​La Presidencia no es una escuela

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       El puesto de presidente del gobierno, en España es el cargo de la Administración de mayor responsabilidad en el ámbito de la Administración Pública, por la importancia de los asuntos que debe acometer y por las consecuencias que para la nación pueden derivar de las manifestaciones o de las decisiones que realice quien ostente el cargo.


          En consecuencia, para ejercer esa jerarquía no sirve cualquiera, se precisa que la persona posea al menos tres cualidades imprescindibles: formación, experiencia y temple.


          En lo que se refiere a la formación un presidente del gobierno, debería dominar, con total soltura el inglés y al menos otro idioma con fluidez. Y de entre ellos, sería muy conveniente el conocimiento del árabe.


          Asimismo, quien ocupe ese cargo, debería poseer una sólida formación en cuestiones de política internacional y geoestrategia.  En esa línea, su formación, por proximidad, debería ser especialmente sólida en las relaciones con la Unión Europea y con el Magreb. Y por supuesto, precisaría, necesariamente, una formación adecuada para abordar las relaciones con el continente americano y con los países asiáticos.


          La formación que desearía para el presidente español sería la equivalente a la adquirida por Enmanuel Macrón, formado en el Instituto de Estudios Políticos de París y en la Escuela Nacional de Administración (ENA), la de Margaret Thatcher, Mario Draghi o Antonio Costa.


          Y en lo que hace relación a su experiencia profesional y política, también me referiría a los mismos: Enmanuel Macron, Margaret Thatcher, Mario Draghi o Antonio Costa, por ejemplo. Como dice aquel refrán español: Para saber pisar las alfombras, antes hay que haber orinado en ellas”. No se puede llegar al gobierno de la nación con nula experiencia en puestos de relevancia dentro del Gobierno, ministro, secretario de estado, etc.

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          Respecto al temple, ha de ser necesariamente el que se corresponda con el que han demostrado algunos de los líderes citados, entre otros. No puede ser una persona sensiblera y de lágrima fácil. El puesto requiere mucho temple por las decisiones a tomar, eso fue de siempre, pero en los tiempos que corren mucho más.


          El voluntarismo no es suficiente para ocupar el puesto de presidente del gobierno,  La presidencia del gobierno, ni es una escuela, ni un centro de experimentación, ahí hay que llegar con la lección bien aprendida. En el cargo se requiere mucho más y ese más es lo que nos falta en España con los candidatos y así nos está luciendo y nos lucirá el pelo.

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