​Un nuevo dogma

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Luisgulin 1

    De repente, el alcohol ya no se considera un estimulante, sino un veneno celular. Atrapada entre el dogma de la OMS y el fervor moral, nuestra cultura centenaria del disfrute del vino está en peligro. El consumo de vino está disminuyendo drásticamente en Europa. Donde la cultura del vino fue antaño  a la personificación de un estilo de vida, hoy se le cuestiona. 


     Desde otoño de 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda abstenerse de consumir alcohol. Ha declarado que ninguna cantidad, por pequeña que sea, es segura, y que cada copa de vino conlleva un riesgo. Nadie discute que el alcohol causa enfermedades, destruye vidas y las acorta. Pero quienes enferman por el consumo de vino constituyen un grupo mucho más pequeño de lo que sugiere el debate público. Sin embargo, todos lo sabemos: el consumo moderado es más difícil de comunicar que las prohibiciones con una carga moral. 


     Tres importantes estudios universitarios contradicen las conclusiones de la OMS: demuestran que el consumo moderado de vino, integrado en una dieta mediterránea, puede asociarse con una mayor esperanza de vida y un menor estrés cardiovascular. En cambio, se está gestando una guerra de fe en los medios de comunicación. Un periódico publicó hace algunas semanas un artículo diferenciado que destacaba los efectos positivos del vino. Apenas unos días después, apareció otro artículo en otra publicación, afirmando lo contrario. Sin discusión, sin clasificación: simplemente un nuevo dogma.


     Estamos ante una sociedad que ha olvidado que el disfrute no tiene por qué ser cuestión de excesos, ni la responsabilidad tiene por qué ser cuestión de prohibiciones.

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