más conocidos como "Los Picaos"

Los Disciplinantes de San Vicente de La Sonsierra (La Rioja), Bien de Interés Cultural

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Panorámica de San Vicente de la Sonsierra (La Rioja)

 

La portavoz del Gobierno de La Rioja, Begoña Martínez Arregui, ha incidido en que los Disciplinantes de San Vicente de la Sonsierra, más conocidos como ‘Los Picaos’, "es la única manifestación del rito penitencial de la flagelación que existe actualmente en España, una condición que le concede un alto valor cultural y que lo presenta como un recurso turístico de nuestra Comunidad". De hecho, cada año, especialmente en Semana Santa, esta tradición "congrega a muchos turistas nacionales e internacionales por su alto valor religioso, su fuerte carga emotiva y de valores, y por el profundo compromiso y la voluntad de quienes participan en él", ha resaltado.


Este rito se celebra en 6 ocasiones a lo largo de todo el año:

  • Jueves Santo, durante la procesión de la Santa Cena.
  • Jueves Santo, en la Hora Santa.
  • Viernes Santo, tras la Procesión del Vía Crucis.
  • Viernes Santo, durante la Procesión del Santo Entierro.
  • Cruz de Mayo, día 3 de mayo si es domingo y si no el domingo siguiente 

Esta declaración se fundamenta en cuatro pilares importantes: su antigüedad y hechos históricos; la relación de la basílica de Santa María de la Piscina y su Divisa con la Cofradía de la Santa Veracruz; el rito penitencial de la flagelación y la implicación de la población de San Vicente de la Sonsierra en las procesiones.


La Cofradía de la Santa Veracruz fue reconocida en 2015 con la Medalla de La Rioja otorgada por el Ejecutivo riojano y diez años antes las procesiones de San Vicente de la Sonsierra fueron declaradas Fiesta de Interés Turístico Nacional.


Ahora, al ser Bien de Interés Cultural, esta tradición gozará de la mayor protección posible, ya que ante cualquier intervención en el bien o en su entorno, será necesario contar con una autorización expresa de la Consejería. Como corresponde a un bien cultural de carácter inmaterial, la protección se concreta principalmente en la realización de las labores de investigación, descripción y divulgación de todo tipo, dirigidas siempre a la conservación documental, la transmisión intergeneracional y al fomento de los valores que esta realidad entraña. Así se velará por la conservación de la autenticidad de este patrimonio y de su pervivencia.


Ermita de San Juan de la Cerca


El rito de la flagelación


Madeja


Picaos2

Disciplinantes


La sede actual que da cobijo a los disciplinantes se ubica en la Ermita de San Juan de la Cerca, edificio románico de transición al gótico del siglo XIV. Conserva un importante archivo con documentos de comienzo del siglo XVI hasta la actualidad. 


La Regla del año 1551, en relación con la vestimenta de los disciplinantes, dice: “deben de huir de la ostentación y de la vanagloria e ir en las procesiones vestidos de lienzo blanco, groseros, fechos en manera de T con su cahilla para cubrir el rostro y cabeza, descubiertas las espaldas y delante un escudo de las cinco llagas y su cordón fecho de esparto o cáñamo con sus disciplinas en las manos”. 


Toda persona que desee disciplinarse debe cumplir una serie de requisitos: Ser mayor de edad, varón y disponer de un certificado de su párroco en el que acredite su sentido cristiano y su buena fe. Cumplidos estos requisitos, la Cofradía le asignará un acompañante, siempre cofrade, que le servirá de guía, ayuda, consejo y protección durante el tiempo de su penitencia. Le informará, si es su primera vez, de todo lo concerniente al rito y su mecánica y le ayudará a elegir su hábito y madeja; un flagelo fabricado con hebras de algodón o lino, de un metro aproximadamente de longitud y ochocientos gramos de peso. Ya vestido con el hábito, acudirá descalzo -algunos llevan cadenas largas y pesadas atadas a los tobillos para agudizar el acto penitencial-, siempre acompañado por un cofrade a la procesión o la Iglesia de Santa María la Mayor . 



Picaosfa

El disciplinante cogerá la madeja con las dos manos y balanceándola entre las piernas, se golpeara alternativamente, izquierda y derecha, la espalda por encima de los hombros durante un tiempo variable, según cada disciplinante, normalmente veinte minutos y entre 800 ó 1.000 golpes, hasta que el acompañante y el práctico decidan cuando es el momento de ser pinchado. Llegado a este punto, se inclinará y colocará la cabeza entre las piernas del práctico, que golpeará levemente tres veces cada lado de la espalda en la zona lumbar, para que brote algo de sangre. Después se golpeará quince o veinte veces más.


El utensilio que tradicionalmente es utilizado para picar se denomina esponja. Se trata de una bola de cera virgen con seis cristales incrustados de dos en dos, de manera que cada disciplinante recibirá doce pinchazos símbolo de los doce Apóstoles. 


Finalizada la penitencia, disciplinante y acompañante vuelven a la sede donde el práctico le lavará, como sus antecesores le enseñaron, las pequeñas heridas con agua de romero y revisará con mucha meticulosidad que no hayan quedado pequeñas partículas de cristal en el cuerpo. 


Con la misma actitud que los disciplinantes acuden a los actos, también lo hacen Las Marías, mujeres que por idénticos motivos, libre y voluntariamente, cumplen una penitencia. Hacen los largos recorridos de las procesiones descalzas e incluso algunas arrastrando largas y pesadas cadenas. Visten un hábito negro, parecido al manto de La Dolorosa. Cubren su rostro con unas puntillas largas que les permiten ver el suelo que pisan al tiempo que salvaguardan su anonimato. 


Las mujeres, que en el siglo XVI pertenecían a la cofradía y luego desaparecieron como hermanas de la misma, vuelven a pertenecer a esta hermandad desde 1998. Su penitencia se limita a la tradicionalmente ejercida por ellas como ‘Marías’. 


Los Disciplinantes de San Vicente de la Sonsierra ostentan un lugar relevante en la religiosidad popular y en las tradiciones de toda España, porque actualmente no existe otro lugar donde se haya podido mantener este rito secular relativamente frecuente en pueblos y ciudades hasta el siglo XVIII.


Aunque no se tiene constancia de la antigüedad de esta tradición, sí se sabe que en 1551 la Cofradía de la Veracruz presentó los estatutos y las ordenanzas ante el Vicario General del Obispado. Se trataba de una recopilación sobre lo que se practicaba de forma habitual y el objetivo era poner en orden y reorganizar la institución para vivir con plena exigencia la ‘Santa Regla’. Por lo que se cree que su existencia es muy anterior.


Actualmente, la Cofradía está formada por unos 160 hermanos pero buena parte de la población de San Vicente de la Sonsierra ha pertenecido a ella en algún momento de su vida y muchos varones y mujeres se han disciplinado o se han vestido de Marías en algún momento. Además, la Cofradía recibe el apoyo de todos los vecinos del pueblo durante los actos programados en los días en los que salen los Picaos y aunque, el esfuerzo que la Cofradía ha hecho durante siglos para conseguir que esta tradición haya llegado a nuestros días, sin el apoyo y el aprecio de toda la localidad hubiera sido imposible.



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