Un lugar en la frontera

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Luis G. Mau00f1u00e1

    El enclave de Andorra es conocido como un territorio asentado en los Pirineos, entre tierras españolas y francesas. Nadie pone en duda su existencia secular e histórica, vinculado a las casas del Conde de Foix (hoy Presidencia francesa) y al Obispo de la Seo de Urgel, en su condición de copríncipes.


    No sucede lo mismo con el Couto Mixto, un enclave territorial bastante desconocido, de naturaleza histórica y fronterizo,  situado entre Galicia y la tierras portuguesas de Trás-os-Montes. En su origen estaba vinculado a la Casa de Bragança y posteriormente también a la de Monterrey.


  • Tratado de Lisboa


   En 1864, Portugal y España -de mutuo acuerdo- decidieron extinguir este espacio histórico mediante el Tratado de Lisboa de 1864 (Tratado de Lindes), anexionándolo a España. A cambio Portugal recibía la parte española de tres poblaciones próximas a la frontera con la provincia de Ourense (Pobos Promiscuos de Soutelinho, Cambedo y Lamadarcos).


    Dos años después, en 1866, Andorra afianzaba su devenir histórico e iniciaba un camino que le había de llevar a la modernidad política. La “Nova Reforma” supondría un proceso democratizador y de mayor participación de los vecinos, fórmula que se acababa de liquidar jurídica y políticamente en el extinto Couto Mixto, donde se reconocía a los cabezas de familia su capacidad de elección, cada tres años, del máximo representante administrativo, gubernativo y político.


    Los dos enclaves fronterizos estaban constituidos por sociedades pobres que guardaban la documentación de sus privilegios y concordias  en un armario con siete llaves en el caso de Andorra, una por cada parroquia, en la llamada Casa del Vall. El Couto Mixto hacía lo mismo en un arcón con tres cerraduras, cuyas llaves eran custodiadas en cada una de las tres aldeas que lo conformaban (Santiago, Rubiás y Meaus). El lugar elegido era la sacristía de la iglesia parroquial de Santiago dos Mixtos.


    Dichos documentos, en el caso del Couto Mixto, recogían –además del derecho a elegir a su líder llamado “Xuíz” y a sus colaboradores “homes de acordo”,  el de escoger la nacionalidad de sus habitantes gravando la correspondiente inicial (P o E) sobre el dintel de la puerta de la casa el día de la boda .Podían también renunciar a este privilegio. Así mismo disfrutaban del derecho de Asilo. Otro de sus beneficios era la exención de cargas e imposiciones fiscales, a excepción de una alcabala histórica debida a las originarias casas nobiliarias, y ciertas multas que se aplicaban a fines comunales. Tampoco tenían la obligación de portar guías u otros documentos,  así como cultivar y comerciar cualquier tipo de productos, incluso los estancos en los Estados vecinos, como por ejemplo tabaco o sal. Por último estaban exentos de prestar el servicio militar.


    Utilizaban un camino o vereda privilegiada que atravesaba territorio español y lusitano, donde no podían ser presos por las autoridades de los dos países colindantes.


    Andando el tiempo, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, Andorra consiguió desarrollar su status político y jurídico, llegando a integrarse en la unión aduanera y teniendo una relación especial de cooperación con la UE. El Couto Mixto, sin embargo, desapareció de la memoria e incluso de la historia local oficial, siendo recuperado su recuerdo por la Asociación de Amigos do Couto Mixto a finales del pasado siglo XX.


    Es fácil comprender la injusticia con que se trató a los habitantes de Santiago, Rubiás y Meaus, a quienes se les impuso una realidad política indeseada y sin consultarles.


   Hoy, estas aldeas están próximas a su desaparición dado el retroceso demográfico en el que están inmersas. Andorra, contrariamente, se ha constituido en un paraíso fiscal, en donde se asientan notables y conocidas fortunas.


    En el caso del Couto Mixto, Portugal y España anularon, con el Tratado de Lisboa de 1864, las posibilidades de desarrollo que habrían tenido en  caso de proseguir su andadura histórica como un micro-estado europeo. Es gratificante observar la prosperidad del territorio pirenaico que mantuvo su independencia, pero resulta muy triste constatar que las aldeas que formaban el Couto Mixto están condenadas a un invierno demográfico que difícilmente tiene marcha atrás.

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