Nace el Niño que revolucionó el mundo

|

Jacinto Seara

Estamos celebrando las fiestas de Navidad en donde es paz, armonía y amor, poco importa que el resto del año nos comportemos de otra manera, e incluso a los que abrazamos efusivamente ni los queramos ver o les ‘clavemos el cuchillo por la espalda’


Desde la ilustración y mucho más cuando se introdujo de lleno en estas festividades el marketing comercial el significado de lo que celebramos ha cambiado para convertirse en una serie de fiestas, son pocos los que recuerdan lo que se celebra, aunque veamos belenes y árboles de Navidad. Hasta la política se ha introducido e ilumina las ciudades y celebra actos, en especial para los más pequeños. Es una nueva forma de celebrar lo que a lo largo de 2.000 años se hizo de diferentes formas, la mayoría teniendo en cuenta que lo principal era saber que había nacido un Niño que con su modo de vivir y su discurso transformó el mundo, y aún hoy lo sigue haciendo con pensamientos como que sin misericordia es difícil sobrevivir puesto que todos sin lugar a dudas necesitamos perdón.


Nació en un lugar en el que los conflictos son milenarios, y aún hoy siguen, quizás para que tengamos muy presente los miles de niños que por nacer en determinados lugares de la tierra les obligan a combatir en las guerras internas y externas robándoles la infancia que tanto cuidamos en occidente con toda la razón. Cómo ellos también deseo nacer en la pobreza. El mensaje que perdura, aún a pesar de los miles de seguidores que traicionaron y traicionan con sus actos y palabras lo que El vino a decir para que el mundo conociera y se transformarse en un lugar en el que todos debemos ser hermanos iguales sin ninguna distinción, muy anterior a lo que se canta en ‘La Internacional’: “El hombre del hombre es hermano derechos iguales tendrán”. Esos actos desviados de su mensaje han generado mucho odio y rencor, que como seguidor de Jesús de Nazaret comprendo por el daño que hicieron y siguen haciendo a esos miles de personas y por supuesto a sus descendientes. Lo que no justifica que se persiga, como al principio, todo lo relacionado con la Iglesia que recogió sus mensajes, hasta el punto de negar su origen atribuyéndolo incluso al emperador romano Constantino, o a la época de Pablo fue perseguidor de cristianos y converso después.

Comentarios