¿Adictos al móvil y la tablet?

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Jacinto Seara 202

Cuando salgo a la calle, y sucede en cualquier parte del mundo con conexión telefónica móvil, encuentro que una gran parte de la población va pendiente del smartphone, por supuesto de las últimas generaciones, no importa que sea un paso de peatones, un cruce indebido… lo hacen lo mismo andando, que en bicicleta, con motor y sin él, en patinete. Los que viven en la ciudad y los turistas siguiendo el mapa, desperdiciando en muchas ocasiones lo hermoso que tienen por donde van caminando.


Las reuniones por lo que se ve en las terrazas, en los parques también tienen como centro principal el smartphone, cada persona está con él, y en muchas ocasiones se comunican entre sí, cuando sólo están a unos centímetros de distancia. 


Dos ejemplos, el primero una familia pareja y dos hijos, estaban sentados en una mesa en una terraza, salvo el padre todos estaban ensimismados en el smartphone, al final el padre también y así hasta que decidieron marcharse, segundo un grupo de doce jóvenes que unieron tres mesas de una terraza, todos salvo dos estuvieron todo el rato con el móvil, algunos se comunicaban entre sí. En ninguno de los dos casos puedo saber lo que hacían. Esto lo podemos ver todos los días en todos los lugares, la comunicación verbal está reduciéndose cada vez más. Actuamos de una manera extraña, no somos robots, de hecho estoy convencido que aunque tengan una piel sintética similar a la nuestra, y que ya están ocupando puestos de trabajo y hablando en muchos idiomas, sirviendo pedidos y cobrando, estoy convencido que para comunicarse no lo harán como lo que acabo de describir.


Lo triste es que a muchos no les importa que oigan lo que contestan si están hablando por teléfono, sea de negocios o no. Los adelantos son muy buenos y en lo que va de este siglo los avances tecnológicos han sido muchos y de gran calidad, ahora incluso no necesitamos leer nada, nos lo leen, y también si queremos escriben lo que mostró les decimos, en la medicina se ha avanzado una enormidad y ya se pueden detectar ciertas enfermedades. Son útiles, pero usémoslos para lo que sirven, no para sustituir a la persona. El contacto normal hablado nos hace ser más personas, nos engrandece y no tenemos que dar nuestra ‘intimidad’ por medio de los aparatos electrónicos ‘inteligentes’.

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