Con la venia del profesor Araújo Nespereira, maestro y amigo donde los haya, hoy pretendo adentrarme en el telúrico mundo del aprovechamiento de la energía geotérmica, es decir, del calor acumulado bajo la superficie terrestre, que aflora al exterior utilizando fluidos de naturaleza diversa, habitualmente agua en estado líquido o gaseoso. Vaya por delante que la variedad de aplicaciones de esta clase de energía y, por tanto, el predominio de tales o cuales empleos a lo largo del tiempo, ha evolucionado condicionada por el nivel disponible de conocimientos técnico-científicos y por la viabilidad económica de las diferentes propuestas, amén de otras tantas consideraciones de perfil religioso, cultural, social o institucional.
Así pues, todo parece indicar que no existe una jerarquía predeterminada de usos de los recursos termales y que la preponderancia cíclica, bien de los empleos de carácter terapéutico, bien de los aprovechamientos de naturaleza lúdica, guarda una mayor relación con la coyuntura de cada momento histórico que con cualquier orden supremacista establecido.
Al respecto de la argumentación anterior, es probable que a partir del Paleolítico surgiesen los primeros vínculos entre la actividad geotérmica y nuestros antepasados, adoptando inicialmente un carácter inmaterial y místico que contribuiría a conformar un conglomerado de cultos y creencias sobre la fructífera empleabilidad de esta fenomenología (sobre)natural. En tal contexto, el ser humano desarrollaría tanto una relación espiritual como utilitaria con la realidad termal, de las cuales probablemente surgirían como primeros empleos de las surgencias aquellos de naturaleza más inmediata, es decir, tomar baños calientes, cocinar alimentos y practicar terapias básicas, teniendo presente que el poder sanatorio de las aguas se asociaba a la acción protectora de alguna divinidad que habitaba en su seno.
La desacralización de las manifestaciones y aprovechamientos geotérmicos fue un proceso continuo en el tiempo
No obstante, la desacralización de las manifestaciones y aprovechamientos geotérmicos fue un proceso continuo en el tiempo que vino acompañado de una disociación cada vez más nítida entre los diversos usos y aplicaciones. Así, en paralelo a los empleos mencionados con anterioridad, la Toscana etrusca del siglo XII a.C. fue el escenario del desarrollo de una notable cultura técnica capaz de dotar a los recursos geotérmicos de una nueva funcionalidad, como atestiguan las evidencias relativas a la utilización de sales bóricas de origen surgente en la fabricación de esmaltes, en la elaboración de ungüentos y preparados farmacéuticos o en el tratamiento de telas.
De igual manera, hacia mediados del siglo II a.C. tiene lugar un cambio significativo en la vinculación entre el ser humano y los recursos termales, no tanto en cuanto a la aparición de nuevos usos sino en lo concerniente a la preponderancia de las aplicaciones ya conocidas. Es en este contexto cuando comienzan a proliferar los baños públicos en Roma y las actividades balneares dejan de tener un carácter minoritario y elitista para convertirse en un fenómeno de masas, asociado a una nueva realidad funcional.
Las termas pasan, por lo tanto, a erigirse en el centro de la vida social cotidiana del imperio, y las infraestructuras destinadas al baño se complementan con gimnasios, áreas para tratamientos de belleza, zonas de esparcimiento y ocio, bibliotecas y otros espacios que permiten simultanear las actividades higiénicas con las de naturaleza recreacional y cultural.
El relato precedente, sin ánimo de ser ni exhaustivo ni categórico, muestra como la diversidad de usos y funciones es una pauta clara en el proceso evolutivo de aprovechamiento de los recursos geotérmicos a lo largo de la historia.
Obviamente, existen referencias no mencionadas, como las controversias relativas a la cientificidad de las cualidades terapéuticas de las aguas o el origen temporal del turismo termal, por no hablar del empleo de los fluidos geotérmicos como fuente generadora de energía eléctrica.
El modelo de éxito del Lago Azul de Islandia, con sistemas integrados y aprovechamiento en cascada de los recursos, un ejemplo a seguir
Sea como fuere, todo parece indicar que caminamos hacia sistemas integrados de aprovechamiento en cascada de los recursos, como atestigua la exitosa experiencia del Lago Azul islandés, aunque ese es un debate que abordaremos en el momento oportuno.
El Blue Lagoon o Lago Azul de Islandia
Comentarios