485 FONDOS VINCULADOS A ESTA BEBIDA MILENARIA

​La BNE y Vivanco presentan un portal web sobre el mundo del vino a través del arte y la literatura

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Santiago Vivanco, presidente de la Fundación y de Experiencias Vivanco; y Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional de España, han presentado el microsite Cultura de Vino http://culturadevino.bne.es Un compromiso con la cultura que, tras más de 2 años de ardua investigación bibliográfica e iconográfica, iniciada en mayo de 2014, permite que 485 fondos documentales, variados en cuanto al soporte, contenido y estética, y estrechamente vinculadas con el vino como inspiración o motivo, sean accesibles online para cualquier interesado en esta perspectiva documental de la cultura del vino.


Santiago Vivanco y Ana Santos 1507

Ana Santos Aramburo y Santiago Vivanco


Los 114 grabados, 22 dibujos, 39 documentos ephemeras y las 310 minutas, han sido seleccionados tras la consulta de más de 5000 fondos que custodia la Biblioteca Nacional de España. Cuatro años después, este microsite resume una intensa labor de localización, estudio, digitalización y difusión de la documentación existente en diferentes colecciones de la BNE, sobre todo en las gráficas, relacionadas de alguna manera con esta bebida que nos habla de 80 siglos de historia. 


A través de este portal web transversal de consulta, pionero en España, el usuario puede descubrir gráficamente los diversos documentos de manera sencilla, así como una detallada información que incluye el autor grabador, el dibujante, datación, descripción y técnica empleada en el caso de los grabados. Apuntes que también se especifican en el caso de los dibujos junto con el papel empleado y con el taller de impresión en lo que respecta a los fondos ephemera. En el caso de las minutas, los registros nos hablan de la publicación, datación, descripción, materias e iconografía que, en algunos casos, destacan por la belleza de unos motivos sorprendentes. El microsite http://culturadevino.bne.es permite combinar en la búsqueda varios campos, entre ellos el siglo de referencia, el tipo de documento o una terminología concreta, y ampliar el conocimiento del mundo del vino a través de estos fondos bibliográficos, u otros similares, disponibles en las web de La Fundación Vivanco y el Centro de Documentación del Vino, y de la Biblioteca Digital Hispánica.


El vino artístico, presente a lo largo de los siglos en los variados soportes


De entre los miles de documentos consultados y seleccionados destacan el gran número de grabados de autores sobresalientes de la historia del arte, que se conservan en el Servicio de Bellas Artes de la BNE, cuya iconografía está relacionada con el vino. Desde la estampa más antigua que se ha consultado, una xilografía titulada La última cena de Anónimo italiano de Venecia, previsiblemente grabado en 1478, hasta los contemporáneos, entre ellos Bacanal de Picasso o los últimos galardonados en el Premio Internacional de Grabado y Vino Pedro Vivanco, los cerca de 400 grabados estudiados (114 disponibles en http://culturadevino.bne.es) encontramos una interesante interpretación del vino según sus autores y épocas. En algunos casos se muestra esta bebida, y la vendimia de su fruto, como una alegoría, tal y como figura en El otoño de Jan Saenredam (s. XVII); las que presentan motivos puramente vegetales, como Raisin Muscat Rouge de Benoit Chirat (s. XIX); o composiciones a modo de bodegón con cálices, jarras y porrones, como Copa con asa con cuerpo de serpiente y cabeza de fauno (s. XVI) de Virgil Solis.


Tarjeta postal con publicidad del fortificante Vino de Aroud (Carne Quina)


Tarjeta postal con publicidad del fortificante Vino de Aroud (Carne-Quina)


A estos motivos iconográficos se suman los grabados mitológicos, numerosos en esta colección, gracias a las representaciones del Dionisos griego y del Baco romano, con sus respectivos cortejos o bacanales amenizados por silenos, faunos, sátiros o bacantes. Bacanal con la cuba de Andrea Mantegna (s. XVI) es un reflejo de la euforia del vino en las culturas clásicas. Además, las estampas consultadas en la BNE permiten un recorrido religioso a través de los pasajes representados del Antiguo y Nuevo Testamento, donde el vino se vincula directamente a la transustanciación, entre ellos La última cena (s. XVIII) de François Ragot, sobre composición original de Rubens, o Las bodas de Caná (s. XVI) de Cornelis Cort, sobre composición original de Lorenzo Sabatini o las escenas de género propias del siglo XVII, que nos acerca sin fisuras la mísera realidad de aquella época, tal y como refleja Tres bebedores (Vivitur Parvo Bene), de Cornelis Visscher, según composición original de Adriaen van Ostade. Un fascinante camino a través del arte del grabado, en el que la sátira del artista británico William Hogarth nutren A midnight modern conversation, Beer Street o Gin Lane. Una particular visión del vino que descubrimos en Papa borracho de Ricardo Baroja, así como en las estampas que durante estos años de investigación han permitido catalogar decenas de nuevos grabados sobre mitología báquica y otros temas.


Bacanal con la cuba Autor Andrea Mategna


Bacanal con la cuba de Andrea Mantegna (s. XVI) 


En torno a la centena de dibujos han sido estudiados entre los fondos de la BNE, 22 de los cuales pueden consultarse en el portal recién accesible al público. Previo al grabado, siempre hay un dibujo que posteriormente se estampa con las diversas técnicas imperantes. Entre estos trazos precisos con alma de vino predominan de nuevo los escenarios mitológicos, como Bacanal de Luis Paret y Alcázar (1770) o Vuelta de Baco de la India, de Raymond Lafage (168-), o los trazos de referencia cristiana de La cena del célebre autor italiano Ludovico Carracci.


La belleza de lo efímero, también en la gastronomía


Dentro de esta colección artístico-documental adquieren un especial interés las minutas o cartas de restaurantes. Un material novedoso que refleja una interesante información sobre los usos y costumbres culinarias y enológicas de la sociedad. Desde que en 1849 el sofisticado Duque de Brunswick adoptara la costumbre de solicitar a sus sirvientes que redactaran la lista de platos y bebidas que se ofrecían en sus codiciados banquetes, hábito distinguido que se extendió rápidamente entre la nobleza europea y que derivó en que cada comensal dispusiera de su propio listado de platos para saber con antelación lo que iba a degustar, la minuta se ha convertido en un arte que, tal y como reflejan estas cartas de restaurante, también se come con los ojos.


Gran parte de las minutas de restaurantes son españolas, en su mayoría del restaurante madrileño Lhardy (233) y de diversos establecimientos catalanes, aunque esta perspectiva del vino sobre papel impreso nos ha llegado desde Francia, Suiza, Inglaterra y Alemania, muchos de ellos manuscritos o impresos en francés, como eco de la distinción del establecimiento y el propio origen del menú. De entre los 1750 menús catalogados,730 de los cuales ha digitalizado la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino, destaca la minuta más antigua, que data de 1877, y los diversos motivos de celebración: desde las tradicionales bodas, hasta banquetes reales o fiestas navideñas. Incluso las hay en blanco, ya que servían de plantilla en las imprentas para ofrecerlos como muestra a los restaurantes.


La belleza de los materiales que nacieron sin vocación de permanecer en el tiempo, son especialmente singulares en la Ephemera(conjunto de impresos efímeros). El Servicio de Bellas Artes de la BNE ha conseguido reunir, catalogar y conservar una magnífica colección relacionada con el mundo del vino y su iconografía. 


La tipología de estos documentos es muy variada: calendarios de bolsillo y murales, como el de Viña Tondonia de principios del s. XX; tarjetas postales con publicidad de vinos fortificantes o reconstituyentes;tarjetas publicitarias como la serie de cromos El carnaval de Vinos San Román; felicitaciones de Navidad de diversos oficios vinculados a la bebida, entre ellos el de tabernero; recordatorios y estampas devocionales; tarjetas y prospectos de productos y establecimientos comerciales, como las de bodegas; etiquetas de bebidas, la mayoría de vinos, aunque las hay de caramelos, frutas o conservas; habilitaciones y marquillas cigarreras, paipáis publicitarios y otros pequeños documentos que, sin lugar a dudas, son un placer para la vista. De hecho, algunos de los artistas que ilustraron estos documentos son máximos exponentes del Modernismo. Las ilustraciones de Alexandre de Riquer, Ramón Casas y Miguel Utrillo, o la tarjeta comercial de Cinzano de Leonetto Cappiello, distan de su inicial caducidad en el tiempo.


El resto de soportes estudiados ausentes en el microsite Cultura de Vino


Si bien el actual microsite atestigua parte de la historia del vino a través de la publicación de medio millar de documentos gráficos, a lo largo de este proceso de investigación se han estudiado un total de 5000 materiales gráficos y bibliográficos, aproximadamente. Entre ellos destacan la colección de carteles que, gracias a la iniciativa del bibliotecario de la BNE, D. Jenaro Alenda, comenzó a crearse en 1867 bajo el nombre de “Varios”. El origen del cartel, entendido como soporte en materiales como papel, cartón e incluso metal, con la finalidad de informar de una idea o un producto, se remonta a las civilizaciones de Grecia y Roma. La interpretación publicitaria actual data de finales del s. XIX.


Desde 2014, el estudio de este proyecto conjunto entre la Fundación Vivanco y la BNE se ha centrado en los denominados carteles publicitarios, en su mayoría posteriores a 1957, por su ingreso en la Biblioteca Nacional de España por Depósito Legal. Los más vistosos iconográficamente hablando son los de los primeros años hasta la década de los setenta del siglo XX, en los que se reproducen figuras humanas, especialmente mujeres jóvenes ataviadas conforme a la época, en la que abundaba la publicidad de bebidas alcohólicas. 


El grupo de carteles Ferias de la Vendimia o Fiestas del Vino, entre ellos los jerezanos, los de Villanueva del Ariscal (Sevilla) o los de Requena, se suman a carteles iconográficamente notables gracias a Tío Pepe, Osborne, Quina Santa Catalina o Anís del mono. Esas imágenes que podemos rescatar del imaginario colectivo llevan la rúbrica de grandes ilustradores y cartelistas como Juan Montes, que firmaba como “Mamelón” o “Dibujos Mamelón”, Juan Padilla Lara, Ricardo Anaya Gómez, Rafael Raga Montesinos, Manuel Muñoz Cebrián, Luis Pérez Solero o los decimonónicos Penagos, Bartolozzi y Pioty. Son joyas publicitarias entre las que cabe destacar el cartel de Anís del Mono, ganador del primer premio del Concurso de Carteles de Vicente Bosch, ilustrado por Ramón Casas.



Exlibris significa, literalmente, “de entre los libros”. Elaborados en papel verjurado, avitelado o papel Japón, entre otros, esta pequeña estampa, etiqueta, rótulo o sello, adherido o estampado sobre la guarda, el reverso de la cubierta o tapa, o sobre la primera hoja en blanco de un libro, expresa propiedad e información sobre el dueño del ejemplar o la biblioteca propietaria. En esta ocasión se han estudiado un total de 2500 referencias, con ayuda de una lupa en varias ocasiones. Las colecciones de exlibris recopiladas por sus propietarios los señores Porter y Concepción Montsalvatge de Barcelona, y Sáenz Fernández Casariego de Madrid y, posteriormente, la de Concepció Careaga en 1977, fueron adquiridas por la BNE entre 1968 y 1969. 


Entre estas obras de arte en miniatura encontramos excelentes grabadores del siglo XIX y principios del siglo XX, realizadas con diversas técnicas de estampación y de temática muy variada, decoradas con grecas y cenefas ornamentales, principalmente racimos de uvas y hojas de parra, y recurrentes motivos iconográficos como cornucopiasrebosantes de frutas, vides, copas, jarras, ánforas, copas de champagne o cráteras griegas. Vicente Bosch, Ismael Smith i Marí, artista polifacético hispano-estadounidense cuyas planchas de grabados se conservan en la Calcografía Nacional o Alexandre Cardunets Cazorla, son algunos de los artistas que incrementan el valor artístico de un libro entre las manos.


Cabe destacar que durante estos años de investigación, se han consultado más de 500 monografías, de las que de 200 se ha aportado al proceso de “Enrichment” de la BNE (enriquecimientode los registros del catálogo, a los que se añade un resumen documental de los libros consultados). La más antigua de todas ellas es De re rustica, Libro III,de Lucius Junius Moderatus Columella, datada en torno al año 42 d.C. La edición más antigua conservada en BNE y consultada a través de Biblioteca Digital Hispánica es una edición incunable de 1472, publicada en Venecia por Nicolaus Jenson. Sin duda alguna, una obra de gran valor documental e histórico que profundiza, junto al resto de materiales estudiados, catalogados y publicados gracias a este proyecto entre la Fundación Vivanco y la BNE, en la fascinante cultura del vino a lo largo de 80 siglos.

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