desde este viernes, 12 de mayo, al 17 de septiembre

Guggenheim Bilbao acoge la exposición "París, fin de siglo. Signac, Redon, Toulouse-Lautrec y sus contemporáneos"

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Signac-Saint-Tropez-fontaine-des-Lices-1895.


El Museo Guggenheim Bilbao ha presentado este jueves la exposición "París, fin de siglo. Signac, Redon, Toulouse-Lautrec y sus contemporáneos", una muestra de la vanguardia francesa de finales del siglo XIX con obras pertenecientes en su mayoría a fondos europeos privados.



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La exposición, compuesta por 125 obras entre pinturas al óleo y al pastel, dibujos, grabados y estampas, se centra en las innovaciones radicales del Neo-Impresionismo, el Simbolismo y los Nabis e incluye creaciones de artistas como Paul Signac, Odilon Redon, Pierre Bonnard y Henri Toulouse-Lautrec.



La muestra se podrá ver en tres salas consecutivas de la tercera planta de la pinacoteca bilbaína, desde este viernes, 12 de mayo, al 17 de septiembre. La primera de las salas está dedicada al Neo-Impresionismo, la segunda al Simbolismo y la tercera y última a los Nabis, en la que ocupa un lugar predominante Toulouse-Lautrec.



El final del siglo XIX acogió en París una gran variedad de movimientos artísticos, y a finales de la década de 1880 emergió una generación de artistas que incluían a los neo-impresionistas, los simbolistas y los nabis. La exposición ahonda en estas vanguardias, centrándose especialmente en algunas de las figuras más destacadas de la época, xomo: Pierre Bonnard, Maurice Denis, Maximilien Luce, Odilon Redon, Paul Signac, Henri de Toulouse-Lautrec y Félix Vallotton.



En la presentación de la exposición, han recordado que el Neo-Impresionismo hizo su debut como entidad propia en una de las salas de la octava (y última) Exposición Impresionista en París, en 1886, liderada por Georges Seurat. Ese mismo año, Félix Féneon, crítico de arte y paladín de ese grupo, forjó el término "Neo-Impresionismo" en un artículo, y cuando falleció Seurat, aún joven, Paul Signac tomó su lugar como líder y teórico del movimiento.



A los principales neo-impresionistas _Henri-Edmond Cross, Maximilien Luce, Seurat y Signac_ se unió Camille Pissarro, previamente impresionista, al igual que artistas con similares intereses que provenían de países cercanos, como el pintor belga Théo van Rysselberghe.



PissarroBriqueterieDelafolieAEragny1888


Pissarro - Briqueterie Delafolie  A Eragny 1888


Estos pintores vanguardistas usaron teorías científicas sobre el color y la percepción para crear efectos ópticos en obras puntillistas, inspirados en los nuevos métodos ópticos y cromáticos desarrollados por los científicos.



Tuvieron especial relevancia la teoría del químico francés Michel-Eugène Chevreuil, 'De la loi du contraste simultané des couleurs et de l'assortiment des objets colorés' (1839) y la del físico americano Ogden Rood, 'Modern Chromatics' (1879).



Esta aproximación moderna y revolucionaria a la pintura se caracterizó por la yuxtaposición de pinceladas individuales de pigmentos para crear el efecto visual de un color intenso y único. Con su manera de disponer los colores complementarios y el uso de formas difusas, los neo-impresionistas producían composiciones unificadas.



Así, la representación del impacto de la luz sobre el color al ser refractada sobre el agua, filtrada a través de las condiciones atmosféricas, o propagada a través de un campo, era una preocupación constante en ellos.



SIMBOLISMO



Por su parte, el Simbolismo empezó como un movimiento literario en la década de los 1880, y su ideario fue resumido en 1886 cuando el poeta Jean Moréas publicó el "Manifiesto Simbolista" en el periódico francés Le Figaro.



Sin embargo, las filosofías idealistas y las cualidades formales del lenguaje no tardaron en infiltrarse en el campo de las artes visuales. El término "Simbolismo" se aplica a una variedad de artistas que comparten las mismas metas "anti-naturalistas".



A veces, las obras neoimpresionistas o nabis son identificadas como Simbolistas debido a sus formas peculiares y temas alusivos, como las de Maurice Denis, que recurrió a temas religiosos y alegorías empleando líneas sinuosas y zonas planas, y cubriendo por completo las superficies dibujadas. Una de las figuras más importantes del Simbolismo fue Odilon Redon.



Por otro lado, la técnica del grabado, tanto la litografía como el grabado sobre madera, renació en Francia a raíz de la exposición de estampas japonesas en la Escuela de Bellas Artes en 1890. Los responsables de este renacimiento son los nabis, junto con el artista Henri de Toulouse-Lautrec.



Los nabis (palabra que proviene del hebreo "profeta") formaban una fraternidad con rasgos comunes y su arte estaba influenciado por los planos de colores uniformes y la disposición de trazos del Sintetismo clave de Paul Gauguin, al igual que por las bruscas delineaciones y composiciones bidimensionales de los grabados japoneses.



Renunciando a la pintura de caballete, la obra de los nabis estaba presente en medios como grabados, posters e ilustraciones de periódicos como La Revue blanche, que pertenecía a Thadée Natanson.


Durante la década de 1890 estos artistas experimentaron con las posibilidades que ofrecía el contraste de los grabados sobre madera, como el "ingenioso" uso del blanco y negro por parte de Félix Valloton en sus comentarios mordaces sobre la sociedad parisina.



A otros nabis, como Pierre Bonnard y Édouard Vuillard, les fascinaba la litografía en color. Estos artistas produjeron numerosos carteles y porfolios por encargo de marchantes, entre los que destaca el galerista Ambroise Vollard. Por su parte, Toulouse-Lautrec centró sus energías en el arte del cartel, creaciones de gran tamaño, "atractivas y brillantes" que eran anuncios efímeros que se exponían por las calles de París.

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