Panorámica de Colmenar de Oreja desde la Ermita del Humilladero, @Susana Avila
Los primeros asentamientos en la zona datan de la Edad de Hierro, donde los pobladores se instalaron en un intrincado sistema de cuevas, galerías y pasadizos que resultaron característicos en toda la comarca, si bien la más conocida es la Cueva de la Luna, en la vecina Titulcia, más que nada por las connotaciones esotéricas que se le han atribuido.
Pero la entrada en la Historia por la puerta grande lo hace de la mano de los historiadores Polibio y Tito Libio que citan la comarca de las Vegas como escenario de la Batalla del Tajo, donde los carpetanos y sus aliados fueron derrotados por Aníbal Barca, y de cuyo botín quedó una espada cartaginesa que le fue entregada a Felipe II. Después de la conquista romana, Julio César repartió las tierras entre los veteranos de sus legiones que construyeron sus villas, entre la que destacó la Villa Aurelia, que consiguió notable prosperidad y fue el origen de la actual Colmenar de Oreja.
Luego los visigodos, y más tarde los árabes, la hicieron crecer hasta que en 1139 fue conquistada por Alfonso VII, quien dejó su jurisdicción bajo la Orden de Santiago. Tras el episodio de los Toros de Guisando, Enrique IV fijó su corte en Colmenar de Oreja y allí firmó y fechó muchas resoluciones junto a su hermana Isabel. Pero como no todos estaban contentos, el conde de Tendilla clavó su manifiesto a favor de Juana la Beltraneja en la iglesia de Santa María la Mayor, icono monumental del pueblo.
Colmenar de Oreja, Iglesia de Santa María la Mayor, @Susana Avila
La riqueza del lugar estuvo vinculada desde siempre a la extracción de piedra caliza, de excepcional calidad que ha servido de materia prima para monumentos tan emblemáticos de la comunidad como los Palacios Reales de Madrid y Aranjuez, Puerta de Alcalá. Banco de España, Museo del Prado, fuente de la Cibeles… otorgándole tal importancia que llegó a ser el segundo municipio más poblado de la provincia de Madrid, solo superado por la capital.
El centro neurálgico de la población se centra en la plaza Mayor, típica de la arquitectura castellana, porticada de los siglos XVIII y XIX, que muestra dos de sus edificios más representativos, la Casa de Pósito, que en su momento fue el granero de la comunidad y el Ayuntamiento. Pero su singularidad es que está construida sobre un túnel que permite cruzar el río Zacatín y que se hizo para conectar los barrios de El Arrabal y La Villa, obra gigantesca de ingeniería, fachada entre los siglos XVII y XVIII, que les llevó 118 años concluirla. Hoy es una singularidad imprescindible para el viajero, tomándolo desde un portalón a la derecha del Ayuntamiento hasta salir por el Arco de Zacatín rodeado de jardines y de una fuente llamada de Zacatín o del Barranco, alimentada por las agua del río y que en su tiempo fue el lavadero del lugar.
Colmenar de Oreja, Plaza Mayor. Casa Pósito y Ayuntamiento, @Susana Avila
Y, ya que se está en esa zona acercarse hasta la Ermita del Cristo del Humilladero, pasada la fuente del Pilarejo, desde cuyo mirador se contempla la belleza del pueblo… aunque debería denominarlo “ciudad” porque en 1922, el rey Alfonso XIII así la distinguió por sus muchas excelencias.
Colmenar de Oreja, Ermita del Cristo del Humilladero, @Susana Avila
Conocido por su producción de vino de alta calidad y su tradiciones vinícolas centenarias
Por muchas glorias que se cuenten, una de las más preciadas a mi parecer, y supongo que por no pocos de los lectores, es la cultura del vino. Interesante por sí misma y por sus aledaños. Colmenar de Oreja es conocido por su producción de vino de alta calidad con varias bodegas que mantienen tradiciones vinícolas centenarias. Se pueden cifrar hasta ocho las bodegas de la zona que forman parte de la “Denominación de Origen Vinos de Madrid”, algunas fueron fundadas en los comienzos del XIX. Su puesta en escena tiene lugar en la Feria del Vino, que tiene lugar a mediados de mayo para que las bodegas den a conocer y presenten la añada.
Pero antes he hablado de la cultura del vino y de sus aledaños. Con ello me refiero a la fabricación de tinajas para la elaboración y conservación del vino, hoy convertida en la industria por excelencia de Colmenar de Oreja, junto con la explotación de la piedra caliza. Esta producción ha dado un considerable volumen de riqueza y de empleo a los colmenareños, desde la preparación del barro, la leña que alimentaba el horno, hasta los carros utilizados para el transporte. A finales del siglo XIX se vivió una época dorada con la aparición estable de sagas familiares dedicadas a este negocio.
Una de las más conocidas es La fábrica "El Convento” que ya, en tiempos contaba con máquina de vapor batidora, elevadora de agua, astilla de palmear y suela de alisar y producía al año de ochenta a cien mil arrobas. Se cuenta que, en 1889, allí se construyó la tinaja de mayor cabida que hasta entonces se conocía: 1.041 arrobas. El problema fue que no se pudo cocer porque no cabía en el horno.
Nadie dice que todo tuviera que ser perfecto.
Autora: Susana Avila
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