Vivir con el olvido

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Hay muchas enfermedades en dJacinto Seara 202onde casi abruptamente, como cuando se produce un ictus – una patología que produce DCA (Daño Cerebral Adquirido)-, o se revela un Alzheimer insidiosamente u otras enfermedades degenerativas que afectan al cerebro, provocan que la persona viva prácticamente en el presente. Lo sucedido minutos u horas antes desaparece del recuerdo del enfermo, del mismo modo que una gran parte de su vida, en especial los años más recientes, dejan de existir. Muchos son conscientes ya que puede que se siga conservando toda o una parte importante de la inteligencia y el razonamiento y lógicamente sufren: si algo les hace sonreír pueden llegar a tener presente que ese momento lo van a olvidar. Los que tienen más conciencia se dan cuenta que una parte de la sociedad los aparta, los “olvida”. Se encuentran con un problema añadido a la ya durísima vida que les ha tocado vivir, el de que los demás ya no tienen tiempo para estar con ellos. Es cuando se dan cuentan que viven en la “soledad” del olvido, doble, el de la sociedad y el de su propio cerebro. 



Vivimos una época en que todas las minorías son recogidas y contempladas en los Presupuestos del Estado, en los que se contempla la enfermedad, pero no el día a día de los que la sufren, o incluso el de los familiares que conviven con estos enfermos. La “sociedad” se siente ingenuamente tranquila porque existe una Ley de Dependencia, que a menudo llega tarde o incluso el enfermo fallece antes. Pero aun cuando sí se cumple y pueda ayudar a sobrellevar al enfermo, no puede evitar el sufrimiento de aquellos que han de vivir sin “recuerdos”. Cada vez somos más, ya no es una cuestión de viejos o ancianos, la padecen jóvenes y adultos con un proyecto aún de vida en proceso de construcción.


El entorno de estos enfermos los trata como alguien a quien le cuesta participar en las actividades tal y como lo hacía antes, pero no llegan a la profundidad del problema. No comprenden que la persona que tienen a su lado vive con muy pocos recuerdos, que al dejar ese lugar se olvidaran de dónde han estado, qué han disfrutado y con quién. No comprenden que no les beneficia el alejamiento, si no todo lo contrario, una ayuda y presencia habituales para que no se sientan olvidados en su propio olvido, lo necesitan.

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