Arenales blancos con aguas cristalinas, montañas de ‘chocolate’, pequeños animales con ojos enormes y una artesanía reconocida en todo el país, son algunos de la infinidad de encantos que posee la isla de Bohol. Situada en el corazón del archipiélago de Filipinas, esta isla de forma ovalada se convierte en un lugar de ensueño como destino vacacional.
Bohol aúna en una sola provincia todos los encantos presentes en Filipinas: de Cebú, su rica historia y herencia española; de Palawan, su exuberante flora y fauna inusual y de Boracay, sus playas de arena blanca y el ambiente del complejo. La mejor época para visitarla es desde el mes de marzo al mes de junio.
Más de mil doscientas colinas perfectamente simétricas forman el Chocolate Hill, la atracción más famosa de esta provincia, nombrada Monumento Geológico Nacional. Ubicadas cerca de la ciudad de Carmen, durante los meses de verano su cubierta verde torna en un tono marrón que recuerda a los bombones de chocolate, de ahí su peculiar nombre. Entre ellas, dos ofrecen instalaciones turísticas como una terraza, un restaurante y un albergue.
Colinas de Chocolate en Bohol
Unos ojos enormes y fijos al cráneo, un peso de poco más de 100 gramos, una longitud de 15 centímetros y la capacidad de poder girar la cabeza 180º a cada lado. Los tarseros filipinos también son uno de los reclamos turísticos de la isla y se pueden encontrar en Loboc, pero en la ciudad de Corella se localiza la Philippines Tarsier Foundation, donde se pueden ver en su hábitat natural.
Tarsero filipino
Los adictos al buceo y snorkel encuentran en Bohol el lugar idóneo para sumergirse y disfrutar de increíbles jardines de coral llenos de vida marina colorida. Panglao, Parrilacan, Cabilao o Belicasag son sinónimos de excelente buceo, y en esta última pequeña isla con forma de coral, los buceadores pueden disfrutar de una inmersión rodeados de tortugas, innumerables peces arrecife, peces lobo o peces rana.
Buceo entre corales en Belicasag
La costa sur de Bohol está repleta de numerosos arenales, algunos tan populares como Alona Beach, donde se puede disfrutar de un gran número de resorts y restaurantes, donde la vida nocturna es muy animada en su más de un kilómetro de playa o la Virgin Island, conocida por su ‘lengua’ de arena que se puede ver cuando el mar está bajo. Es habitual encontrarse pequeños puestos de pescados y mariscos recién sacados del mar sobre este arenal.
Alona Beach
Desde el Puente Loay, lugar en el que desemboca el río, se puede disfrutar de una ruta por sus serenas aguas rodeadas de infinidad de palmeras en su orilla en bote o en una lancha motorizada que termina próxima a las cascadas de Tontonan con una sesión de baño.
Crucero fluvial por el río Loboc
Cascadas de Tontonan en el Río Loboc
Innumerables especies de aves, mariposas, flora y fauna prosperan por sus más de 9.000 hectáreas. El Paisaje Protegido Rajah Sikatuna es un paraíso para los amantes de la naturaleza y de las aves. El Parque posee rutas para la observación de aves a las que se recomienda llevar cintas de birdcall para atraer a los pájaros.
Paisaje Protegido Rajah Sikatuna
Es otro de los arenales más atractivos de la región, Kain-git Beach se encuentra cerca del corazón de Tagbilaran. Naturalmente protegida por las barreras naturales, este arenal está encerrado en una cala con un oleaje suave y tranquilo, ideal para aquellos turistas que buscan la tranquilidad y el contacto con la naturaleza.
Playa Kain-git Beach
Como su nombre indica, el Man-made Forest es un bosque creado por el hombre que se encuentra entre los bosques naturales de Loboc y Bilar. Décadas atrás, la deforestación fue la causa para la construcción de este bosque que se extiende dos kilómetros repletos de árboles de caoba de igual uniformidad, sus ramas se unen en el punto más alto bloqueando completamente el sol.
El Man-made Forest
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