Playa urbana del Sardinero en Santander, posee una gran belleza y calidad
Santander es ciudad marítima con su atrayente bahía y su ubicación en el centro de la Cornisa Cantábrica. Es urbe larga y "pindia" con sus calles inclinadas en la zona centrípeta. Su paseo de Pereda y los entornos del Sardinero son lugares que marcan el sentido bello de esta localidad singular y pintoresca.
Paseo Pereda de Santander, desde la bahía
Pasear por Santander en cualquier época del año, pero sobre todo en verano es cargarse de ánimo y mucha terapia que sirve para sentirse uno a gusto consigo mismo y con su cercanía.
La amplia Bahía con el fondo de Peñacabarga, sus barcazas de recreo que alargan el paseo hasta Somo y proximidades, junto al Ferry que comunica con Inglaterra supone un intenso estuario marcado por su diversidad geográfica y por bellas vistas a ese espectáculo marino.
Santander, darsena de Puerto Chico y fachadas del Paseo Pereda
En pleno paseo al mar se encuentra el Centro de Arte Botín de reciente construcción y complejo cultural que atrae a infinidad de visitantes y al turista accidental que llega a pasar unos días por la capital de Cantabria. Es un centro artístico de enorme interés por sus colecciones fijas y temporales. Y el turismo santanderino tiene en este edificio emblemático una base fija de movimiento cultural y mucha promoción.
Centro Botín, en poco tiempo se ha convertido en un excelente atractivo cultural de Santander
Y en la península de la Magdalena se encuentra un grandioso palacete de factura decimonónica y visitas reales que alberga los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo. Un lugar bien ubicado que merece una visita obligada y desde esta atalaya buena visual de una parte de la urbe donde el Sardinero con sus edificios renombrados y sus playas conforman un emplazamiento con una decoración urbana de suntuosidad y lujo.
Peninsula de la Magdalena, en cuyo alto se asienta el Palacio, en Santander (foto: Turismo de Cantabria)
Santander mira al mar con pasión y benevolencia. Es su sino. Y de este mar Cantábrico animado y abierto los marineros aguerridos y los pescadores aficionados viven con fervor beatífico su oficio sempiterno y ocioso.
Santander, pescador, en el espigón
Santander es fiesta y paseo, amistad y gastronomía. Y en este campo de la culinaria, esta ciudad envuelta en sus fundadores San Emeterio y San Celedonio, dos caras afectas que dominan el escudo heráldico, trabaja los fogones cocineros con deseo y sabiduría.
La coquinaria de la ciudad tiene técnica y tradición. Pescados y carnes se combinan perfectamente en el listado de las suculentas cartas de los diferentes restaurantes repartidos por esta emblemática capital. Y las anchoas de Santoña o Castro Urdiales junto a las salsas variadas están presentes en los locales públicos. El Puerto, con sus finas rabas de maganos y sus pescados de la lonja, La Posada del Mar, potajes marineros y delicados bocados, La Capitana, cocina marinera y tapas estupendas, La Bombi, suculentas propuestas y mariscos... Estos establecimientos están localizados en Puertochico, lugar agradecido y de mucho terraceo.
Terraza en Puertochico, Santander
Muy cerca la Bodega Mazón, antañona taberna donde se expenden ricas anchoas. rabas genuinas y loables pimientos rellenos de marisco o ventresca de bonito. Aparte de sus vinos y su vermú artesano. Pero uno de los locales con enjundia y calidad hostelera es la Bodega del Riojano en el popular barrio del Río de la Pila. Carismático lugar de comidas que goza de una cocina tradicional y moderna con platos de nombradía como la ensaladilla rusa, calamares de potera en su tinta, sus raviolis de rabo de toro, junto a unas croquetas notables y una tortilla de patata con salsa de callos muy lograda. Amén de trabajados pescados y carnes lebaniegas. Y el servicio inmejorable. En definitiva, en este restaurante se disfruta y se vive a fondo un buen y exigente condumio entre sabores, calidez, amistad y parlamento. Violalla, la relaciones públicas, se encarga de que el cliente sea feliz. Que es mucho.
Ensaladilla rusa, especial, El Riojano, Santander
Y la capital de Cantabria sigue su cotidiano discurrir entre olor a salitre, anchoas, sobaos y quesadas, esos productos tan domésticos que el ínclito Presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla se encarga de colocar y proyectar a los cuatro vientos en sus tertulias televisivas. Santander, de antes, bella tierruca, montañesa,
Carlos Cuesta
Texto y Fotos
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