A veces los sueños se hacen realidad. Puede dar fe de ello el Cortijo Fontanilla cuando hace poco más de medio siglo el patriarca de una familia alemana que abarca tres generaciones transformó su finca de 20.000 metros cuadrados en un establecimiento hotelero singular. Allí, entre árboles y flores que destilan el más puro aroma andaluz se acomodan una veintena de casas-suites independientes preservando la intimidad de cualquier pareja de enamorados.
Son ‘nidos de amor’ con nombres propios y señas de identidad diferentes que enamoran a quienes se dejan tentar por ellas. De variadas tipologías… y curiosas historias. Unos se decantarán por Balcón Atlántida, casa-suite con dormitorio de matrimonio, baño completo, salón-comedor con ventanas a terraza, cocina americana, terraza semi cubierta y jardín independiente. Otros por La Cuadra, que en su origen era el ‘hogar’ de Bandolero, el caballo del patriarca; hoy día es otra singular y acogedora villa-suite. ¡Y qué decir de La Torre, donde estaban los depósitos de agua que abastecían a todo el Cortijo! Una coqueta suite-estudio con impresionantes vistas del conjunto.
Pero hay muchas otras opciones: Rincón Florido, Botica, Morada del Olivo, Mesón Eucalipto, Lontananza… A cuál más evocativa; a cuál más bucólica… E incluso casas-suite con dos dormitorios, como Nido Moscatel, para aquellas parejas que deseen compartir el ‘Día de los enamorados’ con otra pareja de amigos, arropados de tan frondoso escenario.
Y como guinda, a solo 300 metros del mar, las majestuosas e infinitas playas de la costa gaditana, donde respirar profundamente e inhalar la más profunda esencia de ese Atlántico que compone una dulce sinfonía de olas. Todo ello, viendo cómo el sol cierra poco a poco sus adormilados ojos hasta acunarse en el horizonte marino tiñendo el cielo de anaranjados colores. Romántico, ¿verdad?
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