Un DCA en la familia

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Si por desgracia uno se ve envuelto en un ICTUS o derrame cerebral, mientras el familiar está en la UCI solo se piensa en que salga, que sobreviva. No todos los ICTUS dejan huellas que alteran la vida, la mayoría muchos sí. Las familias de los supervivientes con secuelas tendrán que aprender a vivir con un DCA (Daño Cerebral Adquirido). Del recorrido que deben caminar se orienta algo en el hospital sobre dónde ir para trabajar las secuelas, pero poco de lo que va a ser la convivencia en el aislamiento, pues el entorno va desapareciendo a medida que la rutina va mostrando cuán difícil es dar el apoyo que la persona necesita. Vivir las 24h adaptando la vida que conocemos a una persona con DCA es una carrera de fondo. Y la persona que sufrió el DCA se da cuenta, llora y sufre, lo mismo que los familiares. ¡Cuántos llantos de los familiares por la noche o cuando no los ven!. Es lo que toca, no hay otro consuelo, ver cómo la persona con menos defensas que antes te necesita, ¿La vas a dejar sola?, no puedes te necesita y mucho, mucho.


Una manera de reducir el impacto del ICTUS es enseñar la detección precoz de la ocurrencia de un ICTUS. Cuanto más rápida la llamada al 061-112 menor riesgo de muerte y secuelas si la persona consigue sobrevivir. El Plan ICTUS de Galicia nos ayuda con la regla: Lo mejor para detectar “Lembre as 3F”, son los cambios en FALA (cuesta articular palabras sencillas), FACIANA (se tuerce la boca o no es capaz de mostrar todos los dientes al sonreír), FORZA (no puede mantener ambos brazos elevados durante 10 segundos). Hay otros síntomas, pérdida de sensación o debilidad, confusión, visión, dolor de cabeza de forma repentina.


¿Siendo la segunda enfermedad de muerte en España, la primera entre las mujeres?, ¿Viendo que va en aumento? ¿No se podría incrementar la cuantía para esas familias que no tienen dinero para costear la enfermedad?. Hay personas que no pueden pagar las terapias necesarias que no se acabarán nunca. Y un ruego, que se acuerden de los familiares que también lo necesitan. En ningún momento se les puede culpar a los terapeutas que dan mucho más de lo que pueden. Para terminar: aprendamos los ciudadanos a detectar, y que dediquen los gobiernos más dinero a la investigación para prevenir. Cuántas vidas se salvarían.

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