Cuando la IA potencia el talento humano

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Tom Founder Embat 220

    La inteligencia artificial es una realidad imparable que ya está marcando un antes y un después en el mundo empresarial y, especialmente, en el financiero. Según el informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, en 2024, el 11,4 % de las empresas españolas con 10 o más empleados utiliza tecnologías de inteligencia artificial (IA), un porcentaje que asciende al 44 % en el caso de las empresas con más de 249 empleados. Sin embargo, su introducción no puede reducirse a una moda tecnológica ni a una implementación exclusiva del departamento de IT. Su verdadero impacto se logra cuando se integra de forma transversal en la organización, guiada siempre por el talento humano y respaldada desde el equipo directivo.


   Tradicionalmente, la mayoría de equipos, desde finanzas hasta recursos humanos o marketing, han estado centrados en tareas manuales, procesos repetitivos y decisiones basadas en información fragmentada o desactualizada. La automatización y el acceso a datos en tiempo real están cambiando esta realidad, permitiendo que los profesionales se liberen de la operativa para enfocarse en su crecimiento personal, profesional y empresarial. En áreas como las finanzas, por ejemplo, ya es posible automatizar más del 90% de los asientos contables asociados a movimientos bancarios, liberando hasta 10 horas semanales por equipo. Esto no solo minimiza errores, sino que permite destinar esos recursos a decisiones de mayor impacto estratégico.


    Un ejemplo concreto es el de la previsión de tesorería en el mundo de las finanzas. Mediante algoritmos de aprendizaje automático, ya es posible anticipar la evolución de los flujos de caja, lo que permite a los equipos financieros gestionar la liquidez de forma más segura y proactiva. Esta capacidad predictiva no solo aporta tranquilidad operativa a la empresa, sino que permite tomar decisiones financieras con mayor antelación, reduciendo los márgenes de error y fortaleciendo la capacidad de la organización para adaptarse y superar desafíos.


    Más allá de los indicadores económicos clásicos como el ROI, la implantación de la inteligencia artificial está dando lugar a una nueva métrica clave: la felicidad operativa. Al liberarse de estas tareas repetitivas, los equipos pueden estar más centrados en aportar valor a la empresa, más motivados y desde un enfoque mucho más humano. La IA, bien implementada, no solo mejora la eficiencia, sino que transforma la experiencia laboral. Estudios como los de PwC revelan que los equipos financieros que trabajan con herramientas de IA y automatización registran hasta un 33 % más de productividad y una mejora significativa en el clima laboral. Sus efectos son tan evidentes como positivos: una mayor retención de talento, más capacidad para innovar y un alineamiento más claro con los objetivos estratégicos de la compañía.


    No obstante, su implementación no puede depender de iniciativas aisladas de perfiles estratégicos o trabajadores de la empresa; su integración debe partir del convencimiento estratégico de los niveles de mando de la compañía. Estos son los encargados de introducir y transmitir esta tecnología y sus virtudes como un punto de soporte al trabajo diario de los equipos. Es fundamental evidenciar que en ningún caso sustituye al trabajo humano, sino que lo facilita. Tampoco debe ser vista como un proyecto de IT al que, casi por obligación, los empleados deban adaptarse. Idealmente, se trata de un cambio cultural transversal diseñado para facilitar el día a día de todos los trabajadores, y que, para que sea exitoso y adaptado por todo el equipo, debe nacer del compromiso del equipo directivo.


    Es especialmente relevante la integración humana de la IA en los equipos de una empresa porque esta tecnología debe estar siempre gestionada por la ética, la supervisión y una gobernanza clara que responda a los valores corporativos de la compañía. Las decisiones automatizadas no pueden ni deben escapar al criterio humano, deben estar al servicio del negocio, no al margen de él. Una IA sin control o con un uso autónomo y descentralizado puede ser un generador de sesgos, destruir la confianza entre los equipos y generar decisiones opacas. Es por eso que la integración del talento humano es la garantía de calidad, empatía y supervisión.


   La IA no es una fórmula mágica, sino una nueva forma de tecnología cuyas posibilidades son infinitas y en gran parte desconocidas. Cuando se integra de la mano del talento humano, acompañada de una estrategia clara y una cultura abierta al aprendizaje, puede convertirse en una poderosa palanca de cambio. Es fundamental entender su adopción como un potenciador del talento, nunca como su sustituto. No se trata únicamente de transformar procesos, sino de evolucionar la mentalidad empresarial para que las personas cuenten con más tiempo, datos y herramientas que les permitan tomar las mejores decisiones estratégicas para sus organizaciones. Cuando se usa con propósito, la inteligencia artificial no solo transforma procesos, transforma el trabajo en algo más humano.


Por Tomás Gil, CTO de Embat

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