¿Cómo se construye la rentabilidad del termalismo?

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J.A. Vazquez Barquero

   Hablar de Bath es hacer referencia a una ciudad termal cuyos orígenes se remontan a la segunda mitad del siglo I, una vez emprendida la conquista de Britania por las legiones del emperador Claudio en el año 43 d.C. Un enclave histórico agraciado en dos ocasiones por la Unesco con el galardón de Patrimonio de la Humanidad, en reconocimiento expreso tanto de la presencia de surgencias hidrotermales y restos arqueológicos de época romana, como por la preservación de una arquitectura y un planeamiento urbanístico excepcionales, en estrecha armonía con el paisaje natural circundante a la ciudad. Un legado patrimonial cuya conformación evidencia la transcendencia de las decisiones de carácter institucional, como ejemplifica la confiscación real y transmisión de las propiedades del priorato de Bath a la corporación municipal en 1552, ratificada en 1590 por la reina Isabel I, que otorgó a la ciudad los derechos de aprovechamiento de las aguas termales en ella surgentes. De ahí que el siglo XVII se caracterizase por un esfuerzo continuado de las autoridades locales, resueltas a convertir la población británica en un resort de ocio que garantizase el empleo y la seguridad económica de sus habitantes, y transcendiese la mera funcionalidad como centro terapéutico.

Transformación que tendría su punto álgido con posterioridad a 1727

      En consonancia con esta última aspiración, a partir de las visitas a la ciudad de miembros destacados de la monarquía inglesa, y en especial de la reina Ana en 1692, 1702 y 1703, Bath será el escenario de una revolución urbanística que significaría la progresiva recreación de la pequeña urbe medieval, por aquel entonces todavía sumida dentro de sus propias murallas y estructurada mediante calles estrechas y fachadas salientes. Transformación que tendría su punto álgido con posterioridad a 1727, merced a la edificación extramuros de piezas singulares de la arquitectura contemporánea, que definirán las señas de identidad del denominado Bath georgiano y determinarán la imagen que la población proyecta en la actualidad a nivel mundial. Propuestas urbanísticas que supusieron un cambio radical en la concepción funcional de los espacios internos de la ciudad, al tiempo que pretendían solventar un problema específico de cualquier destino turístico, la provisión de suficientes alojamientos para albergar tanto a nuevos residentes como a visitantes ocasionales. En tal sentido, entre 1780 y 1793, el número de viviendas disponibles en Bath se incrementaría en un 45 por ciento y a finales del siglo XVIII la inversión inmobiliaria en la localidad se estimaría próxima a los tres millones de libras esterlinas, cifra equivalente a la dotación de capital fijo de la industria textil algodonera inglesa a finales de esa misma centuria. 


     En la actualidad, y con algo más de 100 mil habitantes, Bath es una población de carácter terciario, especializada en servicios relacionados con la salud, sede de relevantes entidades universitarias y particularmente orientada hacia actividades asociadas al comercio, la hostelería, la restauración, el arte, la cultura y el entretenimiento. Una ciudad frecuentada, antes de la pandemia, por algo mas de 6 millones de visitantes anuales, de los cuales 1,3 millones pernoctarían en la propia localidad, incurriendo en un gasto superior a los 250 millones de libras esterlinas. Una población cuyo centro urbano alberga más de 700 establecimientos comerciales y que en el año 2010 asistía a la inauguración de una notoria intervención urbanística, valorada en 360 millones de libras, y que supuso una dotación adicional de más de 40 mil m2 destinados a actividades terciarias. Un complejo, este último, situado en las proximidades del Thermae Bath Spa y del Museo de los Baños Romanos, frecuentados respectivamente por 260 mil y 1,2 millones de visitantes anuales, y que reportan a la ciudad más de 14,6 y 17,5 millones de libras esterlinas en cada caso. Unas cifras que ejemplifican la vitalidad y fuerza de las ciudades termales cuando estas se construyen adoptando una visión multifuncional e integral.


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Termas Romanas de Bath

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