Los olvidados del cuarto mundo

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Jacinto Seara 202

Tenemos por delante varias elecciones, hablarán de lo posible y lo imposible de llevar a la práctica. Quizás me equivoque y volveremos a oír los mismos conceptos, muy pocos proporcionarán una solución al cuarto mundo que convive con nosotros.


Simplificando: los sin techo, los drogadictos, y las familias que no pueden llegar a final de mes, se podrían subdividir por sus diferentes características en algunas más. Dentro de los sin techo encontramos los que piden y los que sobreviven gracias a las ‘ONGs’. Hay albergues y personas que en los días muy fríos van repartiendo comida, especialmente bebida caliente, café, leche… para paliar el frío que sus cartones no pueden evitar. Según Caritas unas 40.000 personas en España se encuentran en esta situación. Podemos aplicar el lema utilizado ‘estoy cerca que no me ves’, con lo que promueven las principales asociaciones que les prestan atención, añaden ‘¿Y tú qué dices? Di basta. Nadie Sin Hogar’. Existen soluciones de emergencia, con plazas de alojamiento temporales en albergues que según ellos no son eficaces y que les suponen una mala experiencia.


La droga ha vuelto, especialmente la más barata ‘el caballo’ (heroína), está de moda el ‘rebujito’: cocaína y heroína, por supuesto todos los derivados de la marihuna o cannabis como muchos le llaman, y los cientos de drogas en pastillas. Se han probado muchos métodos, incluso las narcosalas en donde se les daba droga, la metadona según algunos también engancha. Los médicos que trabajan con ellos cifran en un 10 % la recuperación, no hay seguimiento. Es muy duro y hay que legislar para erradicar esta lacra que tenemos, quizás el filósofo Escohotado no iba desencaminado cuando sugería despenalizar y vendar en farmacias, siempre con el control que se hace con otros medicamentos psicopáticos. Lo que no podemos es no hacer nada.


El tercer grupo, trabaja, lo busca incluso cuando esta en el paro. Comprendo que no le guste que los vecinos y muchos amigos lo sepan, por ello hay pisos donde suben sin ningún cartel y bajan con una bolsa. No hay colas, no hay aglomeraciones, por eso van más tranquilos. Se hace algo por ellos pero aquí tenemos que volcarnos todos para que puedan tener una vida mínimamente digna, ellos la buscan.

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