El Lago Azul islandés y la versatilidad en el uso de los recursos termales

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J.A. Vazquez Barquero

 Al hilo del debate recurrente sobre la posible jerarquía en las aplicaciones de las aguas termales, comentábamos en fechas pasadas como el aprovechamiento de los recursos geotérmicos caminaba hacia sistemas integrados en cascada que contemplan el empleo diferencial y alternativo de la energía surgente a medida que disminuyen los niveles térmicos disponibles.


     Un método que, desde los años 80 del pasado siglo, ha permitido maximizar el empleo de tales recursos y obtener distintos tipos de productos a partir del mismo afloramiento, sin ir más lejos, logrando compatibilizar la generación de electricidad con el desarrollo de los denominados usos directos. Es decir, una vez obtenido el primer aprovechamiento de carácter energético, se daría paso a otras aplicaciones del recurso que requerirían menor temperatura, como aquellas relacionadas con sistemas particularizados de calefacción y refrigeración, redes de climatización de distrito, empleos agrícolas (invernaderos, calentamiento del suelo, secado de productos), acuicultura (piscifactoría, producción de algas), procesos industriales o balneoterapia.


     Bajo esta lógica, un caso paradigmático a nivel mundial que merece especial atención es el relativo al Lago Azul islandés, ubicado en el Reykjanes Global Geopark, un espacio de extraordinario valor medioambiental reconocido por la Unesco en 2015 y que cuenta con surgencias de vapor a temperaturas comprendidas entre 202 y 162 grados centígrados.

La iniciativa del Lago Azul nace en 1976 con la puesta en funcionamiento de una central eléctrica de energía geotérmica y la consecuente formación, en el campo de lava adyacente, de un estanque de descarga de los desechos de salmuera caliente acumulados.

     En la medida en que personas aquejadas de psoriasis comenzaron a bañarse en el fluido azulado depositado en la laguna así creada y percibieron una significativa mejoría en sus dolencias, la dirección del complejo optó por diversificar y ampliar las actividades empresariales inicialmente proyectadas. Así, a los suministros de electricidad, y de calefacción y agua caliente en un principio previstos (servicios que con el tiempo han llegado a afectar a 45.000 y 17.000 usuarios, respectivamente), en 1987 se suman al proyecto unas primeras instalaciones balnearias de uso público y en 1994 se inaugura un centro de terapéutica dermatológica reconocido por las autoridades sanitarias islandesas.


     Con posterioridad, ya en 1995, ve la luz una línea de productos cosméticos orientada al tratamiento de la psoriasis y se pone en funcionamiento una red internacional de puntos de venta. De igual manera, en la experiencia del Lago Azul se ha prestado particular atención a las actividades de investigación y desarrollo relacionadas, por un lado, con las prácticas dermatológicas y cosmetológicas comentadas, pero también con la biotecnología, y en especial con la producción de microalgas y biocombustibles.


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Parte de las instalaciones del complejo geotermal de Blue Lagoon (Lago Azul), Islandia


      En resumen, todo un conglomerado de iniciativas interrelacionadas que ha supuesto un importante desarrollo funcional del proyecto y que el complejo del Reykjanes Global Geopark se haya convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Islandia, frecuentado en 2018 por aproximadamente 1,3 millones de visitantes.


     El relato anterior pone el foco sobre aspectos relevantes del aprovechamiento de los recursos geotérmicos ya enunciados con anterioridad en estas páginas, como el sinsentido de la priorización de usos en base a una cosmovisión que, sin mayor explicación, realza ciertas funciones, mientras banaliza otras. Pero, de igual manera, la experiencia del Lago Azul evidencia el carácter interdisciplinar de los avances científicos y tecnológicos en la materia, de tal suerte que diferentes campos del saber y del conocimiento se dan la mano en un proceso de inseminación cruzada que se retroalimenta continuamente a partir de aportaciones procedentes de distintos ámbitos.

El desarrollo termal debe ser percibido como un objetivo inclusivo a la busqueda de sinergias comunes

      De ahí que el desarrollo termal no se perciba como un objetivo excluyente, sino inclusivo, solo al alcance de sociedades capaces de involucrar a todos sus efectivos en un quehacer común.








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