Se acerca la noche del 31 de octubre. Todos los gallegos apreciamos esta fecha desde mucho antes de que, a casi todos los lares, se exportara o se apropiara la celebración del Halloween, en su versión estadounidense, como si fuera originaria de aquel territorio. Y es que aquí el Samaín forma parte de la tradición más enraizada y enxebre de nuestra tierra.
“Final del verano”
En esa noche, de carácter mágica, nuestros ancestros hicieron la celebración que daba paso definitivamente al invierno. Las culturas del norte celta, que tanto influyeron en nuestra fachada atlántica solo diferenciaban dos estaciones: en el último día de octubre terminaba un fructífero tiempo de cosechas y comenzaba la larga noche invernal. De hecho, etimológicamente en gaélico su significado es “final del verano”.
Repasamos algunas cosas que debes saber sobre el Samaín, aunque alguna ya conocerás, para dar la bienvenida a una de las noches más tradicionales de las que se viven en Galicia.
El Samaín fue el origen de todo. En gaélico, Samhain significa «fin del verano», pues los antiguos celtas lo celebraban en ese momento de transición del estío al invierno. Esta celebración milenaria tiene lugar cada año, durante la noche que va del 31 de octubre al 1 de noviembre, en una de esas fechas en las que se cuenta que es más fácil transitar entre dos mundos: el de los vivos y el de los muertos.
El Samaín configuraba el Año Nuevo celta. Los pueblos celtas consideraban que el año estaba dividido en dos partes: una oscura, que se inicia en la noche de Samaín, y una clara, que se inicia en la noche de Walpurgis, con la fiesta de Beltane, entre el 30 de abril y el 1 de mayo. No obstante, es la de Samaín el inicio de todo, cuando el verano moría y comenzaba el invierno.
Eran los druidas los encargados de celebrar la fiesta celta para honrar a los ancestros, a través de numerosos ritos. Cuentan las leyendas que recogían en los bosques más apartados bayas de muérdago durante esa noche, para lo que utilizaban una hoz sagrada forjada en oro. Con ellas, preparaban pócimas y ungüentos, y vaticinaban sobre el futuro de las cosechas y de la aldea.
Uno de los rituales que ha llegado hasta nosotros, y cuyos resultados auguraban el futuro, es el de coger manzanas, que se ha transformado en el apple bobbing de Halloween. Consiste en sumergir varias de estas frutas en un caldero con agua y ser capaz de agarrarlas con la boca.
Durante esta jornada, los druidas también apilaban ramas sagradas y encendían al atardecer hogueras en diferentes puntos del poblado, para ahuyentar a los malos espíritus y guiar a los difuntos en su camino. Algunas personas se cubrían con pieles de animales, máscaras, etc. para despistar a los espíritus y los fantasmas, lo cual daría lugar a la costumbre de disfrazarse que se mantiene en la actualidad durante tal noche.
La tradición del fuego se conservó en las aldeas gallegas, cuando durante esta noche se encendían hogueras con ramas de tejo o de serbal que luego se utilizaban para encender las lareiras.
Mucho antes de que en las huertas gallegas hubiera calabazas, en Samaín las poblaciones célticas cogían las calaveras de sus enemigos muertos en la batalla y los iluminaban, para colocarlos en los muros de los castros. Posteriormente, a pesar de la llegada del cristianismo, que lo declaró una festividad pagana, en Europa los pueblos de origen céltico continuaron con la tradición del Samaín.
Celebración del Samain, en Beade, Adega do Arco da Vella
Entre aquellos pueblos que conservaron sus tradiciones, como los irlandeses, la noche de Samaín vaciaban los nabos y en el hueco interno colocaban carbón ardiente para alumbrar el regreso de los difuntos al mundo de los vivos, con la intención de recibirles y, a la vez, protegerse de los malos espíritus.
Con la aparición de las calabazas, comenzaron a vaciarse estas para esculpir en ellas calaveras que dieran miedo, colocando una vela en su interior, para espantar a los malos espíritus en la noche que transita entre el verano y el invierno.
La leyenda gallega cuenta que la procesión de los muertos pasa por los pueblos, las carreteras vacías, cerca de las casas y en los campos, encabezada por una persona viva que a veces está vestida con una capa blanca con capucha. Según algunas historias, los espíritus también están vestidos con capas encapuchadas. A veces no se dice que la procesión sea dirigida por una persona viva y sólo involucra a los muertos.
Se cree que el líder normalmente pertenece a la iglesia, por ejemplo, es un feligrés de la iglesia de la parroquia a la que va la procesión.
Tres símbolos principales relacionados con los rituales de muerte siempre aparecen en las historias: una cruz, una vela y agua bendita. Santa Compaña aparentemente viene a castigar a la gente por sus malas acciones en la vida. Son vistos como una maldición. Se dice que siempre aparecen alrededor de la medianoche y desaparecen antes de los primeros rayos del sol.
Aunque hay muchas versiones diferentes de esta leyenda gallega e incluso los nombres no son los mismos en las diferentes regiones, todas las historias incluyen un grupo de almas en tormento caminando por las calles. Nombres como Estadea, Rolda, Patalla, Avisons, Pantaruxada y As da noite siguen siendo famosos en las historias locales relacionadas con estos eventos sobrenaturales. En algunos textos, el líder de la procesión es conocido como Estadea.
Nada hay más eficaz que evitar alejarse del hogar durante esas horas consagradas a los muertos. Un consejo ciertamente valioso, puesto que el que encabeza la comitiva es en realidad una persona viva, que ha sido condenada a portar una cruz delante de la procesión espectral, y que solo quedará libre cuando pueda traspasar su condena a otro… Dicho esto y sin ánimo de estropear la fiesta a nadie… ¡A disfrutar de la noche más tenebrosa del año!
La Santa Compaña
En Galicia, en esta fecha, era habitual que la mesa no se recogiera después de cenar, por si las ánimas de los fallecidos acudían a visitarnos durante la noche y les acuciara el hambre. Además, se dejaba la chimenea encendida para que no pasaran frío. No era la única madrugada en la que esto sucedía, ya que también había costumbre de hacerlo durante la Nochebuena.
Comida y bebiva para los antepasados que nos visiten la noche del 31 de octubre
La Celebración de Samain ( "Fin del Verano") -tambien llamado en todos los países celtas de la Europa atlántica de habla inglesa Halloween, Allhallow Even o Hallowe'en: literalmente "la víspera de Todos los Santos", "el día que precede al día de todos los Santos". Todos los celtas de las islas, rías, costas y promontorios de la Europa Atlántica en el antedicho Halloween o Samain. Así “[…] nuestros abuelos celto-atlânticos, tal vez heredaron, a su vez, de sus abuelos neolíticos, constructores de megálitos, asa costumbre, dividían el año con dos grandes festividades, la víspera del primero de mayo, inaugurando la estación clara, el verano, y el final del verano (Samain) e inicio de la estación oscura, el inverno, y la noche.
El primero de mayo y el primero de noviembre el el Atlántico marcan - como podemos sentir ahora- claros momentos de climática mudanza. Anunciando con la lleada del calor y de la flores de mayo la rica vegetación de verano, las promesas de los venideros frutos, enquanto noviembre anuncia, el frio y la oscuridad del invierno. En este contexto, el motivo de la celebración de los mayos, y el motivo de la celebración de Samain o Hallowee, la fiesta de los difuntos, podría responder, a la intencionalidad simbólica de la mas pura tradición celta, al hecho de la división celeste del año en consonancia con los solsticios y con los equinócios
El Samaín llegó a Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX, a causa de los numerosos emigrantes escoceses e irlandeses que partieron hacia América, llevando con ellos su cultura y tradición. De ahí proviene el nombre actual de Halloween, pues tal denominación tiene su origen en el término All Hallows? Era, la vigilia que se celebraba la noche anterior al Día de Difuntos.
Las culturas entonces se entremezclaron y se incluyó en esta celebración la leyenda negra de Stingy Jack, un irlandés que la noche de un 31 de octubre se cuenta que se tropezó con el mismo Diablo, y a quien terminaría conociéndose como Jack O?Lantern. Ese mismo término acabó utilizándose como nombre común para referirse a las calabazas que se decoran en Halloween.
El famoso «truco o trato» (trick or treat) que tanto ha popularizado el Halloween estadounidense, y que hemos visto reflejado infinidad de veces en el cine, también tiene su origen en el mundo celta. Cuenta la tradición que los druidas iban la noche del 31 de octubre de casa en casa pidiendo comida para honrar a sus dioses, por lo que ni siquiera lo que muchos consideran una costumbre americana No lo es.
Las familias mexicanas continúan con la tradición de comprar calaveritas de azúcar o chocolate para colocar en las ofrendas el Día de Muertos
Tal y como ha pasado con infinidad de celebraciones paganas, el cristianismo terminó instaurando en esos días sus propias festividades, para absorberlas del todo. A la mañana siguiente del Samaín, se celebra así el Día de Todos los Santos, en el que se recuerda a las personas fallecidas que están en el Paraíso, según indica el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, festividad que se estableció alrededor del siglo X.
Pero, además de ello, la tradición católica instauró poco tiempo después el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), en el que sí se recuerda también a aquellos que no están en el Paraíso y permanecen en el Purgatorio, coincidiendo con la fecha en la que en México se celebraba ya el Día de los Muertos, otra fiesta pagana de origen prehispánico.
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