Este viaje en bicicleta lo planeamos juntos con mi amigo Glenn Schippers, sin ningún propósito más que el de disfrutar de la amistad y de lo que fuese surgiendo en el camino, un recorrido desde el sur de Galicia al norte de Portugal.
A las 8 de la mañana salimos desde el ayuntamiento de Sarreaus, Ourense, con destino a Peso da Régua, Portugal, una aventura para mirar la geografía de los caminos desde la lentitud, porque como bien dijo un aviador francés que se perdió en la niebla, lo esencial es invisible a los ojos.
En pocos kilómetros dejamos atrás las localidades de Sarreaus y Xinzo de Limia, para llegar a Baltar donde la carretera OU 304 se impone entre altas montañas, para atravesar la frontera entre España y Portugal, frontera que se la conoce con el nombre de “A Raía Seca,” confín que me recuerda a otros territorios lejanos como en Argentina el fin del mundo o en Estados Unidos al lejano Oeste, lugares simbólicos que parecen estar suspendidos entre dos mundos muy distintos.
Glenn Schippers y Daniel Marín en Montalegre, Portugal
Montalegre es el primer pueblo con el que nos encontramos al pasar A Raia Seca, en bajada nos dejamos caer por las empedradas callejuelas del centro histórico, nos detenemos en nuestra cafetería preferida para desayunar a lo grande, el café es de calidad y los pasteles deliciosos, parada muy recomendable.
Pedaleando por una desolada carretera nos topamos con la freguesia Chã y los imponentes contornos del río Rabagão. Gran parte de esta primera etapa, transitamos por la región de Trás Os Montes. Después de un par de horas llegamos a Boticas, un pueblo que tenía mucho interés en conocer por su conocida historia vinícola “Vinho dos Mortos”, vino que sobrevivió a la invasión de Napoleón y se convirtió en un mito, aquí os dejo el enlace de un artículo que escribí para web el Malbec con toda la explicación. Boticas es un pueblo precioso, muy bien cuidado, lo único que eché de menos fue la presencia de viñedos en su entorno.
Adega Vinho dos Mortos, Boticas
Seguimos por la carretera nacional 311, cruzamos el río Támega y nos situamos en el municipio de Vidago, lugar donde nos paramos a comer en el restaurante O Mário, nos pareció un buen sitio ya que podíamos tener las bicicletas a nuestro lado, degustamos unos entrantes y para terminar un enorme plato de Bacalao a la portuguesa, maridado con un par de copas de vino blanco. Aquel festín fue un error de cicloturistas amateur, olvidamos que aún teníamos un trazado de 80 kilómetros por recorrer y tener la barriga inflada, no es muy recomendable para un ciclista en viaje.
Laderas del río Corgo
Pese al dolor de piernas y el atracón de comida, fuimos haciendo camino, dejamos atrás la ciudad de Vila Real, para entrar en un paisaje sobrecogedor de viñedos de vértigo, con aldeas sostenidas en lo alto de las montañas, nuestra vía, una senda pequeña que ladea el río Corgo, entre curva y contra curva, un run, run de la canción de los Ronaldos “No puedo vivir sin ti” con la que torturé a mi compañero Glenn durante el viaje. Al atardecer, después de 8 horas pedaleando llegamos a la ciudad vinícola de Peso da Régua…
Etapa 1
(Estas insuficientes letras, de este lindo recuerdo, son dedicadas a mi compañero de viaje Glenn)
Continuará…
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