​Taxi autónomo

   Sucedió hace un par de semanas en Los Ángeles. Un señor toma un taxi Waymo para ir al aeropuerto. Waymo es una filial de Google que desarrolla vehículos autónomos, lo que implica que ya no hay nadie detrás del volante. Pero en lugar de un viaje insignificante, corto, aparentemente sin contratiempos, nuestro usuario experimenta una pesadilla digna de un hámster que está dando vueltas en la rueda. 

     Al salir del estacionamiento e incorporarse a la primera rotonda empezó dar una primera vuelta a la misma, luego una segunda, ya una tercera y nuestro pobre hombre cada vez más nervioso, se puso en contacto por teléfono con el servicio de atención al cliente de Waymo para informar del problema y explicar la urgencia, ya que corría peligro de perder su vuelo. Sin embargo, el representante de servicio al cliente no pudo detener el vehículo de forma remota, lo que dejó a nuestro buen hombre atrapado en un bucle sin fin. 

Taxi Waymo, Los Angeles EEUU.

     Al final, el vehículo dio ocho largas vueltas antes de que un empleado autorizado de Waymo lograra detener el vehículo. Nuestro estresado usuario finalmente pudo salir, pero ya era demasiado tarde para tomar su vuelo.

     Después de una semana, esperó en vano una disculpa por su viaje de pesadilla y una compensación. Esto es una vez más un ejemplo para el mundo digital actual en el que vivimos: un producto inmaduro y nadie interactúa con el consumidor. Sin embargo, Waymo ve el futuro con optimismo y la empresa incluso quiere seguir expandiéndose, principalmente en zonas de EE. UU, ahora en pleno invierno, con nieve y hielo para poder probar los vehículos en estas condiciones.