​La Catalunya profunda

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CARNICERO 200 (2)

        Hace cerca de dos años que no hago ningún comentario en castellano, y aunque ésta siga siendo mi lengua madre, a los 20 años opté por hablar gallego siempre que me fuese posible. Era la lengua de mis abuelos maternos y de ellos aprendí a identificar las tradiciones, las costumbres y la idiosincrasia de nuestras gentes. Sin hablar el idioma sería imposible reconocernos e identificarnos como país, como pueblo y como nación. La razón de escribir en esta ocasión en castellano se debe a tener un gesto con mis amigos catalanes de La Pobla de Lillet, con los que conviví durante diez días intensos en su amada Catalunya.


            La Pobla de Lillet es un pueblo de la montaña del pre-Pirineo. Un punto neurálgico desde el cual se pueden visitar muchísimos puntos de interés como los Jardines húmedos hechos por Gaudí, las minas de carbón y la antigua fábrica de cemento. El pueblo de La Pobla es difícil de describir y muy sencillo de criticar desde el exterior. A la llegada es imposible no sentir el espíritu independentista que se muestra en señales informativas, carteles y banderas; lo que podría generar inquietud en cualquier visitante amante de la intolerancia; ni siquiera nos alerta, pero sí nos llama la atención. Con generosidad, mis hermanos en la fe, Joaquín y Merche, nos acogen en su casa y me explican algunas cosas. En ese momento observo que la desinformación interesada y mediática, que asedia a Catalunya existe, y según quien sea, por intereses espúreos, la exagera más o menos. Sin embargo, espero con paciencia poder comprobar lo que me dicen, y mis sospechas eran ciertas, pues en el pasado nunca nadie me había despreciado por no saber catalán. 


            Viajamos por los pueblos de la montaña, Castellar de N’Hug, San Jaume de Frontanyá, Cers, Sant Julià de Cerdanyola (en ningún Ayuntamiento tienen la bandera de España) y en todos ellos se dirigen a nosotros en catalán. Al escuchar nuestro acento gallego, cambian de inmediato al castellano. Les pedimos que nos hablen en catalán, queremos aprender, y en Guardiola de Berguedá nunca olvidaré las palabras del camarero del “Restaurante Cadí” al ver mi esfuerzo por pedir el menú en su lengua: “molt bé, cullons”. Vamos, que se entiende bien, no creen ustedes?. La misma situación se repite en museos ( han llegado a proyectar un video en castellano, solo para nosotros), presentaciones de libros, cafeterías, supermercados y sobre todo, entre amigos. En una tertulia espontánea en la terraza del  Bar Rosalía analizan con calma la situación actual. Están preocupados por las nuevas generaciones y que las redes sociales potencien el castellano en lugar del catalán.


          Pero existen otros lugares de encuentro en los que compartimos buenas conversaciones a la hora de tomar el Vermouth Murcarols. Este producto de excepcional calidad se remonta a 1902 de la mano de L’Avi Josep y lo verdaderamente entrañable está en poder disfrutar de la presencia de los dueños en las tertulias a las que me refería. El respeto hacia los demás no se corresponde con el que reciben de parte de los que quieren desconocer la cultura y las posibilidades económicas de Catalunya. En la mayoría de los casos su amor por preservar su lengua y su cultura nos da ejemplo de unión de un pueblo que ha sido perseguido, como los gallegos, por su idioma, y que continúa siendo despreciado.


         Los últimos días viajamos a Girona al encuentro de antiguos amigos de Cardedeu. Recordamos tiempos pasados y nos invitaron al Museo Judío.  La dinámica lingüística de la ciudad era la misma que en el Pre- Pirineo. Destacaba la amabilidad de sus gentes y la generosidad con viejos y nuevos amigos. Los arquetipos que encorsetan usos, costumbres y mentalidades, siguen teniendo seguidores con orejeras de burro, que no les permiten ver ni la pluralidad, ni la diversidad, ni la convivencia de un pueblo que lucha por poder tener voz.


         En la plaza Mayor del pueblo de Bagà el Ayuntamiento quería hacer obras, por eso los vecinos han colgado una enorme pancarta que dice: “LA PLAZA NO ES TOCA. Volem opinar! ( La plaza no se toca. Queremos opinar). Y es que Catalunya es así, porque sus gentes también son así. Descubrirla es amarla.


Foto La Catalunya profunda



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