Era obvio que los interrogantes del afable de Xaime no nos pillaban por sorpresa a ninguno de los allí congregados y que tanto la doctora, Lola Fernández, como José Juan Cerdeira y un servidor, conocíamos de antemano los retos que el conductor del matinal de Telemiño nos iba a plantear.
Seguir eludiendo responsabilidades ni alivia la carga, ni satisface al ciudadano
Por tanto, durante un breve espacio de 30 minutos, tratamos de condensar los aspectos más relevantes de un debate que paulatinamente cobra carta de naturaleza y que entiendo debería centrar el quehacer político e institucional de nuestra ciudad y provincia en los próximos años. A estas alturas, cuesta creer que sigamos sin percibir en su integridad la realidad socioeconómica que nos rodea y la riqueza diferencial que atesoramos, continuando sin cerrar filas en torno a un objetivo común, por muy complicado que aparente ser su logro. Porque encontrar respuesta rápida y concisa a alguno de los interrogantes formulados por Xaime Calviño no es tarea fácil, pero seguir eludiendo responsabilidades ni alivia la carga, ni satisface al ciudadano. Toca pues aplicarse y hacerlo con diligencia y esmero.
No obstante, el debate en curso requiere un inexcusable preámbulo conceptual en el que se atienda una cuestión determinante para su resolución: cuando hablamos de salud ¿a qué nos referimos? Desde mediados del pasado siglo, la OMS es clara en este sentido y concibe la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades”. Una visión holística del asunto que recoge la normativa reguladora de nuestro Sistema Nacional de Salud cuando contempla entre sus fines la prestación de “una atención integral a la salud, comprensiva tanto de la promoción de la salud y prevención de la enfermedad como de la curación y rehabilitación”.
Sin ningún tipo de ambigüedad, tanto la doctora Fernández como José Juan Cerdeira supieron destacar el pasado jueves las virtudes salutíferas de la balneoterapia, la primera adoptando un enfoque médico y el segundo recurriendo a una visión social de la cuestión. Nada que objetar a tan meritorio esfuerzo y simplemente, como profano en la materia, agradecer el ejercicio de concreción y síntesis, y el rigor mostrado a la hora de explicitar la oportunidad de incluir los tratamientos termales en la cartera de servicios sanitarios de la Seguridad Social española.
Pero toda prestación de un servicio público requiere una contrapartida de gasto y, por tanto, precisa un análisis coste-beneficio, no siempre abordado con rigor metodológico ni con la amplitud de miras que la cuestión reclama. En este sentido, impera cada vez más la tendencia a reducir el problema a una mera cuestión de sostenibilidad presupuestaria interna y, por tanto, a prescindir de la consideración de los efectos indirectos e inducidos de la decisión a tomar sobre el conjunto de la sociedad.
Parece que los gestores del Sistema de Salud español están más preocupados del potencial aumento o disminución de la factura del gasto sanitario a corto y medio plazo, que del bienestar de los ciudadanos
Resumiendo: parece ser que, en el tema que nos ocupa, los gestores del Sistema de Salud español están más preocupados del potencial aumento o disminución de la factura del gasto sanitario a corto y medio plazo, que del bienestar de los ciudadanos en un horizonte temporal más amplio. Y, como Xaime Calviño nos emplazaba a los contertulios de “En Portada” a responder a una batería de preguntas, yo me atrevo a hacer lo propio con usted, estimado lector: ¿qué prefiere, prevenir o curar?; ¿en qué desea gastarse sus dineros, en fármacos que fabrica una multinacional o en servicios de salud que dispensa un balneario de su entorno?; a la hora de hablar de reequilibrio y redistribución de la renta entre territorios más o menos desarrollados ¿qué es más útil, transferir recursos con carácter generalista u orientar esos fondos hacia el desarrollo de actividades económicas en las que exista ventaja comparativa en las áreas más rezagadas?; ¿dónde suelen estar las surgencias termales y, por tanto, los balnearios, en las zonas urbanas más desarrolladas o en las áreas rurales menos favorecidas? El turno es suyo.
Autor: J. A. Vazquez Barquero
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