CAMBIO DE PARADIGMA EN LA COMUNICACION

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Tecnología, comunicación y política es una relación a día de hoy imprescindible para entender el desarrollo de las campañas electorales, la movilización de los votos y la presentación de información. Ya lo fue en 1960, con el primer debate Kennedy-Nixon, y lo es aún más en 2015, cuando la televisión, a pesar del éxito en audiencia del debate electoral del pasado lunes, ha pasado a ser para millones de personas, sobre todo las más jóvenes, un medio secundario de información y entretenimiento.


El salto generacional y tecnológico en España en los últimos años ha sido enorme, y el peso de medios de comunicación como Twitter, Facebook y Youtube han provocado un cambio de orientación en la manera de plantear los políticos sus propuestas.


El el mencionado debate televisivo los partidos políticos tenían preparados, por una parte, equipos de profesionales para controlar el feedback de las redes sociales, conociendo al instante las sensaciones y respuestas ante cada una de las intervenciones de los candidatos; por otra parte, había equipos que se dedicaban a trasladar mediante mensajes, videos y tweets (hasta dos al minuto) las declaraciones de sus candidatos. En minutos los responsables de comunicación sabían cómo el público (y el electorado) reaccionó ante determinadas declaraciones o informaciones.


Todo este "big data"fue procesado al momento, disponiendo de una valoración global y directa de cada intervención en apenas unas horas. Las tradicionales encuestas electorales han dejado paso a realidades instantáneas y perfectamente localizadas, lo que ha mejorado el tiempo de respuesta de los políticos en esta campaña.


Al igual que Kennedy ganó el debate a Nixon por el conocimiento de cómo funciona la televisión (qué color de ropa usar, salir maquillado, la postura a utilizar delante de la cámara) los partidos políticos han sido conscientes de que dominar y conocer el funcionamiento de las redes y cómo comunicarse en ellas es algo fundamental para ganar las elecciones, al igual que cualquier error supone perder miles de votos de manera casi instantánea.


Todo está medido, desde el número de palabras hasta la calidad de las imágenes y videos, pasando por el tipo de mensajes según el día y la hora. Los teléfonos se han convertido en periódico, buzón y televisión, por lo que la adaptación de las campañas a los dispositivos móviles supone un contacto directo con el votante, algo impensable hace 10 años, y una posibilidad más concreta de convencer, cambiar tendencias y ganar votos.

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