​Zango de pato, patacón y arepitas en el corazón de España

         El pasado jueves 17 de marzo tuvo lugar en Madrid una sensacional jornada gastronómica de la mano del Grupo La Fontana (LFG), entre cuyas distintas líneas de negocio encontramos un acogedor restaurante ubicado en la calle Bahía de la Palma. El evento, que contó con el apoyo y participación de autoridades diplomáticas de Ecuador, se enmarca en un ciclo impulsado por parte del Instituto ProEcuador para estrechar relaciones entre el país andino y España.

            Ningún sitio simboliza este espíritu de unión de la comunidad iberoamericana como lo hace el restaurante La Fontana, cuya carta es un itinerario por las costumbres culinarias de los países que conforman Iberoamerica. En un escenario cuidado al detalle, con una arquitectura colonial y decorado con motivos que sin duda nos transportan al hemisferio sur del continente americano, el Grupo La Fontana ofrece una gastronomía de gran calidad que fusiona el exotismo de tierras lejanas con la tradición castiza castellana.

            En la jornada gastronómica el restaurante ofreció una selección de platos que están disponibles en su carta y que fueron presentados en forma de tapa. En concreto, fueron seis las muestras presentadas, todas ellas exquisitas y que dan sobrada cuenta de lo imprescindible que resulta la visita a La Fontana para cualquier amante de la gastronomía y de Iberoamérica

            El evento estuvo amenizado por explicaciones de los platos en voz del director de cocina de La Fontana, que acogió el evento con gran amabilidad y disposición a ayudar y responder a las curiosidades planteadas por los asistentes.

            El primer plato fue una cuchara de zango de pato preparado con tamarindo —un fruto tropical típico de America central— y salsa de maní, que se realiza con cacahuete.

Zango de pato

            Seguidamente fue servido el patacón. Se denomina patacón a la masa que queda tras freír y aplastar hasta formar un círculo el platano macho y que puede ser acompañada con diferentes alimentos. En este caso, el patacón se sirvió con un atún en escabeche suave y decorado con finos hilos de wasabi en formato líquido y pequeñas tiras de puerros fritos.

Patacón

       En tercer lugar se presentó un canapé de cerdo asado de gran elaboración. El director de cocina explicó que la forma de asar el cerdo en La Fontana implica un meticuloso y largo proceso: en primer lugar se deja macerar la carne entre pieles de limón, lima, cerveza, achote y diferentes especias durante 24 horas para luego poder asar a muy baja temperatura durante largo tiempo. El canapé llevaba, además, una base de patata y un remate de viruta de limón, lima y pétalos de flor comestibles.

Canapé de cerdo asado

            Posteriormente fue ofrecida una arepita de mote, elaborada a partir de maíz blanco cocido. Encima de la pequeña arepa, verduritas salteadas en especias. Concretamente, fueron dieciocho las especias utilizadas. El motive por el que se emplea tal cantidad es porque la arepita es un alimento que apenas tiene sabor, por lo que el especiado compensa. Por último, se remata la arepita con un hierbas y chimichuchurri.

Arepita

           En quinto lugar pudimos disfrutar de una croqueta de ají de gallina. El rebozado, mucho más fino que el de la clásica croqueta, estaba elaborado con panco, un pan japonés en forma de escamas que, al contrario que el pan rallado, otorga a la croqueta una textura crocanti. El remate de la croqueta fue una salsa de mango con toques de curry.

Croqueta de aají de gallina

            Por último, se sirvió un ceviche de camarón. A diferencia de como se suele degustar este plato, en La Fontana Gastro se come primero el camarón y, posteriormente, se bebe el liquido del ceviche. El caldo estaba cocinado con fruta de la pasion, ajo, jengibre y mostaza. El camarón, crujiente, estaba coronado por una mayonesa de chipotle.

Ceviche de camarón

            Sin duda, fue una jornada gastronómica para recordar, en la que los asistentes pudieron disfrutar de auténtica comida iberoamericana en pleno Madrid y que supuso un paso más en la cooperación cultural —en este caso culinaria— entre los países que conforman Iberoamerica.