Palacio de Helguera
Ubicado en el sereno, bellísimo y verde entorno de los valles del Pas, en la zona de las Presillas, a diez minutos en coche de Puente Viesgo, cuna de algunas de las mejores cuevas prehistóricas de Cantabria, el hotel es un verdadero oasis para relajarnos y desconectar del estrés. El Palacio de la Helguera es toda una oda a la naturaleza por su ubicación, al buen gusto y al lujo con estilo por sus objetos de arte y decoración, al confort por la hospitalidad recibida y todo ello en un ambiente que respira elegancia, discreción e historia en cada esquina.
El hotel se encuentra en un precioso palacio de piedra de finales del siglo XVII, en tonos amarillos, de líneas regulares y detalles perfilados en su fachada como blasones o columnas, reformado tanto en su exterior como en el interior. El palacio rezuma Historia por sus cuatro costados, siendo testigo de otras épocas, algo que le aporta un encanto muy especial. Fue mandado construir por el Conde Santa Ana de las Torres, mano derecha del Virrey del Perú, con la intención de que fuera su refugio al volver a España después de hacer las Américas. Sin embargo, el destino hizo que el Conde muriera en el viaje de regreso con lo que nunca pudo habitarlo ni disfrutarlo.
La historia del Palacio se completa con la aparición de la prestigiosa decoradora e interiorista valenciana Malales Canut que, enamorada del edificio (y del entorno cántabro), además de rendir homenaje a algunos de sus antepasados, relacionados con el Palacio, decide adquirirlo y reconvertirlo en un hotel boutique distinguido, que impregna de todo su buen gusto como profesional consolidada en España.
En 2021, Palacio de la Helguera abre sus puertas. La idea es hacer un establecimiento de lujo de cinco estrellas, en un entorno muy apegado y armonizado con el entorno rural, que suponga una experiencia inolvidable y exclusiva para el viajero. El nexo de unión entre un interiorismo delicado donde abundan las telas de vichy, de flores y de rayas, las bellísimas antigüedades que decoran el hotel (muy interesante: los objetos y muebles que vemos en el hotel están a la venta), la estupenda gastronomía de su restaurante Trastámara, a mitad de camino entre la cocina cántabra y la peruana y la hospitalidad sencilla pero muy exclusiva aportan a este hotel algo muy novedoso y original en Cantabria.
Este exclusivo establecimiento que juega con la tradición, lo clásico, lo rústico y lo moderno (por ejemplo, en la zona de la infinity pool, el spa y el gimnasio), combinándolos a la perfección, consiguen cautivar al viajero desde el minuto uno. Un ambiente de sosiego, de relajación, de recreo para la vista tanto por los preciosos paisajes verdes de vegetación exuberante y montes delicados como por la decoración del hotel que nos entretiene a cada momento por su belleza. Una elegancia sobria, ecléctica (hay piezas de anticuario muy antiguas combinadas con arte contemporáneo y objetos como las lámparas de araña que provienen del otrora famosísimo restaurante madrileño Mayte Commodore), sin estridencias, con personalidad, que reflejan el gran gusto de Malales Canut.
El hotel cuenta con once habitaciones (todas diferentes, pero con el mismo ambiente cálido, sibarita, coqueto y refinado). Un paseo por el Palacio de Helguera es como visitar un museo: cuadros, maderas nobles de roble y olmo, jarrones, tapicerías, vajillas de colección…Las once estancias están bautizadas con nombres de ilustres personajes, como la del Duque de Wellington o el Conde de las Torres. Descansar en algunas de esas camas con dosel y vistas espectaculares a los valles pasiegos es único. Las habitaciones están repartidas entre las tres plantas del edificio, además de dos especiales muy bonitas que se encuentran en un pequeño edificio anexo en el parque de la propiedad, donde se localizaban las antiguas caballerizas. Algunas habitaciones están abuhardilladas, otra tiene una preciosa terraza, otras son suite…Los precios varían, según temporada entre 180 euros y 800 euros, aproximadamente, según la categoría del cuarto y la temporada.
Habitación Conde de las Torres
Si las habitaciones son una auténtica maravilla para descansar, relajarnos y admirar la belleza de las obras de arte, no lo son menos tanto los salones del Palacio donde sentarnos a leer o a disfrutar del silencio, como los jardines frondosos, perfectamente, cuidados, donde se encuentra uno de los rincones más espectaculares de Palacio Helguera. Se trata de la piscina “infinity pool” con vistas a los valles pasiegos, del spa y piscina interior donde descubrimos una chimenea de piedra y una lámpara de araña, en ese eclecticismo artístico-decorativo armónico que define al hotel. La naturaleza y la calma rodean al huésped que decide relajarse en este lugar. El hotel ofrece, también, servicios de masajes, aromaterapia, tratamientos faciales y clases de gimnasia.
Piscina Infinity de Palacio Helguera
El Palacio Boutique Antique de la Helguera tiene, además, una propuesta gastronómica de primer nivel. Para empezar, en el desayuno que resulta de muy buena calidad, con productos locales como la mantequilla o los famosos sobaos pasiegos, y que podemos disfrutar, en días de buen tiempo, en el jardín, con, de nuevo, esas vistas espectaculares que nos rodean.
Pero es el restaurante Trastámara con su chef, Renzo Orbegoso, originario de Lima, pero afincado en España desde hace 30 años, que destaca por su óptima gastronomía. Orbegoso recurre a los productos de kilómetro 0, en una carta de temporada, elaborando platos que abordan tanto la cocina cántabra (hay un cocido montañés, por ejemplo), la francesa y la peruana. Los platos juegan, sobre todo, con esa dualidad cántabro-peruana (los picantes están presentes en algunas recetas, hay aperitivo de yuca, acompañamientos de causa limeña, un solomillo Virrey del Perú…) y con el clasicismo de recetas donde la materia prima está realzada.
Lubina con causa limeña de Trastámara
Pero si la cocina es excelente, el marco del restaurante es de una belleza sorprendente. Desde las vistas a los valles a través de los grandes ventanales, donde por las tardes, podemos admirar la caída del sol, hasta los elementos decorativos como preciosos cuadros, las vajillas, las cuberterías, las telas de las paredes, pasando por las mantas que se nos ofrecen por si tenemos fresco. Detalles que se complementan con la chimenea y la acogida sencilla y afectuosa de Carmelo, jefe de sala que nos conquista con su cercanía respetuosa.
Restaurante Trastámara
La bodega destaca por tener estupendos vinos cántabros como el de Picos de Cabariezo Finca Morillas o licores de Orujo y Hierbas de la zona como El Traviesu.
Aunque el hecho de alojarnos en este hotel es ya de por sí un espectáculo y nos podemos entretener con toda la belleza interna y externa que nos rodea durante muchos días, disfrutando del silencio, la calma o las actividades entorno a la piscina, podemos optar por conocer un poco más esta región tan bella, realizando alguna excursión.
Aquí, podremos admirar la naturaleza, haciendoh rutas de senderismo. Existen pueblecitos pasiegos encantadores, que rodean el palacio, verdaderas joyas de la arquitectura rural con casas de piedras y blasones, flora y fauna espectaculares, frondosos bosques e iglesias románicas de gran austeridad y belleza.
También, conviene realizar una excursión al cercano pueblo de Puente Viesgo, ideal para darnos un paseo por la orilla del río Pas, conocer la Iglesia Parroquial de San Miguel o descubrir su entorno de montañas verdes.
Río Pas, en Puente Viesgo, Cantabria
Pero, seguramente, la visita que no debemos dejar de hacer es la de la Cueva del Castillo y la de las Monedas. Dos ejemplos rupestres impresionantes que abarcan desde el Paleolítico inferior hasta la Edad del Bronce, extendiéndose a lo largo de más de 120.000 años. Algunas de las pinturas que contiene la Cueva del Castillo (la más importante de las dos) podrían tener una antigüedad superior a los 40,000 años, lo que las convierte en algunas de las representaciones más antiguas conocidas hasta la fecha. Conviene hacer la reserva con anterioridad por internet. Por cierto, como dato curioso, uno de los impulsores de estas cuevas fue Alberto I de Mónaco, antepasado del actual Alberto de Mónaco, quien, por cierto, se ha alojado en el Palacio de Helguera.
Autora: Carmen Pineda
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