algo habitual en esa casa, donde el anfitrión, un gran aficionado al Jazz, suele interpretar con el saxofón, temas de este género.
Avanzaba la noche y ya en mi turno canté tu canción Al Alba, (sigo tocando mal la guitarra), pero dada la magia conseguida entre los invitados y propiciada por el anfitrión, salió aceptablemente bien, para ganar tiempo y porque necesitaba hacerles saber mi afecto y admiración por ti, les conté la historia de la misma, conocida por casi todos, aunque los más jóvenes no la relacionaban con los últimos fusilamientos del franquismo el 27 de setiembre de 1975..
Lo que no les dije y ahora cuento en Homenaje a ti, fue el día (quiero decir la noche), que nos conocimos en Bilbao y se que te gustaba recordarla a pesar de ser bastante surrealista como era casi todo en España a finales de los años 70, pero particularmente en el Pals Vasco. En estos Dias de Viejo Color, que atravesamos, a causa de una descomunal pandemia, parece que se re-descubre parte de aquel mundo, solidario entre los pueblos y sus gentes que tanto soñamos, querido Luis.
El azar quiso que Luis Eduardo Aute, actuase en el Teatro Buenos Aires, de Bilbao, que estaba pegado al lugar donde yo trabajaba, a la hora de la comida me solía encontrar con una de las personas más brillantes que he conocido y del que he aprendido muchas cosas de todo orden, como profesor y amigo: Gerardo García, Delegado de una empresa Hispano-Sueca, quién había compartido aulas con Aute en el colegio Maravillas de Madrid, donde de se fraguó una amistad inquebrantable entre ambos, y me invitó a presenciar su actuación.
A la hora convenida quedamos a la puerta de teatro, este no llegó a llenarse en su totalidad, pero de los que allí estábamos, había una diferenciada cuota de público femenino, nosotros encantados, en esa etapa aún no eras el que llenaba pabellones y estadios, ni te habías convertido en el admirado referente de varias generaciones, que luego has logrado.
"Soy un pintor que nunca se imaginó como músico"
El concierto fue muy intimista, tu con tu guitarra solo en el escenario, y una iluminación que cambiaba de intensidad, según el ritmo de lo interpretado. Durante casi dos horas, bises incluidos, fuiste repasando melodías conocidas y nos descubriste nuevas creaciones en forma de canciones y poemas, de un pintor que había devenido en músico, según tus propias palabras.
Gerardo y yo esperamos hasta que se terminaron de ir los últimos que querían que le firmaras un autógrafo, un disco, o simplemente saludarte, al encontraros os fundisteis en largo abrazo, casi sin continuidad propuso ir a cenar al restaurante Eduardo, que estaba cercano, en el Bilbao de esos años pasadas las 23 horas, era muy tarde, pero el tema se resolvió gracias a la amistad que nos unía con el dueño, Eduardo un gallego, nacido para la hostelería. La cena relativamente frugal a pesar de la disposición del responsable del local que nos incitaba con excelentes propuestas gastronómicas y vino Ribeiro, ayudaron re-conectar a dos viejos amigos que llevaban tiempo sin verse, a los postres surgió el tema de hacer una Queimada, no cuajaron los intentos, pero ya en la calle, decidimos festejar el encuentro en un conocido lugar donde tocaba el piano a veces una jovencísima Mary Cruz Soriano, el Wisky Viejo.
Entre música, copas y humo llegó la hora de despedirse ya avanzada la noche... Gerardo insistió con lo de la Queimada, tanto que Luis Eduardo, aceptó diciendo: bien Antón hace de Bruxo y yo de Meiga, tu que vas hacer Gerardo? El mentado sin descomponerse le contestó: yo te consigo la escoba por si quieres volar.
Llegamos al piso que compartía en Solocoetxe con otros cuatro amigos, aún siendo propietario, y alcanzamos a encontrar dos de sus ocupantes en una animada partida de cartas, solicitamos su permiso para ocupar el salón con la Queimada, al instante conté con su aprobación, mas tarde se unieron los otros dos que ya estaban durmiendo y se prestaron gentiles a participar en la celebración, rematando la ceremonia con un fuerte y colectivo soplido. El ambiente ya había entrado en calor y siguió acompañado de algún canto desafinado y afinado, el brebaje consiguió el efecto esperado y todos festejaron la calidad del orujo y la habilidades del Queimador.
Pasada mas de una hora, sonó el timbre del portero automático, Santi, uno de los cinco que allí vivíamos, lo atendió y regresó al salón entre risas, ¿Quien era? Dijimos al unísono, La Policía, ponte tu, que preguntan por el dueño, pararon los cánticos y el ruido, fui atender el telefonillo, me confirman que eran de la Policía nacional, aquello cambió el devenir de la reunión, me dispuse a salir al portal, y solicité a uno de los presentes, hijo de un capitán médico que me acompañara, no está de mas recordar a estas alturas del relato, que eran años del post-franquismo y el hijo de un militar de alta graduación era un aval.
Nada mas salir al descansillo para tomar el ascensor nos deslumbraron con sus linternas dos policías, nos cachean, nos piden que nos identifiquemos y sin reponernos del susto conseguimos balbucear ¿Que pasa? La respuesta de los policías fue un imperativo: ¡Salgan todos con las manos en alto! Según salian les iban cacheando, e identificando así hasta siete que eran los que quedaban dentro, nadie reparó en Aute, se ve que no eran muy aficionados a la música, toda vez esposados con dos policías delante y otros dos detrás, que se habían sumado al grupo, nos hicieron bajar en fila por las escaleras, hasta la calle, allí nos metieron en un furgón que nos llevó a la cercana comisaría de Santiago. Al llegar nos separaron en dos grupos, nuestro desconcierto, oscilaba entre la queja y la reclamación airada de abogados, que eran contestadas con constantes llamadas al silencio por parte de los agentes.....
Llega el turno de mi declaración ante el policía secreta, encargado de recogerla, levanta la cabeza me mira y nos reconocemos como de Ourense, el había sido componente de un conocido grupo musical local, y me me dice: ¡Carallo! ¿Tu eres de una célula comunista? Tardé unos segundos en reaccionar, y le dije: ¡Si como tú! Entramos ahí en una especie de intercambio de preguntas y aclaraciones, donde conseguí adivinar que habíamos sido denunciados por una vecina (supe luego que era la del piso de abajo), nunca quedó muy claro si por envidia de oírnos disfrutar o por qué a la señora le parecía insoportable el nivel de ruido que estábamos haciendo e interpretó que si nos denunciaba por escándalo, acudiría la Policia Municipal, directamente elevó el grado de nuestro delito al político y terminamos en Comisaría.
Pasado el susto, y reconocidos como lo que eramos un grupo de jóvenes, con ganas de divertirse, tres de los cuales además de compartir piso, eramos gallegos, solo pretendíamos ser obsequiosos con Luis Eduarte Aute y sus amigos, aunque pasaba ampliamente de las cinco de la mañana, nos fuimos a desayunar, al único Bar de Bilbao que abría después de esa hora, en lo que hoy es: la Avda. Sabino Arana, donde nos reuníamos gente de muy distinto pelaje, incluidos policías y Guardia Civiles, sobre todo de tráfico. Cual no sería nuestra sorpresa, antes de despedirnos que aparece el policía que nos había tomado declaración, le salen al paso Aute y Gerardo, un poco más mayores que el resto del grupo, por tanto mas creíbles, avanzan un par de pasos y le dicen. ¡Nosotros ya nos ibamos..! Pero a estos... detenlos a todos, son brujos, masones y anarquistas nos querían envenenar, nos dieron un brebaje ardiente, en su piso, menos mal que nos rescató la Policia, si no palmamos. Hoy no pasaría de una broma, en aquellos años del postfranquismo fue muy atrevida, pero resultó bien,
Muchas veces nos reímos al recordar esta surrealista y singular experiencia, la última vez fue en una exposición que inaugurabas en Pozuelo de Alarcón, donde comentabas ante los allí presentes como salimos Queimados de un piso de Bilbao a una Comisaría, donde por poco nos cortan el riau, riau..
Guardaremos siempre el recuerdo de tu generosidad, tu coherencia, tu ejemplo, la música que nos juntó y siempre nos acompañará, todos Pasamos Por Aquí, aunque será mas difícil Sin Tu Latido, que Albanta tu pais soñado te acoja y lo pintes de mil colores, como tu gustabas decir: "un pintor que nunca se imaginó como músico" y acabaste siendo y serás, para la eternidad uno de los cantautores de culto y todo un símbolo..
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