Pocos restaurantes de Madrid pueden presumir de tener tanta historia como Lhardy. Fundado en 1839 por el pastelero francés Emilio Huguenin Lhardy, que revolucionó la repostería en Madrid, refinándola hasta límites excepcionales, Casa Lhardy, como se la conoce, es uno de los primeros y más antiguos establecimientos de la capital. De hecho, fue el primer restaurante que tuvo mesas individuales, vestidas con manteles blancos (antes, eran tablas de madera desnudas donde los clientes se sentaban todos juntos). Lhardy supuso la introducción del “arte de comer fino”, como escribió el propio Benito Pérez Galdos en uno de sus Episodios Nacionales.
Fachada restaurante Lhardy
Hoy, después de unos años de vaivenes, el local se ha renovado y rejuvenecido gracias a la intervención de Pescaderías Coruñesas que ha sabido ponerlo de moda, de nuevo, pero sin perder su esencia histórica y clásica, introduciendo, además, una calidad muy especial en todo lo que son pescados.
Lhardy fue centro de reunión de los más granado de la sociedad madrileña del siglo XIX y del siglo XX. Allí, acudían desde la reina Isabel II (hoy, se puede ver un pequeño salón donde iba la monarca y donde se dice malévolamente que “perdía el corsé”), su hijo Alfonso XII, el Marqués de Salamanca, gran impulsor del local, el cantante de ópera Julián Gayarre (que da nombre a uno de los salones del restaurante) y cualquiera, ya fuese escritor, político, artista, aristócrata, etc, que se preciara de ser algo en la alta sociedad de la época. Hasta visitantes y viajeros ilustres de Madrid, como Alexandre Dumas, reparaban en el restaurante “de moda”.
Ir a Lhardy, hoy en día, no es solo ir a comer (muy bien, por cierto), sino que es un viaje al pasado. Pasearse por los diversos salones (Isabelino, Japonés, Blanco, Sarasate, Gayarre y Tamberlick) es, además, de placentero visualmente por su decoración antigua de grandes espejos, lámparas exóticas como las del salón japonés, tulipas de cristal, relojes, vajillas y cristalerías delicadas o muebles de maderas nobles, muy instructivo sobre quiénes han pisado este icónico local. Las fotos y grabados de personajes desde el siglo XIX configuran una galería variopinta de gentes que han sido, en muchas ocasiones, historia de España y que han probado las suculentas “viandas” de la Casa.
Salón Isabelino de Lhardy
El ambiente de Lhardy es cautivador y relajante. Un servicio exquisito y detallista, liderado por Pascual Fernández Copé, directo de sala, ayudado por Javier, Paloma, y un equipo amable y competente, refuerzan este bienestar.
El marco refinado se divide entre la hermosa pastelería a ras de calle- la Carrera de San Jerónimo que une las castizas plazas de La Puerta del Sol y de Sevilla- y los comedores de las plantas de arriba, encantadores en su elegante serenidad añeja con estilo y “charme”.
En la pastelería, podemos degustar los pasteles más exquisitos de estilo francés, productos salados como el salmón, platos preparados o el mítico consomé de Lhardy, contenido en un plateado y precioso Samovar. Todo ello está disponible para consumir in situ o llevárnoslo a casa.
Varias son las “estrellas gastronómicas” que han dado la fama a Lhardy. Precisamente, una de ellas es su consomé, que se degusta, también en el comedor. Un caldo de origen francés que fue trasplantado a Madrid por el creador del local, Emilio Huguenin y que se caracteriza, hoy todavía siguiendo la receta original, por la introducción de claras de huevo y carne picada. El resultado es un caldo intenso y libre de impurezas que te asienta el cuerpo y el alma.
Consomé en el samovar- Lhardy
El cocido madrileño es otra de las señas de identidad de Lhardy, a pesar de que el restaurante mantiene esa esencia de cocina de inspiración francesa imperecedera que tanto le caracteriza. Este toque tan castizo ha supuesto que su cocido sea uno de los más famosos de Madrid, desde tiempos inmemoriales. Hoy, se puede, incluso, comprar y llevar a casa. Y, si se desea, desde las 18h00, se puede degustar en el comedor.
Cocido madrileño de Lhardy
Ciertos platos de pescados como la extraordinaria lubina en frío son algunas de las renovaciones que los nuevos dueños del local, Pescaderías Coruñesas, han introducido en la carta, así como un salpicón u otros platos de estos productos marinos. Han aportado así, además de calidad, aire fresco a una carta de gran solidez pero que venía bien renovar.
Presentación de la lubina de Lhardy en frío
La oferta mantiene recetas muy francesas como “el paté en croûte” (magníficamente elaborado), una atención muy especial a las verduras, como los impresionantes guisantes lágrima con yema de huevo (la carta se cambia en función del producto de temporada, dando mucha importancia a la materia prima), sopa de cebolla, solomillo wellington o el steak tartare, por solo citar algunos platos.
Paté en croûte de Lhardy
Una magnífica bodega nacional e internacional junto a unos postres deliciosos como el milhojas o el soufflé, entre otros, ponen el broche de oro a la oferta de Lhardy.
Milhojas de Lhardy
Si Lhardy renovó la forma de la restauración en Madrid, incorporando conceptos innovadores como la profesionalidad, la buena y refinada gastronomía francesa, la pastelería exquisita, la atención delicada al comensal, haciendo que “dar de comer” se transformara en un arte (no en balde, se convirtió en el lugar de encuentro de la alta sociedad madrileña), hoy el restaurante ha iniciado un camino de renovación muy interesante asentándose en esa historia que lo ratifica como uno de los lugares más deliciosamente encantadores de Madrid.
Direcciones: c/ Carrera de San Jerónimo, 8-Madrid
Precio medio: 50 euros/ persona
Horarios: Tienda: de lunes a sábado: 13h00 a 00h00; domingos de 13h00 a 16h00
Restaurante: de lunes a sábado: de 9h00 a 23h00; domingo de 10h00 a 16h00
Reservas: 915 21 33 85/
Autora: Carmen Pineda
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