Benidorm y Torremolinos marcaron en los años cincuenta la apuesta por favorecer un turismo de sol y playa con marchamo internacional. Y así hasta el momento.
Benidorm sigue dejando huella a los miles de visitantes que se dejan caer por sus playas de Poniente y Levante y por su infraestructura hotelera, todo un lujo para el disfrute de un turismo cómodo y familiar. En esta localidad alicantina el turismo está muy enraizado en sus habitantes y los forasteros, nacionales y extranjeros, viven a fondo el discurrir diario entre un clima apacible, baños de mar y mucho paseo por sus bulevares marítimos y tardes de reposo y noches de cena y tertulia.
Panorámica de Benidorm
Y es que Benidorm tiene de todo y esa realidad gusta mucho al visitante maduro que suele repetir sus visitas vacacionales ya sea en verano o en otoño y muchos han optado por vivir en este balneario todo el año. Aquel alcalde de apellido Zaragoza fue un visionario y con sus ideas avanzadas dejó huella con su plan de un ordenamiento urbano de retos y novedades.
Playa de Poniente, Benidorm
Y esta población ajustada a sus edificios y torres llamativas se enfrenta a las actuaciones de planeamiento que exige la modernidad. El turista accidental y el fijo saben disfrutar de su momento ocioso y en este solar mediterráneo se encuentran como en su casa. Lo tienen todo a su alcance y la felicidad se observa en cualquier plaza, calle o esquina de esta singular localidad.
Panorámica de Benidorm, con el Hotel Bali, en el centro
Benidorm vende sol, hospitalidad y terapia que es mucho y estos ingredientes son suficientes para que el personal se encuentre a gusto. Los rascacielos, que tocan las nubes, en vez de ahogar a sus pobladores les dan estilo y vida y es el reclamo directo de una ciudad vacacional en toda regla.
Benidorm, la zona de los vinos abarrotada en una noche otoñal
Aquí la gente que vive su vida entre el hotel, residencia, su apartamento y la playa, lo pasa muy bien. Y es lo que gusta con todo lo que conlleva el universo de Benidorm. Fiesta y placer, una manera de despreocupación y momentos de buenas sensaciones para todo aquel que fluya por estos recovecos de petanca, pilates, senderismo, siesta, parlamento, vinos y arroz a banda. El olor y el color del Mediterráneo engancha.
Atardecer en Benidorm
Todo un bálsamo del turismo de masas. Y si nieva en Benidorm?
Autor Texto y fotos: Carlos Cuesta
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