Una brecha generacional

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Uxia 135

    La imparable digitalización de numerosos servicios ha provocado que la brecha digital entre las personas mayores se incremente cada vez más. Para quienes han crecido en un mundo analógico donde jamás imaginaron todas las opciones digitales del mundo actual, cada día supone una lucha por superar enormes muros.



    Con todo este salto de digitalización que se produce en varios ámbitos y sectores demográficos, nuestros y nuestras mayores se ven en ocasiones obligadas a delegar en otra persona sus gestiones, lo que les hace sentirse ciudadanos de segunda y excluidos de la sociedad.


    De hecho, el Barómetro UDP marca la dimensión de la brecha: el 40,5% de las personas mayores aseguran que nunca han accedido a internet.


     Un claro ejemplo de brecha digital y tercera edad se da en el ámbito de la banca, donde el grado de vulnerabilidad fluctúa solo en la provincia de Ourense en torno al 30%. Pero el impulso del modelo digital no es exclusivo de los bancos, pues el teletrabajo, las compras por internet o la cita médica online son, cada vez más, la norma.


L     a Administración tampoco se queda atrás y ha emprendido el salto digital y la posibilidad de suprimir los trámites presenciales perjudica a los sectores de personas de mayor edad. 


     Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en la franja de edad de entre 65 y 74 años el 7,8% de las personas no tienen habilidades tecnológicas y el 60,2% tienen habilidades bajas. Una brecha generacional a la que se suma la tendencia en nuestro país al envejecimiento.


      Ourense sufre un envejecimiento progresivo de la población, donde un porcentaje cercano al 6% se encuentra por encima de los 85 años. Ello se complementa con una grave sangría demográfica que se traduce muchas veces en un escenario de falta de proximidad de los servicios esenciales. Sin duda el cóctel perfecto para tener que recurrir al mundo digital para realizar las gestiones más básicas. 


         Asuntos Económicos y Transformación Digital ya han iniciado el camino acogiendo la firma del protocolo de las entidades financieras para garantizar la inclusión financiera y la atención personalizada de los mayores. Pero queda mucho por hacer, empezando por garantizar la alfabetización de nuestros mayores en este campo, potenciando un ecosistema digital y proporcionándoles la información, los medios y las herramientas necesarias para disminuir esa brecha. 


     La tecnología ha de resultar cercana y fácil; pero no puede ser la única vía por la que realizar determinados trámites. No queremos ni podemos abocarles a ser dependientes sin que ellos realmente lo sean.


     Para este Gobierno promover el envejecimiento activo es una prioridad, porque cuando el proceso de aprendizaje tiene éxito, los beneficios son evidentes y numerosos. 

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