​Monarquías cuestionadas

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    Todavía inmersos en el complejo y elaborado protocolo que se está desarrollando tras el fallecimiento de la reina Isabel II, me viene a la memoria el capítulo 8 del Libro bíblico de 1ª de Samuel. Los líderes de Israel se presentan ante este envejecido Juez y Profeta, pidiéndole que les constituya un rey que les juzgue, como tenían el resto de las naciones a su alrededor. Samuel consulta a Dios, el cual, le explica lo erróneo de la petición, pero le ordena que acceda a la solicitud de ellos y les avise de las graves consecuencias que sufrirán con un rey. A pesar de las sabias y concretas advertencias, los israelitas se empecinaron. 


         A lo largo de la historia podemos observar como las monarquías han sido más perjudiciales que beneficiosas para la mayoría de las personas. Uno de los miles de ejemplos, lo encuentro en la estupidez de la mayoría de monarcas y príncipes europeos de 1914 que fue decisiva para el desastre de mortalidad y económico que trajo la 1ª guerra mundial.


        Actualmente, existen cuarenta y una monarquías en todo el mundo. Arabia Saudita, Brunei, Omán y Suazilandia, conceden a sus reyes casi todos los poderes del estado. Otras nueve, incluidas Jordania, Marruecos o Catar, otorgan un poder significativo a sus monarcas. Por último, las veintiocho restantes entre las que destacan el Reino Unido, España, Japón u Holanda, no conceden poder político a sus monarcas, aunque sigan gozando de una importante influencia social o cultural.


         Resulta triste observar que la casi totalidad de las monarquías totalitarias o carentes de controles democráticos se mantienen muy estables. Por el contrario, las monarquías parlamentarias europeas son cada vez más cuestionadas por muchos de sus súbditos. Cuesta entender el derroche de gasto innecesario que las mismas conllevan, aunque los gastos superfluos que ocasionan los Presidentes de las Repúblicas de Alemania y Portugal, también son excesivos. 


        El creciente desapego afectivo en muchas monarquías y el mal ejemplo de muchos de sus príncipes y reyes, están poniendo en peligro la permanencia de las mismas. Ejemplo de ello, lo vemos en que hace quince años muchos españoles se declaraban más “Juan Carlistas” que monárquicos, debido al importante papel que jugó el Rey a favor de una transición hacia la Democracia Constitucional actual. Luego, sus corrupciones financieras y problemas familiares que salieron a la luz afectaron gravemente a la Corona española. Felipe VI, con su buen hacer en estos 8 años está contribuyendo a evitar su caída. Algo parecido ha ocurrido en el Reino Unido, en dónde el buen reinado de Isabel II y las simpatías que despierta el Príncipe Heredero Guillermo, están apaciguando la llegada al trono de un Carlos III y una Camila que junto a Lady Di, estuvieron cerca de dar un golpe mortal a la monarquía más importante del mundo. Hoy en día, se percibe que las instituciones monárquicas europeas pueden acabarse con un mal reinado o escándalo no solventado correctamente.  

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