Santiago de Compostela sufre una situación cada vez más complicada debido al fuerte incremento de peregrinos y turistas que llegan hasta la capital gallega, considerada la meta del célebre Camino de Santiago.
Catedral de Santiago de Compostela, (foto: Antón Alonso)
Lo que durante siglos fue un destino espiritual hoy se ha convertido en un foco internacional de turismo masivo, con consecuencias que impactan directamente en la vida cotidiana de los residentes.
Ante la creciente presión, asociaciones vecinales han intentado promover un turismo más respetuoso. En diferentes idiomas han distribuido guías que recuerdan a los visitantes la necesidad de mantener el respeto por el entorno, moderar el ruido, circular correctamente y proteger con cubiertas de goma los bastones de senderismo que dañan el suelo empedrado. Sin embargo, las normas rara vez se cumplen, y las redes sociales locales se llenan de denuncias sobre comportamientos poco cívicos y a menúdo vandalicos.
La verdadera molestia, según los vecinos, es el desbordamiento de personas en el casco histórico y en las plazas cercanas a la Catedral de Santiago, donde se encuentra la tumba atribuida al Apóstol Santiago.
Estos espacios, que fueron el corazón de la ciudad durante más de un milenio, hoy están dominados casi exclusivamente por visitantes, provocando la expulsión de residentes y un marcado cambio en la fisonomía urbana.
El auge del Camino no se detiene. Solo en 2024, más de medio millón de peregrinos recorrieron alguna de las rutas oficiales, cifra cinco veces superior a la población local y 725 veces mayor que hace cuatro décadas. A estos se suman miles de turistas que llegan sin haber realizado la caminata, multiplicando el impacto sobre la vivienda, los servicios y la movilidad.
El fenómeno ha disparado los precios de alquiler en un 44% entre 2018 y 2023, según un estudio de la Universidade da Coruña. Como respuesta, el ayuntamiento prohibió en 2024 los alojamientos turísticos en la zona monumental y pidió al gobierno regional declarar la ciudad como zona de alta presión turística, al estilo de Barcelona o San Sebastián. Aun así, continúan detectándose casos de pisos de alquiler turístico clandestino que alteran la convivencia de los vecinos.
Las consecuencias para los residentes son muy graves. Jóvenes y familias se ven obligados a abandonar la ciudad por la falta de viviendas asequibles, mientras los comercios tradicionales desaparecen, sustituidos por tiendas de recuerdos, heladerías y cafeterías pensadas para el consumo rápido del visitante. Hoy apenas quedan unos 3.000 habitantes en el centro histórico, una cifra que se ha reducido a la mitad en apenas dos décadas.
Aunque para muchos el Camino de Santiago conserva su esencia espiritual, incluso algunos peregrinos reconocen que la experiencia se ha visto alterada por las multitudes.
La masificación del Camino de Santiago causa perjuicio a los habitantes locales debido a la saturación de recursos y servicios, la pérdida del carácter espiritual de la peregrinación y el deterioro de la convivencia. Los problemas incluyen el aumento de ruido y desorden, la expulsión de pequeños comercios locales por negocios turísticos, la saturación del espacio público y el aumento del precio de la vivienda.
Masificación de Peregrinos en Santiago de Compostela (Foto: Atlántico Diario, www.atlantico.net)
La llegada masiva de peregrinos, especialmente en las zonas más transitadas de Santiago y otras del recorrido del camino como Sarria o Portomarín, genera quejas por el ruido en la calle, con gritos y cánticos.
“Se está perdiendo parte de la espiritualidad que antes caracterizaba la ruta”, comentan quienes repiten la experiencia año tras año. Entre la devoción y la masificación, Santiago enfrenta el difícil equilibrio entre su identidad cultural y la creciente presión del turismo global.
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