Turismo termal, balnearios y modelo de negocio

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J.A. Vazquez Barquero

    Recientemente se presentó en el Teatro Principal de Ourense el Plan de Turismo Termal de Galicia 2025-2028, según los autores del mismo, un catálogo de propuestas de acción para reactivar el termalismo en nuestra Comunidad Autónoma.


     No es objeto de estas líneas evaluar la iniciativa de la Xunta al respecto ni entrar en sus pormenores, pero sí aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre un aspecto crucial en el deseable éxito de la estrategia, la receptividad ante la medida de los balnearios gallegos, es decir, de los principales actores de nuestra industria termal y, por tanto, destinatarios inmediatos del Plan. Porque no debemos obviar que la propuesta de la Administración Autonómica persigue, como objetivo expreso, la ampliación y modernización del tejido empresarial vinculado al termalismo y, para que tal cosa suceda, será imprescindible contar con la anuencia del sector.

Más allá de la pertinente colaboración institucional del Clúster del Agua en la elaboración del Plan mencionado, requerirá que los balnearios a título particular acompasen sus modelos de negocio a la lógica estratégica del mismo

      Es decir, que exista una concordancia en aspectos tan específicos como la identificación de los productos y servicios que generan valor y serán ofertados, el público objetivo cuyas necesidades se pretenden satisfacer, los recursos clave para el buen funcionamiento del negocio, los canales a través de los cuales se dará a conocer la propuesta de servicios o el tipo de relaciones que se mantendrán con los clientes.


     No obstante, la viabilidad estratégica del Plan de Turismo Termal de Galicia y, por tanto, la requerida coherencia de los modelos de negocio de los balnearios de nuestra Comunidad Autónoma, vendrá determinada por la adecuación de ambos tipos de propuestas a las grandes tendencias estructurantes de la industria termal, es decir, por la correspondencia con el denominado “paradigma termal” preponderante. En tal sentido, es pertinente recordar que la segunda mitad del siglo XX fue el escenario de una profunda revolución en la forma de entender la salud y que, en las últimas décadas de esa centuria, cristalizaría una interpretación preventiva y proactiva de la misma que contribuiría decisivamente a replantear la funcionalidad y aplicabilidad de los recursos termales.


    La progresiva evolución de este nuevo enfoque acabaría desembocando en la concreción de dos tipos de modelos de negocio claramente identificables, por un lado, aquel centrado en la atención a clientes cuya motivación principal es la salud en un sentido amplio del término y, de forma alternativa, un modelo más abierto y que en mayor medida incorpora servicios relacionados con el relax.


    Según diversos estudios realizados en los años previos a la pandemia de covid-19, esta segunda opción aparentaría ser la de mayor potencial de mercado. 


    La reflexión precedente plantea un dilema que el propio documento del Plan de Turismo Termal de Galicia recoge en sus páginas finales, al sintetizar las aportaciones del Dr. Freire Magariños al mismo: “el predominio del turismo médico sobre el recreativo en los balnearios podría limitar su atractivo a un público más amplio y diverso, y generar una menor demanda fuera del ámbito terapéutico, especialmente durante ciertos períodos del año”. Una disyuntiva que cobra mayor calado en la medida en que algunos balnearios gallegos han optado por redefinir su estrategia empresarial y reorientar su actividad hacia la prestación de servicios asistenciales que escasa o nula relación mantienen con el sector turístico. Esperemos que los esfuerzos no se dispersen y se alcance la necesaria unidad de acción.


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