​Nostalgias de La Habana

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    Mucho tiempo ha pasado desde que aquella campaña publicitaria nos tenía preocupados a todos con la cuestión de, ¿dónde estará Curro? Una vez hallada la respuesta, le ubicamos en el Caribe –en aquel entonces tarificado en pesetas– y desde entonces aquello se convirtió en un lugar de vacaciones, sol y playas, que desde luego las tiene, pero también encierra una riqueza cultural e histórica que no se puede eludir entre playa y playa.


      Las islas e islotes que salpican el mar Caribe han sido la primera escala de cuantos marinos, exploradores, adelantados y aventureros llegaban al Nuevo Continente. La isla más grande y la más poblada de la zona es Cuba y en ella su capital, la Habana, cuyo nombre trae nostalgias de tiempos pasados.


     Colón pisó la isla durante su primer viaje, el 28 de octubre de 1492, apenas dos semanas después de haber llegado a la isla Guanahaní, a la que había bautizado con el cristiano nombre de San Salvador, cuando todavía se creía que estaba en las Indias Orientales. Al llegar a tierra pensó estar en Cipango (Japón) –en aquel momento se conocían como Indias Orientales a todo el Oriente sin cuestionarse con precisión si estaban más al norte que al sur–, lejos de imaginarse que tras ella se extendía un continente gigantesco y desconocido en el mundo afroeuroasiático. Se dice que cuando Colón pisó suelo cubano se arrodilló y dijo: «Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás».


     Hubo que esperar hasta 1508 cuando Sebastián de Ocampo dio la vuelta a la isla por primera vez y en 1513 los Reyes Católicos enviaron a Diego Velázquez de Cuellar como adelantado para las nuevas posesiones con la facultad de fundar villas. Corría el 1514 cuando Velázquez encargó al conquistador Pánfilo de Narváez –¡Válgame! ¿Quién le habrá puesto ese nombre? Porque es para renegar de sus progenitores– fundar San Cristóbal de la Habana inicialmente en la costa sur de la isla, pero poco duró el emplazamiento porque se reubicó al menos dos veces hasta encontrar su asentamiento definitivo el 16 de noviembre de 1519 en el litoral norte, en una bahía al resguardo de los huracanes caribeños y mirando de frente al estrecho de la Florida, donde la podemos disfrutar hoy.


      Allí creció una comarca capaz de conectar el Nuevo y el Viejo Mundo, pero esa conexión no estaba exenta de peligros, que piratas los ha habido en todas las épocas, y se comenzaron a levantar fuertes y baluartes defensivos. De aquellos tiempos es el Fuerte del Morro, una de las señas de identidad de la ciudad.


Fuerte de El Morro, protegiendo la bahu00eda

Fuerte de El Morro, protegiendo la bahía


     Desde entonces ha acumulado patrimonio histórico y cultural. Rincones llenos de vivencias, donde «los diferentes barrios demarcan no solo una condición geográfica sino también espiritual de los individuos que en ella viven», como dice Leonardo Padura, quien mejor nos puede guiar por esta ciudad.


     Calles y callejas de la vieja Habana se abren al visitante en un incesante reclamo. La calle Obispo y su cruce con Mercaderes, donde está el Hotel Ambos Mundos en el que se alojaba Hemingway, aunque ya se sabe que él pasaba gran parte de su tiempo en el Floridita tomando sus daiquiris. Bares famosos como lo es también el Sloopy Joe’s, frecuentado por ídolos del celuloide, pero no por ello menos reales, como Errol Flynn, Ava Gardner, Gary Cooper, María Félix, Marlon Brandon, Imperio Argentina y tantos otros.


La calle del Obispo, en el corazu00f3n de La Habana Vieja

La calle del Obispo, en el corazón de La Habana Vieja


     Su riqueza histórica y arquitectónica ha recibido la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982 y es hoy uno de los conjuntos arquitectónicos más representativos de Hispanoamérica que nos habla de la fusión de elementos culturales españoles y aborígenes, a los que se incorporaron africanos cuando España les importó en el siglo XVII, sin olvidar el paso de otros países europeos entre los que hay que destacar los ingleses que nunca han pedido la oportunidad de quedarse con lo que no es suyo… quería decir, colonizar lo que se cruzara por su camino.


      Por reliquias históricas no se pueden olvidar un paseo en los coches antiguos, americanos, Cadillac, Chevrolet, Packard… anteriores al año de la Revolución y que quedan, como ecos del pasado, al servicio del turista que solo puede vivir esta experiencia en tierras cubanas.


La Habana, los coches americanos un icono imprescindible

Coches clásicos, anteriores a la Revolución. Uno de los atractivos de Cuba


     Pero todo recorrido por La Habana culmina recorriendo su Malecón, donde los habaneros toman la brisa del mar, sentados en su murete que se ha convertido en el banco más largo de la ciudad. Testigo de tantas historias y que ha visto tantas puestas de sol como posos quedan en el corazón tras el recorrido por esta evocadora ciudad.


El Malecu00f3n, punto de encuentro de los habaneros

El Malecón, punto de encuentro de los habaneros


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Autora: Susana Avila 









El Floridita, escenario preferido de Hemingway y sus daiquiris
El Floridita, escenario preferido de Hemingway y sus daiquiris

Coches clásicos, anteriores a la Revolución. Uno de los atractivos
Coches clásicos, anteriores a la Revolución. Uno de los atractivos

La Habana, fachada del Hotel Ambos Mundos
La Habana, fachada del Hotel Ambos Mundos

Firma de Hemingway en el hotel Ambos Mundos donde se alojaba
Firma de Hemingway en el hotel Ambos Mundos donde se alojaba

La Plaza de Armas de La Habana
La Plaza de Armas de La Habana

Plaza de la Revolución, La Habana
Plaza de la Revolución, La Habana

Catedral de San Cristóbal, La Habana
Catedral de San Cristóbal, La Habana

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