​Presentación en Madrid de los vinos de la Denominación de Origen Arlanza.

    Arlanza es una comarca, quizás no tan conocida como otras, pero que vale la pena descubrir por la calidad de la denominación de origen de sus vinos, por sus bellezas paisajísticas, como la Sierra de Covarrubias, marcadas por el río homónimo y el Arlazón, y por su riquísimo patrimonio cultural como el centro histórico de Lerma o la abadía de Santo Domingo de Silos. Por sus riquezas diversas, Arlanza se está posicionado, cada vez más, como una tierra de vinos y de enoturismo por excelencia.

Lerma ( Burgos)

      Para ubicarnos, decir que la D.O. se encuentra al sur de la ciudad de Burgos y al este de la de Palencia, a lo largo de las provincias castellanas del mismo nombre, donde el río surca tierras de viñas, sabinas, cereales y girasoles. Sus viñedos ocupan una extensión de más de 450 hectáreas y están situados entre los valles medio y alto del río Arlanza, la sierra de Covarrubias y los páramos del Cerrato.

     La selección de vinos que se presentó en Madrid, maridando un excelente almuerzo en el restaurante Fonda de la Confianza con Paco Patón en la sala y José Luis Estevan en cocina, fue muy especial por contar con algunos de los mejores caldos elaborados en esta zona.

    La tradición vinícola en la comarca de la Ribera del Arlanza se remonta al siglo VII, de la que se conservan reseñas históricas de viñedos en monasterios. Por eso, los orígenes de esta D.O. hay que buscarlos en las uvas que crecen en parcelas de viñedos centenarios, muchas veces, situados “secretamente” entre bosques o campos de cerezos, lejos de carreteras y caminos.

      Durante el almuerzo, el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Arlanza, Ramiro García Arnaiz, explicó las características que diferencian y hacen especiales a la D.O. Arlanza y a sus vinos. Se trata de recónditos viñedos, marcados por la altitud donde se encuentran (más de 1000 metros) y por las condiciones extremas sobre las que se desarrolla y madura la uva con grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche. La vendimia suele ser tardía, hacia el mes de octubre y los tintos son, muchas veces, vinos de guarda (madurados en botella). Las variedades de uvas son numerosas. Entre las tintas autóctonas, se encuentra la tinta del país o tempranillo (95% de lo plantado). 

      Esta variedad ofrece unas cualidades particulares, fruto de la adaptación a las condiciones extremas donde vegeta. También, tenemos la Garnacha, especialmente para los vinos rosados, y  Mencía y/o albillo (usada para los blancos) y viura (blancos).

• Cata de vinos de Arlanza

Siete vinos de la D.O. de Arlanza de diversas bodegas de la zona (existen alrededor de 27) fueron los protagonistas de los maridajes: Vientos del Pueblo 2021 (rosado) de Bodegas Septién; Colina Triste 2020 (blanco) de la Bodega Vinos Sinceros; Barbudo 2020 (tinto joven) de Bodega Palacio de Lerma; Picofino 2018 (tinto crianza) de Bodega Palacio de Lerma; Castillo de Ura 2014 de Bodegas Sierra y Gran Lerma 2016 de Bodegas Lerma; y, por último, Buezo 2005 de Bodegas Buezo (estos tres últimos son tintos de guarda).

Castillo de Ura 2014

      Los vinos que se elaboran, en la D.O. Arlanza, son principalmente tintos, de los que gran parte se destina al envejecimiento en barricas de roble para salir al mercado con las mismas condiciones de envejecimiento que los “Crianzas” y “Reservas” de las Denominaciones de Origen. También se elaboran rosados a partir de las variedades tintas y blancas.

      El primer vino de la cata fue un rosado: el Vientos del Pueblo, armonizado con hummus, pan brioche y aceitunas. Con 70% tintas tempranillo, mencía, garnacha y 30% blancas de albillo y viura, fermentado en barricas de roble francés, este rosado resultó fresco e intenso de aromas a frutos rojos y fresas, de larga sensación en boca. El siguiente fue un vino blanco, el Colina Triste (título en honor a películas de western rodadas por Clint Eastwwod en la zona).

      Compaginado con raya en escabeche y ensalada campera de patata, y procedente de viñas de gran altura, resultó floral, frutal y muy sabroso, con estupenda acidez. El picoteo del almuerzo siguió con croquetas de huevo y lacón, además de guacamole con torreznos. Barbudo fue el vino maridado. Un espectacular caldo de color picota con una intensidad medio-alta, fresco y equilibrado en boca.

     Los platos de resistencia como la paella a banda de sepia y calamar, una de las especialidades de Fonda de la Confianza, maridó espectacularmente con el Picofino. Intenso color granate, de notas balsámicas y especiadas con toques de barrica, resultó muy delicado.

     Dos vinos de excelencia de tempranillo y viñedos casi centenarios y altos, el Gran Lerma Reserva y el Castillo de Ura, fueron los elegidos para maridar con la costilla de vaca confitada y glaseada. El primero, de color granate intenso y brillante, con reflejos violáceos muy vivos, aportó aromas a monte, hierbas aromáticas y notas especiadas de clavo. El resultado: un vino aromáticamente complejo y bien integrado, redondo, equilibrado y fresco a la vez. Castillo de Ura, largo en boca, elegante y redondo, llamó mucho la atención de los presentes.

     El broche de oro lo puso el Buezo de 2005, el más antiguo de la cata, proveniente de las bodegas homónimas, situadas en Mahamud (Burgos). Su representante, Miguel Corral expuso las cualidades de este vino, premiadísimo en varios concursos como en el de Bruselas 2021 con la Gran Medalla de Oro. El Buezo acompañó el postre de tarta capuchina. 

Buezo Varietales 2005

Este tinto de guarda, destacó por su color cereza, sus aromas a frutas maduras, entre otros, y su complejo proceso de elaboración de variedades por separado en depósitos troncocónicos de acero inoxidable y tinas de roble francés. Un gran vino que cerró una excelente cata y maridaje de descubrimiento de una de las D.O. más interesantes de España, Arlanza.

Autora: Carmen Pineda