Sudáfrica: Viñedos, paisajes y sobre todo Safaris

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     La naturaleza y la vida salvaje hacen de Sudáfrica un destino que atrae por muchas razones. Y es el único país del mundo que no hace falta buscar en el globo terráqueo para ubicarlo: su nombre lo dice todo.


    Su trepidante historia ha dibujado una situación singular en el continente africano. Desde que Vasco de Gama recaló en su costa más meridional, buscando una ruta hacia la India, han ido llegando colonos blancos de origen germánico. Allí los holandeses establecieron, en 1653, una pequeña factoría de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, conocido como VOC iniciales de Vereenigde Oost-Indische Compagnie y pronto se convirtió en un asentamiento que con el tiempo dio lugar a la Ciudad del Cabo. Poco a poco llegaron nuevos colonos procedentes de Alemania, Flandes y también de Francia que llevaron consigo la cultura del vino, encontrando unas tierras fértiles en la que la viticultura se convirtió en un importante activo. Los inmigrantes de origen holandés tomaron el nombre de bóer, que quiere decir campesino, y luego, en un sentido más amplio, se les denominó afrikaner. Pero los ingleses también querían parte del pastel y se pusieron manos a la obra consiguiendo que en 1806 pasase a ser colonia británica.


Más tarde se fueron adentrando en el continente en busca de nuevos territorios, entrando en colisión con la población indígena, de raza negra, que mucho tiempo antes también había sido inmigrante desde otras zonas de África. Esta situación dio lugar al Apartheid, un sistema de segregación racial implementado por la minoría blanca entre 1948 y 1994, que clasificaba a las personas por su raza y les negaba sus derechos. Hoy, afortunadamente, esta discriminación está abolida al menos sobre el papel, aunque la población sigue arrastrando el lastre de aquellos años vividos.


    Su diversidad de culturas etnias, idiomas y creencias hacen que se le conozca como la nación del arco iris.


     Uno de los alicientes del país es conocer la vida salvaje a través de los safaris que se pueden realizar en alguno de los 21 parques nacionales del país, administrados por la South África Nacional Park (SAN Park), que cubren más de 4 millones de hectáreas.


    Comenzando nuestro recorrido por Ciudad del Cabo, el primer Parque Nacional que nos encontramos es la Montaña de la Mesa, un espléndido mirador para contemplar la ciudad. El Parque se extiende de norte a sur, a lo largo de las montañas que componen la columna vertebral de la península del Cabo, contando con dos lugares emblemáticos: el propiamente llamado Mesa que se presenta a la vista como una meseta horizontal, aunque en realidad la componen hasta 17 picos a lo largo del litoral Atlántico, entre ellos el Pico del Diablo, la Cabeza de León, los 12 Apóstoles… No es, desde luego, el lugar donde encontrar abundante fauna, que desapareció hace siglos a manos de los colonizadores europeos, pero sí es posible visitar la colonia de pingüinos de Boulders ya camino del segundo lugar de visita imprescindible, el Cabo de Buena Esperanza. Un paraje espectacular que llenó de esperanza a Vasco de Gama pero que encierra dos mentiras asentadas en el imaginario popular, ni es el punto más meridional del continente africano, ni es el punto donde confluyen los océanos Indico y Atlántico. Ese lugar que hay que situarlo un pelín más al sur, en el Cabo de las Agujas.


    Avanzando hacia el noreste y antes de encontrarnos con las reservas de grandes animales, se llega a una región donde el terreno es propicio para la producción de vino. Cerca de Stellenbosch, la capital de la región, hay varias bodegas con tradición y solera, como Tokara Wine Estate en la que trabajan con distintas variedades de uva: Shiraz, Cabernet Sauvignon, Chardonay, Merlot y algunas más, cuyas cepas originales fueron llevadas desde Francia por los hugonotes franceses huidos de las guerras de religión y que allí fueron a refugiarse.


  • Parques Nacionales y reservas privadas


    El Addo Elephant National Park, es el primero de los grandes parques que visitamos y el tercero en extensión del país a lo largo de la llamada Ruta Jardín. El rey del parque es, sin duda alguna, el elefante de los que cuenta con alrededor de 600 ejemplares. Hazaña de repoblación y sostenimiento pues en 1931 solo quedaban 16 elefantes en la zona a causa de la depredación humana. Muchas veces, al referirse a este parque, se dice que alberga a los Siete Grandes y nos preguntamos ¿pero no eran Cinco los “Grandes”? Y es que, con su última ampliación para incluir la Reserva Natural de Cabo Woody y una reserva marina que incluye las islas St. Croix y Bird, ha llegado hasta el Océano Índico, y a los tradicionales león, leopardo, elefante, rinoceronte y búfalo, hay que añadir a la ballena franca austral y al tiburón blanco que también son muy grandes.


     Además de realizar safaris en los Parques Nacionales una grata experiencia es hacer alguno en reservas privadas, donde los avistamientos están más garantizados, a la vez que los alojamientos son más cómodos, lujosos y los servicios más esmerados.


    Es importante comprender la diferencia entre un safari privado y moverse por cuenta propia en uno de los Parques Nacionales. Las reservas privadas en Sudáfrica ofrecen experiencias más exclusivas, tanto en los servicios de los alojamientos como en el propio safari que cuenta con guías altamente cualificados que conducen vehículos con permiso para salirse de la carretera convencional y aproximarse aún más a la fauna observada.


     A lo largo de la Ruta Jardín hay varias reservas privadas. Conocimos el Garden Route Game Lodge, al sur del Addo National Park, en la localidad de Albertina. Esta reserva concentra una cantidad de más de 400 animales de 24 especies distintas, además de disponer alojamientos de lujo en lodges y chalés privados con tejado de paja.


     Este tipo de experiencia lo encontramos también en el Gondwana Game Reserve donde las instalaciones para los huéspedes alcanzan la categoría de un establecimiento de cinco estrellas, distribuyéndose en varias zonas según las necesidades del viajero. Las catorce suites de Kwena Lodge, las doce habitaciones de Bush Villas son ideales para parejas y sobre todo las espaciosas Villas Lehele que ofrecen todas las comodidades de una casa, para familias y grupos. Con tres o cuatro dormitorios cada una, con su baño privado y un amplio salón en dos alturas, con chimenea, terraza con barbacoa, algunas con piscina privada y vistas a un entorno fantástico proporcionan una vivencia única.


      En el extremo norte del Addo N.P. se encuentra el Kuzuko Lodge, otra reserva privada de 15.000 hectáreas que propone estancias con servicios completos tanto de comidas como de actividades, que incluyen dos safaris diarios, al amanecer y al atardecer, cuando es más fácil avistar a la fauna salvaje que acude a beber en los remansos de agua. La salida vespertina se remata con una parada en un lugar apropiado desde el que ver la puesta de sol, durante la que el huésped es agasajado con un refrigerio relajado que le pone en contacto con otros huéspedes e intercambiar experiencias.


    Para disfrutar completamente de este tipo de safaris se requiere una estancia mínima de dos noches para pasar un día entero en la reserva y disfrutar de todos los servicios que se pueden encontrar incluyendo piscina, spa, gimnasio, sala de conferencias, salones, bar y restaurante con un servicio gourmet.


  • Mountain Zebra National Park


    Todavía en la provincia del Cabo Oriental encontramos el Mountain Zebra National Park que se estableció en 1937 con el propósito de proporcionar una reserva natural para la cebra de montaña del Cabo que estaba en peligro de extinción. El embrión de este parque estuvo en la donación de un terreno de Hans Jurgen Lombard al que se añadieron nueve granjas circundantes que se repoblaron con unas pocas cebras de montaña que quedaban. Con el tiempo se fue expandiendo hasta abarcar más de 28.000 hectáreas de terreno y actualmente albergan a mil cebras junto con otros animales como el rinoceronte negro, el búfalo, el guepardo, la hiena marrón y el león.


   Además del interés que tiene su reserva animal, este Parque Nacional encierra también una gran riqueza geológica que proporciona una singular belleza al paisaje. Las escarpadas alturas de la codillera Bankberg abarcan llanuras onduladas y valles profundos. El parque está compuesto por rocas metamórficas foliadas compuestas de los mismos minerales que el granito, pero con orientación definida en bandas, con capas alternas de minerales claros y oscuros de hace más de 500 millones de años a los que se han añadido acumulaciones sedimentarias más recientes.


  • El Kruger y los parques del norte


    Todavía no me explico por qué he de mencionar el Kruger National Park con otros parques del norte. Porque ya, por sí solo, es El Parque, con mayúscula. Con una superficie similar a la de toda la provincia de Cáceres, distribuido de norte a sur a lo largo de 350 Km y una anchura de 60 Km. resulta algo que se me antoja inabarcable.


    Pero antes de llegar no puedo dejar de mencionar el Parque Nacional de Hluhluwe-Imfolozi que cuenta con la mayor población de rinocerontes blancos del mundo, además de los otros “cuatro grandes”: león, búfalo, elefante y leopardo.

En realidad, es la combinación de dos reservas naturales muy antiguas: Umfolozi en la zona sur, situado entre los dos ríos Umfolozi, el llamado Blanco y el Negro y Hluhluwe que abarca desde las tierras bajas en los bancos del río Umfolozi hasta tierras de colinas abruptas, que incluyen algunos amplios y profundos valles. Se asienta en territorios de lo que fue el reino zulú, lo que no precisa mucho su ubicación porque este imperio llegó a dominar gran parte de lo que es hoy KwaZulu-Natal y África meridional.


    Y por fin el Kruger se nos antoja como el rey de los parques. Se tienen pruebas que el hombre prehistórico deambulaba por esta región dejando evidencias en forma de pinturas y grabados rupestres. En 1898, Paul Kruger, presidente de la república de Transvaal, autorizó crear una reserva de animales que paliara la amenaza que suponían los cazadores furtivos atraídos por el comercio de pieles y de marfil. En 1902 el escocés James Stevenson-Hamilton fue nombrado primer guardabosques oficial y sus métodos para la erradicación de la caza furtiva fueron un completo éxito. En 1927 el parque se abrió al público


    El parque nacional Kruger se divide en seis ecosistemas, siendo los que están más al sur donde se concentra la mayor parte de la fauna y, en consecuencia, la mayor parte de los turistas. Los trazados de carreteras y caminos autorizados para los vehículos permiten peinar gran parte del territorio. En los Resort y estaciones de avituallamiento suele haber un plano en el que se marcan con colores los avistamientos del día precedente y del día en curso dando útiles pistas al viajero, pero lo que suele ser definitivo es ver un grupo de coches parados en la carretera con los teleobjetivos y móviles preparados para la acción.


    Una manada de elefantes cruzando un río… una pelea de antílopes con los cuernos entrelazados… una familia de rinos bebiendo agua… o un león paseándose por la carretera pueden hacer que el día sea triunfal.

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