​Paso del Noroeste: el “último gran viaje”

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    Tras visitar tres veces la Antártida, dos Groenlandia, una las Islas Svalbard, realizar safaris asiduamente, haber recorrido todos los países soberanos existentes en el mundo (193) reconocidos por las Naciones Unidas antes de cumplir los 45 años, y repetir en reiteradas ocasiones los que más me interesan por estar convencido que siempre se aprende algo nuevo y que el mundo va cambiando día a día, se podría pensar que ya no me quedaba ningún viaje que me llamara especialmente la atención.


     Nada más lejos de la realidad. Hacía años que tenía en mente un viaje relativamente “nuevo”, ya que era prácticamente imposible realizarlo antes del siglo XXI. Me refiero al Paso del Noroeste, una franja marítima al norte de Canadá que une los océanos Atlántico y Pacífico, y que antes no se podía transitar debido a la existencia del hielo polar y que el cambio climático ha provocado que entre julio y septiembre, se pueda navegar.


Icebergs flotando entre la Bahu00eda de Baffin y el Mar de Labrador

Icebergs flotando entre la Bahía de Baffin y el Mar de Labrador


    Su búsqueda había provocado la muerte de un número considerable de marineros y exploradores en la segunda mitad del siglo XIX, cuando pretendían encontrar este paso entre Europa y Extremo Oriente, es decir entre Groenlandia y Alaska por el norte de Canadá para que nos entendamos, que evitase los ya existentes del Cabo de Buena Esperanza y el Estrecho de Magallanes, y todavía el Canal de Suez no estaba inaugurado.

Siguiendo los pasos de la malograda “Expedición perdida de Franklin” 

     Al fin, durante el mes de septiembre de 2024, lo pude realizar siguiendo los pasos de la malograda “Expedición perdida de Franklin” que costó la vida al capitán Sir John Franklin y los 128 miembros de su tripulación que a bordo de los buques Terror y Erebus partieron en 1845 de Inglaterra y a algunos más que lo hicieron en su búsqueda en años posteriores animados en parte por la fama de Franklin y la recompensa de 20.000 libras ofrecidas por el Almirantazgo, que congregaron en la zona durante cierto período alrededor de 1850 hasta once buques británicos y dos estadounidenses. Varios de estos buques convergieron en la costa este de la isla Beechey, donde se encontraron los primeros vestigios de la expedición, incluyendo las tumbas de tres tripulantes. La búsqueda continuó infructuosamente durante décadas.


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Tumbas de miembros de la expedición de Franklin en la isla Beechey


      En 1981, un equipo de científicos dirigido por Owen Beattie, profesor de antropología en la Universidad de Alberta, comenzó una serie de estudios científicos de las tumbas, los cuerpos, y otras pruebas materiales llegando a la conclusión de que los miembros de la tripulación que habían sido enterrados en la isla de Beechey habrían muerto probablemente de neumonía y tuberculosis, aunque también señalaron la posibilidad de que hubiesen fallecido a causa de un envenenamiento por plomo, con el que se había solado las latas de conservas. Más recientemente se ha sugerido que la causa principal no fue la comida enlatada, habitualmente utilizada en la Royal Navy en aquella época, sino las conducciones del sistema de agua potable de los barcos. Más tarde se encontraron marcas de cortes en los huesos humanos hallados en la isla del Rey Guillermo, lo que alentó sospechas de canibalismo.


     Después de la pérdida del grupo de Franklin, los medios de comunicación victorianos retrataron a Franklin como un héroe, minimizando el fracaso de la expedición y los informes sobre canibalismo. Se le dedicaron canciones, se levantaron estatuas en su honor en su ciudad natal, Londres, y en Tasmania se le atribuyó el descubrimiento del Paso del Noroeste, aunque en realidad este no fue atravesado hasta la expedición de 1903–06 comandada por Roald Amundsen. El 7 de septiembre de 2014 uno de los dos barcos perdidos fue hallado en una expedición realizada por investigadores de Parks Canada en un vehículo submarino teledirigido. Los restos del navío fueron hallados cerca de la isla Rey Guillermo, en el territorio de Nunavut. El 12 de septiembre de 2016 se conoció que había sido encontrado el segundo barco, el HMS Terror, también cerca de la isla del Rey Guillermo.


      La ruta discurre por un conjunto de estrechos localizados en el archipiélago ártico canadiense, entre las grandes islas árticas y las tierras continentales.


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 Entrada al Paso del Noroeste en su parte Oriental


    Ahora que está tan en boga el interés de Donald Trump por “comprar” Groenlandia y “anexarse” Canadá, cabe recordar que el Gobierno de Canadá considera que los estrechos por los que discurre la ruta del Paso del Noroeste forman parte de sus aguas interiores, pero varios países mantienen que en virtud de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, estos estrechos deben ser considerados internacionales, lo que permitiría el tráfico marítimo libre y sin peajes. Se trata de una cuestión muy controvertida, ya que en el territorio se han encontrado importantes reservas de petróleo, gas, diamantes y plomo.


      El núcleo del paso del Noroeste: Nunavut, que significa ”nuestra tierra” es uno de los tres territorios que, junto con las diez provincias, conforman las trece entidades federales de Canadá. Está ubicado al norte del país, limitando al norte con el océano Ártico y al noreste con la bahía de Baffin que lo separa de Groenlandia. Con alrededor de 40.000 habitantes, es la entidad menos poblada y con 2.093.190 km², la más extensa, y, por tanto la de menor densidad de población.


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Mujer Inuit en Pond Inlet


     Desde 1976, se empezó a advertir un anhelo del pueblo inuit por lograr una mayor autonomía para el territorio. Tras la recomendación que hacía un informe de la Comisión Real del Canadá sobre la conveniencia de conceder mayor autonomía a los pueblos aborígenes de Canadá, esta llegó de forma efectiva a mediados de 1999. Sus habitantes están repartidos en casi una treintena de aldeas o poblaciones menores.


      He tenido la oportunidad de visitar dos de estos enclaves poblacionales como son Pond Inlet y Qikiqtarjuaq. Hoy en día las motos de nieve han sustituido a los perros como medios de transporte, aunque los canes abundan alrededor de las sencillas pero bien aisladas casas. No existe asfalto en las calles, ya que la presencia de nieve durante la mayor parte del año lo convertiría en una inversión inútil. Los edificios del ayuntamiento, de la comunidad, la escuela y el pequeño hospital destacan sobre la mayoría de las viviendas. Pequeños aeropuertos de tierra para avionetas acompañan a los poblados, mientras que las provisiones llegan por barco dos veces al año, cuando el mar no está helado.


Poblado de Qikiqtarjuaq en la isla de Baffin, Foto 6

Poblado de Qikiqtarjuaq en la isla de Baffin


     Tradicionalmente los inuits vivían de la caza de ballenas, focas, y otros animales más pequeños, y diversos pescados. Más allá se encuentra el auténtico corazón del Paso del Noroeste. En Dundas Harbour, se estableció en 1924 un puesto avanzado con una presencia gubernamental como parte de una presencia para frenar la caza de ballenas por parte de los extranjeros y otras actividades.


Edificio abandonado en Dundas Harbour Foto 7

Edificio abandonado en Dundas Harbour


     La bahía de Croker es una vía fluvial ártica que se encuentra frente a la costa sur de la isla de Devon, en el Alto Ártico oriental. Al igual que la bahía de Maxwell, al oeste, es un brazo del estrecho de Lancaster y el estrecho de Barrow y destaca por su espectacular glaciar.

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Glaciar de la bahía de Croquer


     En Port Leopold fue donde pasó el invierno de 1848 la expedición de Clark Ross, en su búsqueda de la de Franklin. Posteriormente fue una base comercial de la compañía de Hudson, mientras que Elwin Bay, fue visitada por el teniente y explorador ártico francés Joseph René Bellot en 1852, también en busca de la expedición de Franklin.


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Edificio abandonado de la Compañía de la Bahía de Hudson


       Fort Ross es un antiguo puesto comercial abandonado en la isla Somerset, en la región de Kitikmeot. Fundado en 1937, fue el último puesto comercial establecido por la Compañía de la Bahía de Hudson. Estuvo en funcionamiento solo once años y fue abandonado en 1948, debido a que las severas condiciones del hielo en las aguas circundantes dificultaban el acceso y lo hacían económicamente inviable.


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Ejemplar de oso polar en los alrededores


     Los osos polares pasan el 50% de su tiempo buscando comida, pudiendo atrapar solo una o dos de las diez focas que caza, dependiendo de diversos factores.  El cambio climático tiene un impacto significativo en los osos en primer lugar en la pérdida de su hábitat, ya que dependen del hielo marino para cazar focas, su principal fuente de alimento. Con el calentamiento global, el hielo se derrite más rápido y se forma más tarde cada año, reduciendo el tiempo que los osos tienen para alimentarse. Esto conlleva la desnutrición, lo que afecta a su salud y la capacidad para reproducirse, lo que llevará a la disminución de poblaciones a largo plazo. A la vez significa un aumento de la competencia por los recursos, lo que provoca estrés y conflictos.


     Ya de regreso vale la pena detenerse en el Golfo de Buchan, un fiordo ártico aislado y alargado en la costa noreste de la Isla de Baffin, en la Región Qikiqtaaluk. Caracterizado por mar abierto, acantilados costeros y costas rocosas, el golfo se extiende 22 km² con una altitud que alcanza los 600 metros sobre el nivel del mar. La megafauna que se puede observar en el agua incluye osos polares, morsas y narvales.


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Glaciar en recesión del Golfo de Buchan


    Además de algunos zorros árticos y un grupo de narvales, es habitual ver varias ballenas de pico boreal, también llamadas zifio calderón boreal o Northern Bottlenose Whales, en su nombre en inglés. Su peso varía entre los 5.800 y los 7.500 kilogramos. La aleta dorsal es poco elevada y se sitúa en el inicio del tercio superior del cuerpo, siendo su pigmentación gris o negra.


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Ballena de pico boreal


     Las auroras boreales, las ballenas, los glaciares, los paisajes impolutos, los icebergs y especialmente los osos polares son los protagonistas de este espectacular viaje por el todavía impoluto Ártico que por desgracia está viviendo el deshielo por el calentamiento global y que es en parte responsable del crecimiento del nivel de los océanos. Al regresar de la zona, uno tiene la sensación de haber realizado “el último gran viaje”.



Román Hereter, VyC

Texto y fotos Román Hereter











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